Bafici 2016 – Primeras reflexiones
El festival de cine de de Buenos Aires, de aquí en más BAFICI, está nuevamente entre nosotros. En un año de fuertes cambios electorales y nuevo mapa político, el BAFICI está cargado de cuestiones que exceden el cine y se filtran en la discusión política. La prueba de eso fue la presentación del festival en La Usina del Arte, en donde las tensiones entre un grupo de periodistas y el ministro de cultura Darío Lopérfido se hicieron notar. Lopérfido viene soportando una serie de escraches que entorpecen cada presentación de la ciudad, sea la apertura del Colón o el BAFICI 2016. La cultura argentina se encuentra atomizada en un discurso que cree progresista pero que, en sus votos y simpatías, no se refleja como tal. Las contradicciones que atormentan hoy la manera de hacer política sufren un fuerte impacto también en las maneras de encontrar nuevas y mejores política culturales. La pregunta que abrió la ronda en la presentación del BAFICI fue de Maria Daniel Yaccar, de P12, que encontró pertinente hablar de la dictadura militar en ese marco. No se debe dejar pasar la utilización para propios fines de algo tan grave y doloroso como la última dictadura militar. Alguna vez la costumbre horrenda de revolear muertos debería cesar en nuestros modos.
Pero al ministro también le vale una crítica. La falta de cintura de Lopérfido también debe ser señalada. Sus dichos provocadores (e incluso desafortunados) podría dejarlos para su mesa chica y eso no sería censura. Sea por timing o por discreción, por conveniencia o sensibilidad, el ministro debería evaluar quizás no llevar un fósforo adonde otros acuden rápidos con un bidón de nafta. Guste o no su gestión, se acuerde o no con sus inclinaciones políticas, el interés de Lopérfido por la cultura es real y abocarse a eso debería ser su único objetivo. Sobretodo cuando cuenta con Nación, Provincia y Ciudad, alineados a su favor.
En lo que concierne concretamente al festival podríamos señalar algunas cuestiones que se vienen arrastrando hacer años y que parecen no tener salida, como tampoco respuesta:
1:
Como se señala al principio de la nota no es un buen momento en Argentina para dar un debate político. O se es hincha de tal o cual, cualquier posición disidente a eso será castigada por ambas facciones. De ahí que el festival también quede rehén de ese callejón sin salida. Uno de los vicios que se vienen acrecentando en los últimos años es el de la “tropa propia”. Por eso, no es de extrañar que el nuevo director del BAFICI sea Javier Porta Fouz. Si algo distingue a los críticos de cine que apoyaron al PRO (alguien debería hacer un análisis sobre eso) es la fidelidad total que le profesa al nuevo presidente, como si el nuevo presidente los notara. Uno suele ser bastante más chico de lo que cree, sobretodo si se dedica a la cultura en un país pobre, pero aún así los más esforzados reciben su recompensa. Una pregunta para Porta Fouz sería ¿cómo hizo un festival en menos de un mes?
foto: Gustavo Correa
No hay quejas, ni gritos desgarradores de los que pidieron (con justa razón) que se concursara abiertamente por los puestos en cultura. Las cosas son tan lamentables, por no decir sencillamente tan tristes, que quienes se quejan lo hacen desde el servilismo opositor. En el medio queda la devoción del que, año tras año, no corretea detrás de una acreditación, sino que hace la fila, compra sus entradas, hace un esfuerzo por pagar y por disfrutar del festival.
2:
El BAFICI pierde una vez más su chance de tener una directora mujer. Años atrás corrió el rumor de que el puesto le había sido ofrecido a Lucrecia Martel y que ella declinó el ofrecimiento. Pero la única vez que se mencionó el nombre de una mujer vinculado al BAFICI fue, sólo y tan sólo, un rumor. Hace años que ni eso. Cuesta creer que no tenemos ni una sola mujer capaz de llevar adelante el festival. Tenemos directoras que podrían ocupar ese rol y así también darle un respiro a la línea “critico de cine” que francamente ya es agotadora.
