El formato de un disco ¿es parte del mensaje?
Leyendo los comentarios de este artículo sobre el uso del cassette por parte de los músicos actuales, como complementos a las versiones digitales de sus discos, hay algo que me llamó profundamente la atención. La discusión se transformó en un debate por elegir el formato a través del cual se puede obtener la mejor calidad de audio y nada más. Conversaciones sobre qué implica elegir un formato para las canciones o qué tan relacionado esté este con la composición de una obra completa, fueron nulas.
Esa fila de comentarios me dio la idea de que actualmente, la música se concibe sólo como sonidos de buena o mala calidad, sin importar el formato o plataforma que lo sostenga.
Nací en el ’88 y durante la mayor parte de mi vida vi que todo se trataba del avance. De conseguir algo portable, liviano, que se pudiera trasladar a cualquier lugar sin perder mucho la calidad del sonido. Por otro lado, veía cómo existían músicos e incluso fanáticos para los cuales el formato sí era parte de la obra. Aún así eran los menos y claro, cada cierto tiempo venía algo nuevo y eso siempre despertó curiosidad. De esa forma, un formato reemplazaba al otro un par de años después.
Creo que ahora estamos viviendo un momento en el que ya conocemos las formas básicas. Un tiempo en el que se puede elegir, ya seas un músico o un auditor. Escoger una alternativa que vaya más allá de la portabilidad o la calidad del sonido. Quizás es un rollo que a pocos les importe, pero creo que cada disco tiene un mensaje y es muy legítimo que sus autores vean el formato como algo que define aquel mensaje también. Y creo que no es una idea tan descabellada. Por algo bandas punk nunca dejaron de lanzar sus discos en cassette o 7″.
¿Qué piensan ustedes? ¿Es la elección del formato otra forma en que se define el mensaje de un disco?