Cerati

Hoy murió Gustavo Cerati y a su favor, podemos decir que vivió la vida que quiso vivir, lo hizo bajo sus propias reglas, aceptó las consecuencias de cada una de sus decisiones y nadie debería abrir juicio sobre las mismas.

Si Soda Stereo es grande, es porque la ambición de Cerati -y también de quienes los acompañaron sin brillar pero con solidez y sin sombra de duda- lo fue. Lo que empezó como un chiste, incluso podemos decir una auto parodia, se transformó con el correr de los años, y de la madurez compositiva de Cerati, en una banda de nivel internacional, que nada tenía para envidiarle a una banda extranjera. El rock nacional metido para adentro, en su eterno ombliguismo y su negación al diálogo con el afuera, característica que se acentuó hasta la locura post dictadura militar, encontró en Soda Stereo su fuga al exterior. Cerati siempre atento y preocupado por ser contemporáneo, parecía correr contra el atraso que nos habían legado los años de prohibición de música en idioma inglés. Fino en su ejecución, habría que revisar como un guitarrista standard se convierte en uno de los mejores del rock en habla hispana. Cerati no dudó en formar la banda más grande de America Latina. Y lo logró.

En lo personal a Cerati le debo agradecer -creo que varios debemos agradecerle- el haber operado sobre mí, sobre mis prejuicios y sobre mi furia. Si Soda Stereo era para mí la banda de los chetos que nada sabían, después de Dynamo, y gracias a Dynamo, aprendí que todo en mí convivía, que eso estaba bien y que nadie, ni la clase social ni la falta de recursos, me lo iba a sacar. En ese momento, mágico, se consolidó la curiosidad por la música, la avidez por saber de donde salían esos nuevos sonidos y la contradicción de tener en un casette la música de Soda Stereo y en el cuerpo una remera de Patricio Rey. Cerati había logrado entender una parte mía, como si supiera que me estaba transformando en mujer, que otra música ya no. Cerati entendió, y me hizo entender a una muy corta edad, menos de trece años, que yo ya buscaba que me trataran con suavidad.

Es inmenso el vacío que deja Cerati y es notable cómo intentar llenarlo es una empresa que nace en el fracaso. El rock argentino atraviesa serios problemas, aunque algunos digan sólo para su beneficio que atravesamos una “época de oro”. Se nota frente al aire de desamparo que otorgan las partidas de Spinetta y Cerati y también debo agregar la muy ninguneada partida de Gamexane. El rock es una cuestión eléctrica y de alto volumen, así es como se toca, así es como se escucha. El rock, ampliado en todos sub géneros, no nació para ser tocado de manera acústica. Ese sometimiento, atroz, de tocar a bajo volumen o desenchufado ya lleva una década.

El rock nació en fuerza y espíritu para ser una cuestión animal. Hoy parece una bestia domesticada, con gestos acomodaticios que le quitan su carácter altivo. Cerati encaró sin dudar el modelo perfecto para ser una estrella de rock. En la distancia que imponía con su público, soberbia e inalcanzable, encontraba el punto exacto de seducción. Cerati era fino en sus gestos, delicado en sus maneras, masculino en su presencia escénica, femenino en su estética. Supo crecer, supo envejecer con elegancia, maduró sin convertirse en un chiste. Atravesó todas las etapas que el paso del tiempo le imponía y con alto y bajos, se consolidó como uno de los músicos más interesantes que dio este país.

Hoy Gustavo Cerati ya no está, hace mucho que nos dejó,  hace demasiado tiempo que no sabemos nada de él, que no se desprenda de la frialdad de un parte médico. Lo único que queda por decir es que Cerati también se lleva el honor de haber sido visto, percibido y definido como una persona generosa y brindada a otros músicos. La historia puede decir y va a decir que fue de los pocos que no temió mostrarse junto a músicos que recién empezaban, ampararlos, producirlos. Y eso lo hace sólo una persona segura de sí misma y de la calidad de su obra. Pero también lo hace una persona curiosa, que supo formar la banda más grande del rock nacional ambicionando jugar de igual a igual con cualquier banda del afuera. Y su secreto, su gran secreto, fue no temer hacer un puente con escala en cada país y dejar este miedo que condicionada al rock argentino y salir a buscar, sin dudar y utilizando la palabra más justa para su legado, la gloria.

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