3:
Los jurados este año son un tema. La desprolijidad dentro de los mismos siempre estuvo presente pero este año escala a lo hilarante. El caso más notable es el de Pola Oloixarac que pareciera recibir un mimo luego de su desopilante campaña a favor de Macri. ¿Qué sabe Oloixarac de cine? No lo sabemos, esperemos estar cometiendo un acto de injusticia. Pero esta capital se ha hecho demasiado chica a tal punto que no permite pensar bien de (casi) nadie. Que un jurado de una competencia tenga una película en competencia en otra sección se acerca a un 2×1 por lo invertido en el pasaje. Y que un ex director (Wolf) tenga una película en competencia solo nos recuerda cómo fuimos perdiendo la impronta cosmopolita.
Detalles que delatan endogamia, amiguismo y también cierta torpeza. De todas maneras nada de esto importa, los mecanismo culturales locales son así.
4:
El festival sigue sin dar señales de volver a tener una grilla imponente tal cual sus primeras épocas. Nuevamente tiende a rellenar.
El cine argentino impacta fuertemente en la grilla, y eso delata que no hay una curaduría seria sobre el mismo. Meter 40, 50, 60 películas argentinas para que los directores vean una sala llena y luego vayan penando un año o más para un estreno, carece de sentido. Inflar la burbuja del cine independiente argentino, que viejo es escribir esto, que luego estalla cuando deben medirse palmo a palmo frente al mainstream con el Gaumount como único aliado, no parece ser lo más inteligente. Cabe una reflexión también sobre eso.
5:
El estado actual de los complejos teatrales en Buenos Aires es sencillamente desolador. Nuestra sala emblema, la tan querida y amada Sala Lugones, se encuentra hace años a la deriva. Primero iba a estar cerrada 6 meses, luego 1 año, luego un poco más. Cuando finalmente abrió no resistió ni 10 meses. Ahora nuevamente se encuentra cerrada y alejada del BAFICI. Esto aquí escrito puede ser menospreciado por romántico, por nostálgico o por ambas cosas. Pero ya dando por perdido el cine Cosmos -¿Para qué lo quiere la UBA si no hace nada con él?-, hay una resistencia natural a no dar por perdida la Lugones.
En ese punto es cuando la severidad le cabe a todos. En primer lugar, al PRO, que va por su tercer mandato en la ciudad y no tiene excusas para nada de esto. Pero también a quienes producen cultura. A la hora de pelear por los complejos se debería elaborar algo más profundo que “Macri facho” o “Macri dictadura”. Las posiciones críticas deben estar fundamentadas, la presión no debería ser por medio de un escrache y los reclamos no debería subirse al caballito del fascismo. Aquellos que trabajan con herramientas intelectuales y fueron formados en lo público y pretenden trabajar dentro de esa esfera, le deben a la sociedad un pensamiento más fino.
Ahora. ¿Qué es lo que está bien en este BAFICI?. Nada nunca puede estar tan pero tan pero tan mal. Por eso cabe destacar todo aquello que está bien. Algunas cosas vuelven a florecer luego de algunos años y deben ser compartidas.
1:
Una de las mejores noticias del BAFICI está vinculada a las salas y centros culturales que aparecen por primera vez en el mapa del festival. El Gamount suma su sala más grande al festival y así también lo hace el rescatado (y mítico) Gran Rivadia. Ambas salas son el equivalente al cine América que supo ser sede del BAFICI años atrás. Ver películas en salas de esas dimensiones es una alegría extra para cualquier amante del cine.
A eso hay que sumarle también que este año los centros culturales también están integrados al BAFICI y serán los encargados de proyecciones y actividades gratuitas que abarcan toda la capital federal. Boedo, Parque Chacabuco, Versalles, entre otros barrios quedan finalmente integrados a las semanas del festival.
Para finalizar este año el festival también se abre paso en la villa. Los Piletones, Barrio Carlos Múgica y Cancha de los Húerfanos; cuentan con programación orientada especialmente a los niños. Esta inclusión, muchas veces prometida y nunca concretada, debe ser una política que encunetre continuidad.
Se mantiene también el Colón como sede, un lujo, y el anfiteatro del Parque Centenario que probo ser una acertada elección.
