Voley: sufrir por nada.
COPIA & CLASE SOCIAL
Todo lo que se repite se repite como farsa a lo que podemos agregar todo lo que se copia se suele copiar mal. Recientemente estuve pensando que el problema de las películas que quieren aproximarse al aura Cassavetiana, la posibilidad de filmar la intimidad sin parecer un vouyer, es perder contra un rival inalcanzable. Eso sucede en una gran película como Blue Valentine en la escena del hotel y se torna aún peor en una toma casi calcada de la película de Derek Ciandrance, en la reciente Aire Libre de la argentina Anahí Berneri. Cassavetes hay uno solo y Apatow también. Del primero siempre deseo más y por eso siempre vuelvo, del segundo últimamente no hago más que escaparme. Y si se escapa del original ¿por qué permanecer en la copia?
Lo que la crítica ha dado por llamar Nueva Comedia Americana es algo más bien viejo en todos los sentidos. Los gestos y giros escatogicos están presentes en Animal House o la franquicia Porky´s. Pero a eso se le suma que el cine de Apatow tiende a tener un giro bastante reaccionario y conservador a medida que va dejando los pocos espacios de ternura que habitaba para entregar un cine que se regodea en el cinismo y tapa la falta de humor negro con crueldad. Lejos esta de los disfuncionales que al menos supo producir (Freaks & Geeks) y más lejos aún de joyas como Pretty in Pink en donde a la rareza se le suma una interesante idea de lucha de clases que también se ve en The Breakfast Club. El territorio de Apatow esta demasiado pegado a la miseria humana y el cine suele hacerse de la grandeza que da para la misma. O al menos el cine inolvidable.
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Voley es un largo homenaje a Apatow que llega tarde y llega mal. Leí varias críticas que hablan de “frescura” o de diálogos “deliciosos” porque es pandemia referirse a las obras de arte, aunque en este caso no hablemos de una, como si fueran una gaseosa o un torta. Bajo esta rigurosidad gourmet vamos armando un panorama más que benevolente sobre una película que como única honestidad tiene la de venir a reconocer que da cuenta de una generación que llegando (o pasando) los 30 no sabe lo que quiere, no sabe a dónde va y se comporta con la pedantería de la clase social a la cual pertenece, clase media / media alta, que cree que coleccionado determinados consumos culturales se hace efectivamente culta, mientras sigue rigurosamente el plan de vivir de lo que produjeron los abuelos y los padres.
El espejo en el cual se mira Voley es el de una generación que puso ancla en la adolescencia. Los adultos son responsables de sus actos en condición de adultos, los adolescentes y los niños en cambio no lo son. La adolescencia es el espacio en donde las personas comienzan a despegarse de los grupos de pertenencia que les fueron necesarios para transitar el sinuoso camino a la vida adulta. En esa etapa se producen errores graves, se sufre y se hace sufrir, se reciben heridas y se las otorgan, se falla frente a uno mismo y se falla frente a los demás. Pero el ímpetu que otorga la juventud, combinada a que los días y los años son eternos, siempre dan aire para rearmar. Pasados los 25 se entra en una cuenta regresiva y llegando a los 30 se debería entender que minimizar el sufrimiento y el dolor son los verdaderos gestos de inteligencia. Aparentemente es pedir demasiado.
Los gestos de Voley son antes que nada caprichos de clase. La casa del abuelo en Tigre es la propiedad que representa que todo viene de arriba. Trabajar no es nada más levantarse a las 7 de la mañana para ir a la oficina o a la fábrica. Trabajar es también construirse como propia persona y determinarse a ser alguien con nombre propio. Voley se mira en el espejo de #NAC pretendiendo arrimarse al coolness de un grupo minoritario que ve y “entiende” comedias “ácidas” que ve y “consume” series de AMC o HBO, que quiere la neuoris al estilo newyorkino y que llena instagram de todas y cada una de estas cosas. Ay.
MISOGINIA & ESTUPIDEZ
En una crítica aparecida en otros cine se señala que Voley tiene un cierto “tufillo misógino y sexista” para luego desestimar algo que seguramente se lee y se ve como menor. No es la única reseña que desestima la posición ética donde se para Voley, nada nuevo en como se ve el cine argentino. Que importa que la película sea misógina y sexista, un detalle menor, una cosa de nada, mejor enfocarse en los aciertos. Una pena porque ese tufillo misógino es bastante común en el cine independiente argentino que suele alojar a las mujeres en papeles secundarios o sencillamente mostrarlas como idiotas con problemas de lecto escritura. Voley no es la excepción y no le otorga inteligencia, bravura, carisma o poder de decisión a ninguna de las criarturas femeninas.
Las mujeres en Voley ocupan el rol soñado de cualquier varón promedio: se maltratan entre si, se traicionan entre si, se tratan de putas o de obsesivas o de taradas entre si y terminan de todas maneras doblegas por la voluntad de dos muchachos sin muchas luces, sin un talento a la vista, uno abiertamente maltratador, el otro un poco más disimuladamente maltratador y ninguno al final del día o al caer de la noche, lo que podemos calificar de buen partido.
Se abre una pregunta que sería interesante contestar ¿qué le ven estas mujeres a estos varones? Visto desde afuera poco y nada, pero conociendo como funcionan las cosas lo que ven es lo que creen merecer. Y eso es lo llamativo de Voley, si las mujeres toleran ser cogidas o culeadas a voluntad es porque su autoestima esta a menos 100 grados y los roles otorgados funcionan: la insoportable que necesita una buena cogida, la indecisa sexual que se inclina ante la pija, la tonta que es fácil cogerse total es medio tonta ve duendes, la gata que se coge a tu novio.
Sad but true.
TRAMA & DESPERDICIO
¿Y de qué se trata la película en cuestión? Se trata de un un grupo de chicos con todas las necesidades cubiertas se van al Tigre (hipsters con OSDE) y se drogan solo para descubrir que ni drogados se tornan interesantes y volver cada uno a su casa dejando un basural atrás del cual seguramente se ocupen los padres. Más no hay.
Una pena ver en este trip al Chino Darín que se animó a cargarse un personaje difícil en Muerte en Buenos Aires, película que si bien no es excelente esta muy por encima de Voley.
A la salida del cine con una amiga comentábamos que por culpa de este tipo de grupos que representa Voley, El Tigre se torno absolutamente inviable para nosotras. Lo más triste, señalamos, es que no conectan con la naturaleza. ¿Entonces para qué van? Bueno, van para esto. Para cumplir el capricho de hacer una película auto referencial, casi ego maníaca, sobre una generación que no supo tener la valentía de vivir su viday se conforma en estancarse en una época que jamás volvera.
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