La rabia es mi combustible
Hoy fue un 8 de marzo distinto. Estuve todo el día cansada y ansiosa. Llevo todo el día queriendo escribir algo que valga la pena, algo que ojalá lograra darme ánimos a mí misma y a otras compañeras y compañeres que también se estén sintiendo así, pero no estoy logrando transformar lo que tengo dentro en algo constructivo. No sé si será la anemia, la pandemia, la falta de descanso o una desesperanza tan instalada en mi interior que no logro distinguirla.
Al final, intenté abrazar mi sentir y tener un día lo más consciente aunque tranquilo posible. La tranquilidad me hace sentir culpable, especialmente mientras mis compañeras y compañeres se animan a sumergirse en multitudes a blandir sus pancartas y gritar las demandas de todas y todes, pero supongo que es válido, por una vez, no ser tan dura conmigo misma.
Mientras pienso en mi cansancio e intento descubrir su origen, creo que quizá esto es lo que este sistema patriarcal quiere lograr: cansarnos, desmoralizarnos. A veces pareciera que lo logra tan bien. A veces pienso: no quiero luchar hoy, hoy no. Pero entonces me acuerdo de mi mamá, de mi abuela, de mis amigas y amigues, de mis conocidas y conocides, de mí misma. Todas y todes, desde niñas y niñes, cargando con nuestras historias de abuso, violencia, e injusticia. Entonces me da rabia.
Y la rabia es un combustible.
En mi cuerpo se enciende un motorcito, pequeño. Y sigo cansada, pero estoy escribiendo estas palabras, que no son mucho, pero son un poco. Escribir es lo que sé hacer. No todas ni todes podemos luchar. Algunas y algunes no pueden porque les mataron, otras y otres no pueden porque todavía no saben que pueden hacerlo, otras y otres no pueden porque el cansancio y/o la desesperanza ya les paralizó.
No sé si las mujeres y disidencias tenemos la responsabilidad de luchar, creo que el concepto de “responsabilidad” es complejo. Pero pienso que mientras nos quede una pizca de energía para luchar, vale la pena el esfuerzo; aunque haya cansancio, aunque haya desesperanza, aunque sea haciendo algo muy chiquitito. Esta sociedad patriarcal nos ha dado la espalda históricamente y aunque, año tras año, nuestras demandas son las mismas, tan simples, insiste en negárnoslas. Si no nos apañamos entre nosotras y nosotres, no lo va a hacer nadie.
Gracias a todas las mujeres y disidencias que han tenido más fuerza y más energía que yo para motivarme, educarme y darme los derechos de los que puedo gozar actualmente. Quiero ser como ustedes. Voy a encontrar un momento para descansar, porque quiero volver a salir a gritar con toda esta rabia.