No pare de luchar

¿Cuándo comenzó el entierro de la Constitución impuesta por el dictador? Sería injusto decir que fue solo con el 18 de octubre del 2019, porque eso equivaldría a invisibilizar la lucha de muchas personas en los últimos 30 años. En nuestros barrios, en las organizaciones sociales, en los centros de estudiantes, día a día se ha dado esa pelea de la forma más básica, pero también, la más dura: sobreviviendo y saliendo a la calle. Por supuesto, hace un año vivimos un punto de quiebre. Ya no nos bastó con sobrevivir. No nos bastó con la idea de “bueno, no importa, si mañana igual me tengo que levantar a trabajar”. 

El 17 de octubre del 2019, las estudiantes en el Metro nos decían que salían a protestar ellas porque sus madres y padres no podían. Porque vivían ahogades en las deudas y en el miedo. Y ellas no tenían miedo. Ese sentimiento se contagió.  

Hace exactamente un año, el 25 de octubre de 2019, millones de personas salieron a la calle a exigir la muerte de un país que solo nos ha traído violencia y pobreza. Y todes aquelles nacides al final de los ochenta y luego en “democracia”, pudimos ver por primera vez, de forma generalizada, que la mayoría necesitaba un cambio con urgencia y que, en esa oportunidad, todes juntes íbamos a pelear por él. 

La Biblioteca Nacional y la Alameda completa llena de guitarras cantando ‘El baile de los que sobran’ de Los Prisioneros, que nos hace mucho más sentido que el himno nacional. El Parque Forestal a reventar, con personas que probablemente nunca militaron en las juventudes comunistas o socialistas cantando a todo pulmón ‘El pueblo unido’; cerca de donde la tía Pikachu bailaba y nos calentaba el corazón, recordándonos que esta revolución también se hace con ternura. A metros de la estatua de Baquedano vestida de las banderas mapuche, Wunelfe y Wenufoye; y un mar de pañuelos verdes rodéandole. 

Sabemos que toda esa energía no se acaba con la pandemia que llegó. Esa energía es mirarnos en los ojos del otre. Saber que soles no cambiamos nada. Un sentimiento que no tiene nada que ver con lo que intenta vender la Teletón, mientras los empresarios se saltan impuestos. 

Esa esmeralda brillante la guardamos encerrades en nuestras casas durante algunos meses, como un tesoro. Una piedra preciosa que —aunque siempre ha existido en las poblaciones de Chile, pues es la que permite sobrevivir— catalizó las redes de apoyo cuando la voracidad del virus no solo acababa con vidas, sino también con las ya precarias economías de muchos hogares del país. Y les vecines ahí estaban. Y los que no eran vecines y vivían incluso en otras comunas y ciudades, se movieron para apoyar. Lo vimos. Todes lo vimos. Y no fue caridad, fue: estamos juntes. Y la dignidad se hará costumbre solo de esa manera. 

Desde octubre del año pasado descubrimos que podíamos ser otra cosa. Nos regalamos un pedacito de esa esmeralda y la atesoramos. Y, aunque hoy, 25 de octubre de 2020 es un día histórico, donde institucionalmente por primera vez tenemos la posibilidad matar la constitución de Pinochet, ese proceso ya comenzó en las calles, primero, con una catarsis. No en las cuatro paredes de algún poder del Estado que se llena de excusas y nos dice mentiras. No con una oposición que negocia a sus muertos y heridos. Y así como esta historia reciente nos ha cambiado el agua del cuerpo humano por emoción, también nos llenó de horror, sangre, cárcel y muerte. 

Hoy el equipo de EMF se va a repartir entre votantes y también algunas como apoderadas de mesa. Vamos a participar de este proceso institucional para seguir por todas las vías peleando por un país diferente. Y esas rayas que vamos a marcar son por todes les asesinados y desaparecidos en dictadura. Por todes eses —ahora mayores— que sintieron que en el 1988 votaron NO y luego, gracias al llamado a la desmovilización hecho por la Concertación, vieron cómo su esperanza comenzaba a morir. Vieron cómo el SÍ estaba en todo.

Esas dos rayas que vamos a hacer en las papeletas hoy es por los más de dos mil preses de la revuelta, la mayoría muy jóvenes que ya llevan un año encerrados en medio de procesos judiciales llenos de negligencias. Las dos rayas de hoy son por todos los asesinados por las fuerzas del Estado. Por todas aquellas víctimas de trauma ocular, que el Estado dañó y que hoy viven en el desamparo para seguir sus tratamientos, porque el sistema de salud en Chile es igual de violento que sus pacos. 

Hoy vamos a ir a hacer esas dos rayas en el voto por todas las mujeres y disidencias que vienen sufriendo violencia sexual por agentes del Estado desde hace casi cincuenta años. Vamos a hacer esas dos rayas hoy y después pelear por que en la nueva Constitución, la violencia sexual por agentes del Estado sea algo más que una mención con eufemismos dentro de informes que se pierden en las oficinas del poder judicial. 

Nuestros lápices van a hacer dos rayas para luego escribir dignidad en nuestra historia, en vez de sacrificio. La palabra favorita de la élite chilena para decirnos cómo hay que vivir. La palabra con la que han condenado a diferentes comunidades a lo largo de Chile a la muerte por contaminación, solo para seguir ganando plata. Vamos a hacer esas dos rayas en las papeletas para acabar con la codicia que mata, porque siempre mata. Vamos a ir a esos colegios a votar. A esos edificios que albergan a la educación pública que abandonó a los pobres y cuya razón de ser dinamitó precisamente el dictador.

Hoy todas en EMF vamos a votar, pero teniendo claro que este es solo un paso. Y no es la única manera de hacerlo. Que todo lo que se ha peleado durante décadas y explotó hace un año no termina hoy. Esto recién comienza y vamos a pelear junto a todes —con uñas y dientes— la escritura de esa nueva constitución. Vamos a pelear con uñas y dientes el fin de la impunidad y la injusticia. Porque ya no queremos sobrevivir.

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