El género sale a la pista: Showmatch 2016

“Yo no le creo a nadie chicos, esto es televisión.  Y la gente no debe creerle a nadie. Por su salud mental” Nacha Guevara

 

Apertura

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No le costó demasiado a Marcelo Tinelli demostrar que lleva adelante el show más grande del país y reafirmar, una vez más, la hegemonía cultural que lleva adelante hace casi tres décadas.

En todos esos años Tinelli supo volver a inventarse siguiendo el pulso de la sociedad argentina. Ágil para medir que quiere la gente y que no, logró alterar  y aggiornar un formato supuestamente  esquemático más de una vez.  Las críticas a Showmatch le caen como los anunciantes  a Tinelli que pelean por un segundo de pauta en su programa. El público sigue respaldando con el encendido y los programas periféricos vuelven a nutrirse de noticias. La rueda avanza y los detractores se pelean por tirarse debajo de ella

¿Qué es lo que despierta el Bailando en la inteligentzia argentina que parece esperar ansiosamente el regreso de Tinelli para abrirse las venas en sucesivas actualizaciones de redes sociales? ¿Qué lugar tan preciado cree que les quita? ¿Dónde pega Tinelli tan fuerte como para endilgarle el embrutecimiento de toda una sociedad? ¿Puede un solo conductor ser el responsable de que la gente sea cada vez más tosca y bruta? Aparentemente sería demasiado, incluso asumiendo que Tinelli es una de las personas más poderosas del país.  Pero es al mismo tiempo, es fácil.  Tinelli ahorra instancias de discusión y también de honestidad. Desde el estado real de la educación argentina, hasta que lee cada uno de los que disparan contra el televidente de Showmatch. Tinelli es la carta blanca para presumir cultura sin consumirla, arte sin contemplarlo, lectura sin leer libros, cine de arte sin conocerlo  y sensibilidad ante todo lo nombrado sin brindarla.  Expuesto todo esto en las redes sociales,  todo se vuelve aún más fácil. Con un tuit alcanza y sobra, ahora terminar el Ulises o darse una vuelta por el cine Lorca …te la debo.

De todas maneras Showmatch este año carga con una densidad aún mayor. En la pista no solo se dirimen las cuestiones del baile o las acusaciones cruzadas a las cuales ya estamos acostumbrados. Se dirime también hasta dónde llega la TV en cuestiones de género, qué decide problematizar o no el feminismo, que víctimas son perfectas y cuales no, que es violencia de género y que no lo es.  Todo eso en vivo y en directo, para todo el país.

The plot thickens….

Lo más importante de estas dos primeras semanas del Bailando no fueron ni las grandes estrellas ni las estrellitas ni la renovación del jurado o la gente bailando a cientos de metros sobre el Obelisco. Fue la expectativa que se genero por un hecho que lo supera pero que, al mismo tiempo, le concierne. La pelea entre Federico Bal y Barbie Vélez que despertó atención, tensión y morbo. El escándalo se desató hace apenas unas semanas, y lo que parecía el fin de una pareja complicada terminó en un escándalo mediático con acusaciones cruzadas de golpes, maltrato, intento de suicidio, comportamientos obsesivos y compulsivos, que tuvieron en vilo a la televisión durante semanas.

El puntapié inicial fue la tapa de la revista Gente en donde Vélez aparece con un considerable moretón en uno de sus brazos. Primero se negó violencia física y también de género. Las dudas comenzaron y Federido Bal decidió limpiar su nombre en el programa de Jorge Rial. La trama se torna espesa, Bal afirmaba estar en una relación tóxica en donde ambas partes se hacían daño. Pérdida de privacidad, control de redes sociales y celulares, celos enfermizos, un supuesto embarazo y peleas constantes. El nido de amor era más bien un infierno. Bal bordea peligrosamente la acusación de loca sobre Vélez aunque se cuida, sagazmente, de jamás utilizar esa palabra. Si se ocupa de dejar bien en claro que es la mujer que más amó en su vida y que jamás hubiera hecho nada para lastimarla. A  los moretones responde con un argumento creíble: lo hice para frenarla, para que no se hiciera más daño.

