No tenemos miedo: sobre las mochileras argentinas asesinadas en Ecuador

La primera vez que viajé sola tenía 22 años, la misma edad que María José Coni y Marina Menegazzo, las mochileras argentinas asesinadas en Montañita, Ecuador y de cuya triste historia seguro has escuchado hablar. Hoy tengo 26 y sigo viajando sin compañía, cada vez con más frecuencia, pero aún así la reacción a la que sin falta me enfrento es “¿Y no te da miedo?”, a lo que pienso “¿A qué le voy a temer?” cuando más miedo me daría quedarme atrapada en la rutina del que no se mueve nunca de su sitio, del que no confía, del que no se atreve. Porque eso es lo que pasa cuando viajas sola y descubres que el mundo no es el lugar terrorífico que tanto te pintan.

Cuando viajas sola, o solo, las ganas de temer se convierten en ganas de confiar, porque gente amable hay en todas partes y al final uno nunca está tan solo como se cree, ya que si no eres tú tu propia (y mejor) compañía, lo va a ser otro de los tantos viajeros y locales amistosos que te encuentras por el camino.

El que viaja sabe que una de las primeras cosas a las que se tiene que enfrentar es a los miedos, los suyos propios y los de quienes le rodean. Atreverse a viajar es parársele de frente al temor a lo desconocido, a lo nuevo, a lo distinto. Es romper prejuicios. Es perder, pero sobre todo ganar.

Lo que le pasó a Marina y María José no tuvo nada que ver con el lugar en el que se encontraban ni con la distancia que las separaba de sus casas, tiene que ver con una cuestión de género. La historia de ellas pudo haber sido la de cualquiera. Es una muestra más de la lucha a la que nos enfrentamos todas las mujeres, no por salir de nuestras casas sin acompañantes masculinos, sino por ser mujeres en un mundo machista. Por ser mujeres en un mundo donde se nos sigue viendo como el sexo débil, como objetos, como descartables, como menos, como que estamos aquí a disposición de otros.

María José y Marina no viajaban solas. Ambas eran adultas y viajaban en compañía de la otra, no les hacía falta nadie para estar protegidas, pero eso no es lo que nos dicen los titulares.

Cuando eres mujer aprendes pronto que el mundo te ve de dos maneras: O como una frágil flor que debe ser resguardada, o como una provocadora atrevida. María José y Marina, así como el resto de las mujeres que viajamos sin compañía de un hombre, no somos ninguna de esas dos cosas. Somos libres, queremos ser libres y seguiremos luchando para serlo aunque el mundo no no los quiera permitir, porque sabemos que si nos encerramos, que si nos doblegamos, que si agachamos la cabeza y nos dejamos vencer por el miedo, quienes ganan son los malos y este mundo no es suyo. Este mundo es de los que sueñan, de los que sonríen, de los que viven, de los que aman y de los que se atreven.

Este mundo es nuestro, mujeres y hombres, y vamos a seguir recorriéndolo por Marina, por María José y por todos los demás a quienes les han arrebatado sus alegrías, para que sepan que seguimos siendo los más fuertes y que, aunque lo intenten, no podrán ganarnos.

María Virginia publica crónicas de viaje en su blog Feria Libre. Acá te dejamos una de las últimas, Crónica de un paso ilegal: de Colombia a Venezuela en Estado de Excepción. 

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