Crespo: Familia, memoria y cine
Antes que nada hay que decir, no por aclarar, que cuando se escribe se escribe desde la honestidad o al menos este es un caso. El sentido familiar de esta nota es innegable y el término familiar excede cualquier vínculo con la endogamia o con el mero amiguismo. Lo familiar tiene otro sentido, más vinculado con el cuidado, la idea incluso de un clan o la admiración de un sistema familiar no por perfecto, sencillamente por afecto.
A veces las personas hacen arte, otras veces promueven el arte y otras tantas son arte en si mismo. Algunas notan esto último y son concientes de esa construcción y colaboran con eso. Otras no lo son pero colaboran igual porque a medida que avanza la vida avanza el arte. Yo conozco a la familia Crespo hace muchos años (exactamete diez, una década de tiempo) y mi principal vínculo es con Martín Crespo, uno de los tantos hermanos que la vida (que es generosa) le dio a Eduardo.
Mi vínculo con Martín es puramente familiar y él ha hecho cosas por mi que solo hace la familia. En el medio de todo esto una, que esta sola, cree que molesta al resto que por derecho tienen que venir primero. Pero esa sensación a decir verdad nunca lo tuve. Es como que siempre, desde la virtualidad o desde la presencia, siempre encaje y fuí como mucho una presencia silenciosa y lejana, más no un incordio. Esto se hace o lo hace la gente que tiene el arte de formar familia. Las familias, recurriendo a lo que tiende Simone de Beauvoir por constitución de un sujeto, no nacen se hacen. Y eso es un arte que como todo arte total, suele ser poco apreciado.
Seguramente alguien lea esto y piense que es un halago desmedido o incluso exagerado. Pero si uno contempla la vida hoy, con lentitud, se va a dar cuenta que no. Que luego del siglo XX lo que entendemos por familia se va perdiendo y se apga de a poco, dejando una sensación de orfandad con la cual es difícil de lidiar día tras día. Entonces si, puede haber una idealización de las familias de parte de quien escribe y de una larga lista de gente que esta a la espera de la suya propia. Pero no es una idealización banal y tampoco es menor. Porque si entrar al Louvre te cambia la vida o escuchar un disco modifia el rumbo de tus decisiones; bueno la familia también.
Y en donde la mayor parte de la gente, o la sociedad mejor dicho, lleva adelante un acto meramente performático, otros llevan adelante una construcción artística que bien sirve para sanar porque en donde otros pueden hay esperanza.
Dicho esto y desde todos esos lugares hoy hablamos con Eduardo Crespo.
Es un lugar común, pero ¿de qué se trata “Crespo”?
Crespo es una película sobre un proyecto trunco. Una película que quería hacer sobre mi padre se ve interrumpida por su muerte, justo antes de comenzar a filmar. A partir de ahí la película toma un rumbo incierto y me planteo hacer una película para atravesar el duelo, utilizando el cine como medio. También es una película sobre Crespo, sobre la avicultura (mi papá era veterinario) y sobre cómo la memoria colectiva de un pueblo puede transformarse en memoria personal.
¿Cómo te movilizó como hijo la muerte de tu papá y cómo se modificó tu cine a partir de eso?
Fue un golpe muy duro pero me encontró en un momento en el que yo estaba bastante conectado con él, si hubiera pasado antes hubiese sido peor.
Tuve la suerte de compartir muchas cosas con mi él. Cuando yo era chico, él y mi mamá fundaron un grupo de Scouts en Crespo con otra pareja amiga. Creo que fue ahí donde más cerca estuvimos físicamente, compartimos campamentos, actividades sociales en el pueblo y otras tantas cosas, pero también nuestra relación fue dejando de ser la habitual relación de padre e hijo, y se convirtió en eso que era algo, por lo menos, particular. Cuando íbamos a los Scouts yo me convertía en uno más, dejaba de ser su hijo. Luego dejé los Scouts, vino toda la etapa de adolescencia pura y dura, amistades, música, alguna que otra novia. Después me vine a vivir a Buenos Aires, filmé algunos cortos, pero fue cuando empecé a pensar en mi primer película “Tan cerca como pueda”, cuando me di cuenta de lo alejado que estaba de mi familia, más allá de tener una buena relación con ellos. Y ahí empecé a entender que el cine podía ser una excusa para acercarme nuevamente y en esa misma línea fue que empecé a pensar en Crespo.