La jugada a Bal le salió bien y la credibilidad al día de hoy sigue estando a su favor. Las mujeres le creen mayoritariamente a él y desestiman cualquier denuncia de Vélez. El feminismo, por otro lado, no se suele pronunciarse sobre estos temas – a excepción de las contratapas de Flor Monfort en Las/12 -, como si espectáculo y problemática de género no pudieran ir de la mano o servir para análisis del tema. Teniendo en cuenta que todo esto pasa en un canal líder y en el marco del programa más visto, no estaría mal intervenir por fuera de la crítica plana que dicta que Tinelli es un misógino, su programa es machista, y por ende, quienes lo consumimos lo somos. Es un poco más complejo.

Vélez también decidió hacer su descargo en el marco de Instrusos en un mano a mano con el periodista Jorge Rial.  Bal fue presentado como un drogadicto irrecuperable, maltratador psicológico serial, infiel y golpeador.  Ante semejante resumen, Vélez se encarga de aclarar que el detonante sin embargo fue una infidelidad que hasta ahora nadie pudo probar. En la época de la hiper conectividad y los teléfonos con cámara, es raro no tener pruebas contundentes de la tercera en discordia – Laurita Fernández, la compañera de baile de Bal –  que terminen de sellar y afirmar los dichos de Vélez.

En el medio de todo esto, quedaron los contratos y como cada uno iba a negociar con Ideas del Sur su vuelta al Bailando. Se dijo que Vélez se había alzado con el cachet más alto del certamen y se afirmó que Bal había mejorado sensiblemente el suyo. Vélez fue desvinculada de la agenda de Rud y Bal no paró de girar con la obra de teatro que lo tiene como protagonista. Vélez volvió a la tapa de Gente y en el medio su abogado solicitó una rinoscopia para Bal que le fue denegada. Vélez aceptó participar del certamen y Bal mandó a decir que la felicitaba y quería verla feliz.

Y un día Barbie Vélez dijo ¿y si mejor me voy?

Ni Una menos

Días antes de su debut en la pista Vélez presentó su renuncia. Dijo que tras la marcha de Ni Una Menos había tomado  tanto conciencia como dimensión del problema y no quería rebajar la violencia de género a la mediatización. Bal le contestó: te acordás un poco tarde.

La justicia es la encargada absoluta de dar a conocer  si Bal es o no un violento de género. Pero en la banalización de dicha problemática ambos fueron y siguen siendo responsables a la par.

Es cierto que cada víctima reacciona cuando y cómo puede. Pero Vélez debería estar al tanto de la cantidad de mujeres que mueren esperando una medida perimetral que a ella le fue otorgada al instante.  Sus abogados deberían evaluar que parte del rechazo que recibe viene de parte de las mujeres que perciben que con Vélez dilapido cada uno de sus privilegios mientras que otras a duras penas obtienen algo. Esas otras son la mayoría.

La clase en el tema género siempre esta en juego y es en acá donde la vemos como una fractura expuesta.  Queda en las manos de la justicia confirmar que Vélez es víctima de un abusador. Pero el aspecto social reacciona y reacciona mal cuando ve que Barbie posa en la marcha de Ni Una Menos con la misma naturalidad con la que posa para las fotos del bailando y que tiene el lujo de asistir a dicha marcha de la mano de su analista, mientras que otras no pueden costear ayuda psicológica de ningún tipo.

Los riesgos entonces no pasan tanto por la banalización del tema. Esa banalización se da en todo tipo de ámbitos. Pasa en primer lugar por la clase social.

Ante la ley: no somos todas iguales.

