FFL s01e21: No quiero tu piropo, quiero que te mueras
Esta semana, Florencia, Rucitama y Gonzalo salen al aire con Nicolás en los controles. Andrea Guerrero escribió la editorial del día y también Celeste de Por Brujas Nos Quemaron, desde Argentina, envía una cobertura sobre el 31 Encuentro de Mujeres en Rosario.
Las estupendas también revisan el reportaje sobre el acoso sexual que salió al aire este lunes en Canal 13, en Chile y debaten en torno al pobre cuestionamiento que se hace la sociedad respecto a esta cultura de la violación y que el mismo programa revela.
A continuación, la editorial, por Andrea Guerrero:
Hablar de acoso en cualquier espacio siempre va a ser visto como una exageración. En un país que empieza a acosar a sus niñas a los 10 años de edad.
Denunciar a un hombre acosador dentro de un espacio laboral o educativo siempre va a ser mal mirado, no solo se asume una exageración, sino que se cuestiona el nivel de “culpabilidad” que tiene la “supuesta víctima”: ¿por qué usabas esa ropa, por qué hiciste esto y no hiciste esto otro? En un país en que 8 de cada 10 mujeres es acosada al menos una vez a la semana.
Es importante recordar que los hechos de acoso sexual que mostró el programa Contacto en el canal de Luksic no responden a hechos aislados. El acoso sexual es parte de la violencia estructural a la que las mujeres estamos expuestas desde que nacemos.
El problema no es solo el acoso, ni solo el acosador. Es también todos esas personas que justifican o intentan quitarle la seriedad a este tema. Hombres, en su gran mayoría, que frente a las denuncias se ofenden, se sienten atacados, se sorprenden incluso de que “ahora a las mujeres no se les pueda decir nada”.
Nos dicen que exageramos en un país donde una niña de 14 años es obligada a ser madre, producto de la violación de su padrastro, POR SEGUNDA VEZ.
Nos dicen que “le damos color”, en el mismo país donde un hombre viola a la nieta que nació producto de la violación de su hija.
No podemos seguir aceptando que nos callen y nos traten de exageradas. La violencia del acoso callejero es un recordatorio cotidiano de la dominación masculina. Y que a algunos hombres les moleste que lo evidenciemos es parte de lo mismo.
Necesitamos que los hombres dejen de intentar opinar sobre una realidad de la que no son parte, o lo son solo como parte del grupo privilegiado que no sufre el miedo de volver a su casa solos sin tener seguridad de no ser violado en el camino. Aunque suene cliché, a las mujeres nos enseñan a cuidarnos, mientras a los hombres no se les enseña a no violar.
El recordatorio de que nuestro cuerpo está siendo evaluado, cosificado y despojado de cualquier tipo de respeto, privacidad, seguridad, libertad. El espacio público dominado por los hombres, nos hace incluso movernos como sujetas oprimidas. La violencia del acoso callejero hace que cambiemos nuestras rutas diarias, nuestra postura corporal, nuestras relaciones sociales. Todo es parte de una estructura y un círculo de violencia en el que las mujeres estamos relegadas desde que nacemos hasta que morimos. O nos matan.
No podemos seguir viendo los casos de acoso en las universidades y colegios, como casos aislados. Es parte de lo mismo. Los últimos niveles de machismo violan y matan mujeres, y el último lo justifica, lo relativiza y lo esconde.
Acá comienza FFL – episodia 21 “No quiero tu piropo, quiero que te mueras”: