El sexismo en el caso Caval existe

En primer lugar, contexto: CAVAL, empresa de la cual es dueña en un 50% Natalia Compagnon, esposa de Sebastián Dávalos, hijo de la presidenta Bachelet, se adjudicó un préstamo de 6.500 millones de pesos en el Banco de Chile, luego de una reunión con Andrónico Luksic. Una empresa nueva, con un capital de apenas 6 millones de pesos, obtuvo esa cantidad de dinero. ¿Para qué? Para la compra de predios agrícolas que en un futuro cambiarían de plano regulador, por lo tanto, su precio se vería aumentado. Luego de la firma de un compromiso de compra venta de los terrenos con una inmobiliaria por 9.500 millones, CAVAL mete a su bolsillo 3 mil millones.

Así es como aparecieron acusaciones de información privilegiada y tráfico de influencias, en medio de la investigación. Y también, consecuencias a nivel político, como por ejemplo, la renuncia de Sebastián Dávalos y la baja aprobación en las encuestas a la Presidenta, luego de la publicación del escándalo.

Anoche estuve en Vigilantes como panelista comentando esto y los errores comunicacionales de Bachelet. En una de las intervenciones, mencioné la evidente capa de machismo que se está teniendo al opinar sobre este caso y, para mi sorpresa, muchas personas aseguraron que el sexismo en el tratamiento de toda esta información está ausente.

Lo interesante de esto, es que los culpables de estas críticas facilonas son los equipos que vienen asesorando a Bachelet desde su primera campaña, para su período del 2006 y luego como mandataria. Uno de los conceptos que se intentó potenciar fue el de mujer cercana, cálida, el de “una madre como todas las de Chile”. Cada vez más, esa idea se instaló con fuerza en la imagen pública que se tenía de la candidata y luego Presidenta, transformándose paulatinamente en un valor.

Es una operación matemática básica: si sumamos la explotación del concepto de madre a una sociedad completamente machista ¿qué obtenemos? La existencia -no menor- de críticas a Bachelet en relación al caso CAVAL y al error en la designación de su hijo como Director Sociocultural de la Presidencia, dirigidas a si es una buena o mala madre, una mujer que primero pensó como tal, como mujer (porque en Chile esto es sinónimo de madre) y no como Presidenta.

En ningún caso esta es una defensa a Dávalos o al gobierno y a su manejo comunicacional. El primero se equivocó al trastocar la política con la economía (a lo que ya están todos acostumbrados) y al no prever que esto en algún momento saldría a la luz pública y no informarlo, al momento en que se le ofrecía un cargo de tal importancia (el manejo de un presupuesto de más de 300 millones de dólares anuales).

En el caso de Bachelet, su más profundo error radica en discursear sobre lo que no practica. Una campaña definida bajos los conceptos de igualdad no se condice con otorgar un cargo como este a una persona sin excelencia académica ni profesional demostrable o destacada ¿Cómo vamos a creer que aquellas transformaciones sociales y políticas propuestas en su campaña, como por ejemplo la reforma educacional, realmente nos traerán un mejor futuro, si vemos que su hijo sin mayor experiencia es capaz de tener un cargo de ese tipo tan solo por criarse cerca del poder? Con esto nos reafirman que más importante que la preparación, son los lazos sanguíneos.

Por otra parte, el manejo comunicacional desde La Moneda también es criticable. En su declaración del lunes 23 de febrero, la Presidenta se autoboicotea en el discurso: “Durante estos últimos días han ocurrido una serie de acontecimientos que han generado preocupación y para mí, como madre y Presidenta, han sido momentos difíciles y dolorosos”. Lo más efectivo en ese momento hubiese sido suplir aquel concepto, caldo de cultivo para críticas pegoteadas de machismo.

Si Michelle Bachelet fuese hombre ¿se diría que es un mal padre? ¿se haría tanto hincapié en que su dimensión de hombre (que no es sinónimo de padre en Chile) la hizo tomar malas decisiones? No. Se estaría criticando ampliamente, por supuesto, el privilegio que entregan las conexiones familiares, porque ya sabemos que la élite política y económica en Chile está emparentada, que son todos primos y que se casan entre ellos, pero ¿se diría que su error fue por ser padre? De verdad no lo creo.

Espero que la estrategia del gobierno cambie. En realidad, lo espero desde hace mucho tiempo. Siempre he creído que enaltecer el rol de madre en política es un arma sucia. Muchos años les costó a las mujeres dejar la esfera privada para poder comenzar a tener voz en la vida pública. Ahora que esa posibilidad existe, debe ser obligación de nosotras mismas separar esos dos mundos (sobre todo en un país como Chile), dejar muy claro que se puede ser ambas cosas a la vez y que una no es está entrampada dentro de la otra. No por ser madre se te atrofia el cerebro. No por ser madre tomas decisiones en tu trabajo con los sentimientos. No por ser madre te equivocas.

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