La letra escarlata

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Laurita Fernández es una de las mejores bailarinas del certamen y la campeona del 2015. Pareja de Fede Bal en la pista y pareja de Federico Hoppe en la vida real, Laurita quedó en el fuego cruzado y ni el talento parece blindarla de tanta balacera.

Hay algo que le juega muy en contra a Barbie Velez y son la cantidad de veces que dijo públicamente, ante cuanto medio le pusieran adelante, que ella controlaba tanto el teléfono como el facebook de su novio. No solo tenía las claves, tenía el derecho irrestricto a leer conversaciones y la libertad de anular amistades. Esto lo exponía como una medalla ganada y orgullosa daba a entender que finalmente había corregido al incorregible. La gente, incluso cuando quiere, no tiende a cambiar. Sea por la positiva o por la negativa uno al final del día es lo que es y cambia cuando la vida lo acomoda o cuando hay una determinación firme de torcer el carácter. Cualquier otra cosa sale mal. Y esto salió muy mal.

Fernández cometió el error de enviarle, por medio de un tercero, un mensaje a Bal en dónde decía que pensaba en él. Bal cometió el error de acudir a Fernández par hablar del tema. Ambos ahora parecen ser amantes. Cómo siempre la explicación se la pedimos a las mujeres. Es sabido, los hombres son víctimas a la hora de tener un affair. Ellos en realidad no querían, son pobres sujetos que cayeron bajo la insistencia y el canto de sirena de las mujeres.

Como paso con el triángulo Vicuña-Pampita-Suarez, en el marco de la infidelidad la que debe prestar todo tipo de aclaraciones, declaraciones, respuestas, justificaciones y si nos descuidamos detalles de su último examen ginecólogico, es la mujer en este caso Fernández.

La humillación a la que viene siendo sometida arranca días antes de su debut en la pista, pero trepa a su cenit cuando luego de bailar Moria Casán la califica de zorrita y aduce que hay rumores, hay rumores. Porque ciertamente: es todo lo que hay. No hay nada más. Tan solo rumores.

Como si fuera una versión express de la novela de Hawthorne, Laurita Fernández desfila por los pasillos de Ideas del Sur y por cada uno de los programas que viven gracias a Showmatch con la marca tatuada a fuego en la frente. A Casán se le sumo Connie Ansaldi que le preguntó si le gustaría que su novio tuviera amigas como ellas (¿linda? ¿joven? ¿talentosa?) y al no obtener respuesta la tildo de pizpireta.  En el medio su ex pareja Federico Hoppe no emite sonido (aunque el pico de rating de 36 puntos que marcó su novia humillaciones mediante debe ser una de las músicas más hermosas que él pueda escuchar) pero Federico Bal si lo hace respaldando a su compañera de trabajo desde el primer día.

¿Y las mujeres? Las mujeres, aparentemente y por ahora, la quieren a Laurita. Ella debería saber que no es poco, como debería saber que el verdadero fin es si en algún momento se prueba realmente que tuvo un relación con Bal.

Es difícil ser mujer, ya lo sabemos. La letra Escarlata fue escrita por Hawthorne en 1850 y parece necesitar una remake una y otra vez.

Showmatch expresa así todas las problemáticas de género, las reivindicaciones que buscamos las mujeres desde siempre, los límites contra los cuales nos chocamos, el poco valor que sigue teniendo nuestra palabra al día de hoy, la competencia feroz que tenemos entre nosotras mismas y la ventaja que esto le otorga al género masculino, el castigo severo ante cualquier error y la inseguridad con la que entramos en las relaciones.

Entre el dolor, el espectáculo, las separaciones, los moretones, las pastillas de rivotril y el baile, este 2016 expone como nunca los lugares a dónde vamos llegando un poco todos. Los que están en la pista para todo el país. Los que estamos en casa para todos nuestros amigos.

Sea cual sea el lugar que ocupamos la pista del bailando ofrece la posibilidad de pensar y empuja, le guste a quién le guste, a poner en el género en la mesa familiar casi todas las noches.

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