2:
La vuelta del cine asiático con nombres consagrados y nombres que comienzan a pisar fuerte en la industria, también es motivo de alegría. Los ya consagrados To, Sion Sono y Hong Hang Soo, estarán presentes con sus películas en este 2016
Pero también tenemos la oportunidad de acercanos a nuevos nombres del cine asiático que merecen un seguimiento en el presente y una apuesta al futuro.
Park Hong-ming con “Alone”, Wilson Yip con “SPL: Kill Zone”, Yoshiro Nakamura con “The Inserable” son algunos nombres a seguir y encuentran su premier latinoamericana en el marco BAFICI.
3:
La llegada de Peter Bognadovich al festival comienza a marcar el caráceter y la necesidad de contar con invitados y lujos de primer nivel. Es cierto que el cepo puesto al dólar, la inflación y demás variables económicas golpearon fuerte al festival, en especial a la hora de contar con los medios para hacerse cargo de llenar una alfombra roja.
La alegría que gira en torno a la llegada de Bognadovich es un poco extrema, tratandose de que es la única figura internacional con la que cuenta el BAFICI. Pero en vistas al 2017 y con un ministro de cultura que cuenta con Nación alineada a su favor, se debería incentivar más esa línea y volver a darle al BAFICI un carácter un poco más internacional.
Lejos quedaron las vistias de Jarmush, Naomi Kawase y Tom Waits. Pero si todo eso se logro en un marco pre y post 2001, no deberíamos tener excusas para navegar esas aguas nuevamente.
El foco sobre la obra de Bogdanovich se puede tomar también como una señal de que el festival retome finalmente la impronta de darle foco y atención a grandes directores de cine. Ojala que esto sea el comienzo de las geniales retrospectivas que supimos ver. Un voto de fe para este gesto.
4:
El genial pianista Michel Legrand llega para dar una serie de conciertos en el Colón y hay que destacar que las entradas arrancan en los 50 pesos y encuentran tope en los 200. El Colón profundiza así su alianza con el BAFICI y vuelve a dar muestras de que quiere abrir sus puertas a la mayor cantidad de porteños posibles.
Aquellos que realmente puedan darse la oportunidad de conocer la obra de Legrand no la deberían dejar pasar.
A esto hay que sumarle también que en el plano estrictamente cinematográficos nombres que se merence el rótulo de maestros vuelven a estar entre las elegidas del BAFICI: Ripstein, Mian Hansen Love, Gondry y Countinho.
Nuevamente lo dicho en el punto anterior: voto de fe para estos gestos.
5:
Mientras se termina de escribir esta columna algunas películas ya están agotadas. El BAFICI carga con fuertes criticas, de quién escriber sin ir más lejos, pero también con un aura que no es tal. Los prejuicios, la falta de curiosidad y la estupidez, fueron también aliados notables a la hora de intentar denostar y despreciar nuestro, porque es nuestro, BAFICI. Poco han conseguido, el amor entre el BAFICI y los BAFICEROS sigue en pie y eso es bueno, no solo es bueno: es sano, es divertido, es liberador y es motivo de una enorme y total alegría.
La urgencia, hambre, que tiene un relevante sector por ver cine y por ver cine en las salas, lejos de las cuatro paredes de sus casa, sigue siendo notable. El esfuerzo, económico, de cada uno de los que se matan por sus entradas sigue siendo algo que en un momento cultural y político tan frágil, llega a conmover.
Lejos de los estereótipos y muy cerca de lo que alguna vez conocimos como vanguardia, el BAFICI le abre las puertas a todos y aquellos que creen que no nos divertimos en las salas y no amamos la prisa de correr de película a película….se lo perderan otro año.
El BAFICI esta aquí otra vez como viento y marea. Y cabe decir que las criticas para con el festival se desprenden del amor y que nada, pero nada, sería motivo de mayor felicidad que su nuevo director logre contradecir las criticas que se hacen sobre él y que el nuevo ministro deje una marca que posibilite, de cara a los años que vienen, una Buenos Aires abierta al cine.
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Toda la información del BAFICI se puede ver en su página oficial