Vicky
Victoria Donda es diputada nacional en Argentina y es también una de las primeras nietas recuperadas en democracia. La carrera política de Victoria, o Vicky como se le dice cotidianamente, lleva ya muchos años. Estuvo en los primeros años del kirchnerismo para luego alejarse tal cual la agrupación política a la que pertenece “Libres del Sur”. Estuvo en las construcciones progresistas del FAP y hoy acompaña a Margarita Stolbizer, de cara a renovar su banca de diputada en Octubre. Se puede coincidir o no con las posiciones políticas que tomó Donda en la década pasada, pero se debe decir que es una de las figuras femeninas más relevantes en la política argentina actual junto con Myriam Bregman (FIT) y Maria Eugenia Vidal (PRO). Donda tiene una voz fuerte y la uso cuando decidió que el kirchnerismo era, en sus palabras, “un proyecto hipócrita”.
En el 2011 cuando Victoria asumió su banca de diputada por el Frente Amplio Progresista, la agrupación kirchnerista “La Cámpora” no dudó en gritarle “trola” en alusión al vestuario que había elegido. Victoria tenía un vestido negro ajustado y con escote. Estaba elegante y estaba feliz de asumir esa banca. Sus logros, que son suyos, cosa que no puede decir la agrupación kirchnerista reconocida por su machismo, fueron brevemente opacados por los gritos que buscaban tanto denigrarla como quebrarla. Vicky en ese momento demostró que tenía razón y que el kirchnerismo es hipócrita. Trafican igualdad de género y diversidad, mientras llevan adelante los mismos modos misóginos que solo ven en la política. Su concepción de la política es que con el poder se hace cualquier cosa. Lejos de cualquier aspecto democrático, La Cámpora actuó con la carta blanca que está convencida de tener. En su seno, mantienen a un violento y al resto, le demanda respeto para con Cristina Kirchner. Son la demostración total de esquizofrenia y capitalismo.
Hoy Victoria Donda volvió a sufrir una agresión de parte de una de las estrellas del kirchnerismo. El ministro Axel Kiciloff no dudó en sugerirle que se “pusiera las plumas, se vista de algo, grite” frente al pedido de Donda de que se mostraran los índices de pobreza en Argentina. Se repite entonces el patrón con el cual debemos convivir. Mientras que la cúpula kirchnerista hace gala de su diversidad de género y no deja de utilizar una y otra vez la palabra inclusión, dejan de lado lo que predican, cuando surge algo que no les gusta.
Si algo se sabe de la dinámica política actual en Argentina, es que se ha convertido en pura retórica y pedido de credenciales. No hay debate, no hay cifras. No sabemos cuántos pobres hay, no tenemos estadísticas sobre feminicidios y no sabemos cuánto vale el peso argentino. Las respuestas frente a esas preguntas son solo acusaciones, difamaciones o insultos. Es lógico que la población más vulnerable frente a eso sea la femenina. Por eso, este texto es para decirle a Victoria que no está sola; acá estamos con ella.
El feminismo es una praxis política. Hay que escribirlo todos los días y asimilarlo. No es un sentimiento y no es una diversión, no es un espacio lúdico y tampoco es una excusa para juntarse con amigas. Es una praxis política y como tal, es dura, discute y argumenta. Eso se le dice hoy al ministro de economía: Estamos haciendo política. Desde las bancas, desde la construcción territorial, desde nuestras maneras de construir la maternidad y desde la resistencia a dichos que nos denigran y nos rebajan en todos los sentidos. En el sentido físico, en el sentido intelectual y en el sentido ético.
Por todo eso hay que contestar. Primero para dejar bien en claro que los dispositivos para fomentar el miedo, son y serán desarmados por las feministas y sus aliados naturales. Y en segundo lugar, para demostrar sororidad de género con Victoria. Porque el feminismo en su praxis entiende las agresiones como un golpe al género. De esta manera, protegemos a la víctima, acusando el golpe y tomándolo junto con ella. En ese sentido el feminismo está acá para decirle a quién sea que la oposición que va a recibir no es de una. Es de muchas.
Pero también, cabe agregar, debemos desarmar otra bomba de tiempo. El silencio de hoy de parte de las defensoras del gobierno que se declaran feministas, deja en claro que no lo son y que trafican con nuestra práctica política para su beneficio. No se trata de “mi feminismo es mejor que el tuyo”. Se trata de ser algo o no serlo. Y cuando se calla, cuando las mujeres que se definen como feministas se callan, cuando optan por el silencio, cuando rompen los lazos de solidaridad, cuando deciden beneficiar con la duda a los hombres, cuando deciden justificar dichos antes de denunciarlos, cuando dejan a una de nosotras sola, dejan el feminismo.
Y cuando hacen eso se dejen a si mismas en soledad. Que lo piensen hoy. Porque mañana las feministas no vamos a pagar con la moneda del silencio. Nuetra praxis es que en la lucha por los derechos incluimos a todas.
Incluso a las que nos traicionan.
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