Filmarlo a mi padre trabajando iba a ser la excusa para hablar de otra cosa, de nuestra relación, del pueblo, de mí. Cuando mi papá muere, el proyecto queda en stand by. Empiezo a viajar más seguido a Crespo, a estar con mi madre. Y empiezo a tomar muchas notas, de todo lo que que podía recordar de mi padre o escuchar que alguien contaba, porque me daba miedo olvidarlo, estaba tan aturdido (aparte tengo muy mala memoria) y ya no iba a tener a mi papá para preguntarle nada. Un tiempo después Santiago Loza, me propone retomar el proyecto y ayudarme a darle forma a esas notas. Entonces me tuve que plantear un mecanismo de rodaje por decirlo de alguna manera. Y así fue que descubrí una forma nueva, para mi, de hacer una película. Tenía la película muy presente, y con cada cosa que surgía o que yo le encontraba cierta conexión, iba hasta el fondo, no me importaba si me estaba desviando o si me perdía completamente, porque la película era sobre eso, sobre el proceso. Eso fue un poco instintivo, lo fui entendiendo a medida que filmaba y eso modificó mi manera de pensar mis nuevos proyectos.
Tus hermanos, tu mamá, cómo se relacionaron con tu película y como te acompañaron en el proceso?
Mi mamá y mis hermanos me aguantan en todas, tengo el beneficio de ser el menor. Mi madre aparece bastante en la película aunque no fue de lo primero que filmé. Me costó filmarla, hasta tuve que pedirle a un amigo que me acompañe a Crespo porque solo no hubiese podido. Después filmé algunas escenas con mis hermanos y mis sobrinos pero al final no quedaron en la película.
Por el proceso, pienso cada uno lo hace solo y como puede, por más acompañado que estés y de eso habla un poco la película.
Tu cine, más allá, de Crespo tiene per se un tono documental ¿Vas a continuar en esa línea estética?
Creo que sí. A medida que uno filma va encontrando una forma de aproximarse a las cosas y creo que esa debe ser mi forma.
Te desenvolvés también en televisión ¿Que aportó eso a tu cine y que aprendiste ahí?
Mi experiencia con Doce Casas (en donde co-dirigí junto con Santiago Loza) fue increíble, aprendí muchísimo. Teníamos mucha libertad para experimentar y eso fue una de las cosas más disfrutables del rodaje, nos permitimos hacer cosas que jamás haríamos en el cine, explorando dentro del mismo formato televisivo. Toda la serie fue filmada en estudios y con un equipo técnico gigante. Creo que es todo lo contrario a lo que hago en mis películas, pero algo de esa libertad, esa irreverencia para con el formato, hay en mi película.
fechas y horarios de #crespo
¿Y al bafici cómo lo ves?
El BAFICI para mí fue como una escuela. Desde que llegué a Buenos Aires no me perdí ni una edición. Vi muchísimas películas y descubrí directores que hoy son mis grandes referentes. Por eso le tengo especial afecto, y siento que es un privilegio poder estrenar una película en un festival que sigue creciendo a pesar de todo.
Este año hay unas cuantas salas que ya no están y hay otras que se suman. Creo que sería importante para el festival encontrar un lugar propio.
Espero que sea un buen debut el de Porta Fouz como director, este año particularmente hay muchas películas que tengo ganas de ver, para mí ya va a tener algo de especial por estar presentando por primera vez esta película.
¿ Cómo sigue el recorrido de Crespo luego del estreno en el bafici?
Primero, disfrutar del encuentro de la película con el público. Será la primera vez que se muestra y eso ya me genera demasiada expectativa. Después me gustaría que se vea lo más posible, por eso intentaremos estrenarla cuanto antes, primero en Crespo que ya tengo fecha, luego en Buenos Aires y otros lugares.
🙂