Calle oscura

Cuando me bajo de la micro de regreso a casa, casi siempre es de noche, así que mi rito para ir segura es el siguiente: pongo el gas pimienta entre una de las mangas de mi chaqueta (generalmente la derecha, ya que soy diestra) y si se me queda en la casa u olvidé pedírselo de vuelta a una amiga, hago lo mismo con las llaves, cruzándolas entre los dedos. Es mi ritual desde que comencé a tomar conciencia de la autodefensa, que se enmarca dentro del autocuidado que debemos tener en una sociedad en riesgo, que siempre nos pone en una posición desfavorecedora a las mujeres. Me encantaría pensar que no es necesario hacerlo pero, lamentablemente, es un requerimiento para poder desenvolverme en el día a día.

Mi mamá siempre me dice que vuelva con un amigo y me da lata, porque no quiero andar dependiendo de alguien que al final cumple una función “protectora” de la que sólo yo me quiero hacer cargo. Este es mi camino, estos son mis pasos y he aprendido a andar a la defensiva, pero anhelo el momento en el que las futuras generaciones no tengan que sentir ese temor o incomodidad al caminar por ahí, que no haya límites para recorrer o conocer. Hay rincones tan bonitos y gente tan bacán, que no quiero perdérmelos por el miedo.

Lo escribo porque siento que las mujeres siempre vamos por una calle oscura, ya sea en el trabajo, en espacios públicos  y hasta en el propio hogar, nunca sabemos con qué nos vamos a encontrar. En casi todos los lugares nos topamos con algo que nos amenaza o incomoda: ese jefe que te tira esa talla jote que no te gusta escuchar, o el tipo que conociste en el carrete, que no te puedes sacar de encima porque te persigue y acosa entre copete y gritos. Aún así no somos víctimas que deben asumir una posición pasiva, si bien la situación es adversa, no nos quedemos sin responder a la agresión.

Cabras, prendan la luz, que todos los postes se alumbran si caminamos juntas y unidas. Apelo a quienes andamos por ahí, haciéndonos cargo de nuestras vidas, con la plata apenas para la micro, las fotocopias, el agua y las papas fritas. A quienes hemos temido del paco, del tío ebrio o del tipo que se sienta al lado de nosotras en algún viaje. Prendamos juntas la luz, busquemos respuestas colectivas, organicémonos y caminemos con la otra codo a codo, para que así no haya nunca más una calle oscura, para ninguna de nosotras.

Imagen de portada* The Odyssey Online

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  • Más de un vez, muchas veces me he sentido vulnerada, la calle, la micro, un carrete, incluso por quienes no lo esperas. Creo que el tema es educar a hombres y mujeres, sobre todo hombres futuros que las mujeres no somos objetos. Me tiene un poco chata la situación y creo que todos debemos aportar con un granito de arena. Saludos y abrazos.

  • Exacto, se trata de reeducarnos y destruir lo que nos oprime y hace sentir incómodas. Muchos Saludos y abrazos de vuelta!

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