Mujer, negra, trans: La vida real es una suma de opresiones

* Texto publicado originalmente en Revista AzMina
*Traducción por Oriana Miranda.

Visto desde afuera, es fácil asumir que una persona que enfrenta discriminación por variados motivos experimenta esas diferentes opresiones como si ellas simplemente fuesen acrecentadas una a una. Pero en nuestra sociedad actual, ser una mujer negra o una transexual en silla de ruedas, por dar algunos ejemplos, es mucho más complicado que ser “solo” mujer, “solo” negra, “solo” transexual o “solo” una persona con discapacidad. Y existe un nombre para eso: interseccionalidad.  

El término fue acuñado en 1989 por la abogada y activista estadounidense Kimberlé Crenshaw, mujer maravillosa involucrada en los movimientos Black Lives Matter y #SayHerName en los Estados Unidos. Ella consiguió nombrar un sentimiento que muchos tenían y que ya había sido abordado por otros académicos, pero que no sabían cómo expresar.

Según la teoría interseccional, diferentes formas de exclusión no actúan de forma independiente, sino que están relacionadas y no pueden ser examinadas individualmente.

Kimberlé llegó al nombre interseccionalidad luego de encontrarse en un verdadero túnel sin salida. Un caso en el que estaba trabajando involucraba a dos mujeres negras que estaban demandando a la empresa donde trabajaban por negarles la oportunidad de un ascenso. La empresa alegó que no estaba siendo discriminatoria, ya que entre los funcionarios que ascendieron dentro de la corporación había tanto mujeres como negros. Pese a que ninguna mujer negra había tenido la misma oportunidad, el juez estaba teniendo dificultades en discordar con la defensa, ya que de hecho la empresa no podía ser acusada de desfavorecer a sus funcionarios en base a su sexo o etnia.

Así, Kimberlé percibió que necesitaba encontrar una forma de describir la opresión sufrida por mujeres negras, que aunque tuviese semejanzas con las experimentadas tanto por mujeres como por negros, tenía sus propias particularidades.

La primera cosa que quiso mostrar fue que esas mujeres eran invisibles en investigaciones, ya que en la gran mayoría de las veces la categoría mujer se aplica a las blancas y la categoría negros se aplica a los hombres. Así, las mujeres negras acababan quedando fuera de los resultados.

Para demostrar aquello de forma didáctica, Kimberlé pensó en intersecciones de calles: cuando una ruta se encuentra con otra y aquel punto de encuentro es tanto parte de una calle como de la otra, pero diferente de cada una por sí misma. Aunque su objetivo inicial haya sido encontrar una mejor manera de representar a sus clientas en la justicia al describir la realidad de las mujeres negras, el término, con su simplicidad, engloba posibilidades innumerables y se aplica a las más variadas formas de opresión que las personas pueden enfrentar.

La importancia que damos a los nombres de las cosas es enorme, porque solo así podemos alcanzar realmente algún cambio. Puede parecer extremadamente optimista, pero el hecho de dar un nombre permite que esas personas y sus realidades dejen de ser invisibles y ganen representatividad.

Foto: Mamana Foto Coletivo

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