Fuego en la piel
Con cierta experiencia en este tipo de literatura – 50 Shades of Grey o su casi réplica AFTER y también la más experimentada Megan Maxwell- puedo decir que si la crítica o cierto público que desconoce este tipo de literatura esperaba más, el error de ellos. Este tipo de libros son una sucesión de nada que anulan, evento que yo no creía posible, cualquier tipo de trama clásica. No hay nudo, no hay desenlace, no hay remates al final de los párrafos, no hay gancho cuando finaliza cada tomo. No hay nada a excepción de una serie de diálogos – casi siempre tan inverosímiles que logran ser grandiosos como si todos fuéramos víctimas de una gran broma, un experimento dadísta o un estudio patafísico – que se engarzan con una serie de acciones que no conducen a destino alguno.
Escribir más de 1000 páginas de este tipo de literatura es un suceso que no logro descifrar como tampoco su fórmula ¿Cómo lo hacen? esa es la única pregunta con la cual me encuentro al finalizar cada libro. Tan adictivos como la necesidad de algo dulce después de algo salado, este tipo de libros vienen a llenar una necesidad y no es la de la felicidad de leer algo calidad. Es otro tipo de felicidad más íntima, o al menos eso es lo que pude entender en las mujeres que encaran esta lectura, que tiene que ver con algo más triste: la insatisfacción sexual producto de las prácticas conservadoras que se desarrollan en la cama. A eso se le une otro mal de época: la soledad.
El deseo es algo que no se puede reprimir y va a encontrar su punto de fuga. No importa cuánto se intente reprimirlo, se va a fugar igual. Algo de esto debe haber entendido E. L. James, autora de la trilogía que deriva en el film, para lograr captar a tantas mujeres en el mundo. La preocupación parece ser en torno a si el libro es bueno o es malo, asunto totalmente subjetivo, en lugar de detenerse a pensar por qué un libro que gira en torno a prácticas BDSM, provoca tanto escándalo en ciertos sectores y avidez en otros. Por momentos pareciera que lo único que molesta es la masturbación femenina, para qué andar con vueltas, que provoca (y alienta) este tipo de literatura. Las mujeres se encienden con cada encuentro entre Mr Grey y Ana, lo viven como propio, como fantasía y como deseo. Bueno sería saber cuantas de ellas pueden llevar este tipo de prácticas a la cama de sus parejas o compañeros circunstanciales sin ser juzgadas. La sexualidad femenina y la capacidad de goce de las mujeres sigue siendo más envidiada y reprimida que disfrutada y experimentada. Es una verdadera pena que semejante bomba atómica que viene en el cuerpo de cada mujer – ese pequeño lujo llamado clítoris – no sea debidamente presionado hasta desencadenar una explosión. Sinceramente -sin ánimos de hacer del sexo algo obligatorio como viene sucediendo- estaríamos todos mucho mejor.
Sam Taylor-Johnson saca agua de las piedras en el acto de llevar a la pantalla #50SDG. No puedo dejar de preguntarme qué hubiese sucedido si el encargado del guión hubiese sido, como iba a suceder en un principio Breat Easton Ellis, que estaba más que entusiasmado con la idea. Seguramente en manos del autor de American Pshyco todo hubiese sido de otra manera, elevando las escenas de sexo a la altura que se merecían y mejorando los rasgos perversos y torturados del millonario Grey. Pero eso no sucedió. Lo que tenemos en pantalla es una película erótica que cuenta apenas con un puñado de buenas escenas y no mucho más. De todas maneras habiendo leído el libro, aquello que vemos es una mejora frente a lo que se ofrece en cada página de este best seller. Podemos decir que en donde no había nada, alguien se tomó el trabajo de crear algo. No es poco.
No creo que #50SDG deba ser mirada como una pieza de arte o un ejemplo de buen cine comercial. Tiene que ser mirada con los sentimientos y al decir esto asumo que pongo en cada línea los míos. Las mujeres que ven por primera vez a Anastasia y Christian Grey en pantalla se deben haber sentido tan conmovidas como cuando yo vi por primera vez a Katniss Evederen o Amy Dunne. Son sucesos importantes en la vida de miles de personas, burlarse de ellos o tomarlos a la ligera es una falta de respeto y una muestra de soberbia fútil.
Lejos de querer forzar algo que no siento, debo decir que si bien el libro no logro arrancarme demasiadas emociones, la película a su manera sí. Quizás porque al final no soy tan distinta que el resto de las mujeres y espero que se me solucione la vida de una vez con alguien que me ame y no me juzgue en la cama, en lo que me queda de vida. Quizás es porque quiero que me suban a un avión sin motivo alguno, tan solo porque me lo merezco por ser yo, o me instalen una Macbook Pro en mi casa para dejar de quejarme por mi vieja PC que ya no quiere saber más nada con el encendido. La verdad no lo sé, pero la verdad es que tampoco me perturba demasiado. Son fantasías, sueños, proyecciones, algo de lo que agarrarse un ratito mientras se retorna a la vida normal. Eso como sabemos tiene sus riesgos, el impacto de la vida real en contraste con la fantasía del cine puede ser algo muy duro o puede ser un dispositivo que provoque una contínua disconformidad con la vida diaria. Estoy al tanto de eso. Pero los sueños sueños son.
La escena más trascendental de #50SDGrey no es ninguna de las vinculadas al sexo. Es la de la negociación del contrato entre ambas partes. En función de que la relación entre Mr Grey y Ana funcione, un contrato es necesario o al menos así lo plantea este millonario salido de un comercial de Dior. En una escena perfectamente filmada: Mr Grey y Ana discuten que cosas serán permitidas en la cama y cuales no, a dónde están los límites y cuan lejos está dispuesta a llegar ella frente a los embates perversos de él. Algunas cosas son sacadas de la mesa de negociaciones -el Fist Fucking Anal queda fuera de toda negociación cosa con la cual …estoy de acuerdo- otras son aceptadas, algunas serán negociadas, premios serán agregados, se concederán determinadas demandas. No tengo memoria de escena más cómica y que mejor represente la llegada del capitalismo a las relaciones que esta, al menos no en el cine contemporáneo. Es realmente graciosa, plantea un conflicto grave en las relaciones contemporáneas y tiene un timing que se lamenta no ver en el resto del film. Dolorosa pero con toques de gracia, en pocos minutos nos vemos reflejados en un mundo moderno descarnado que aún pelea con el amor. Al fin y al cabo Mr. Grey pondrá en la mesa algo más de cama con dolor para ofrecer formalmente una cita. Cine, cena, lo que quieras. Pero primero, fírmame el contrato.
Respecto a las escenas de sexo. Los que reclaman más que practiquen en sus casas. Hasta donde llega mi experiencia y la de las mujeres que me rodean la verdad se ve mucho más en esos pocos minutos, que en lo que se obtiene del pacato y conservador varón promedio argentino. Tomen algunas notas, utilicen Google, bajen del podio a Sasha Grey, suban a sus mujeres. Sería un acto de inteligencia preocuparse menos por la calidad del film y más por lo que pasa por la cabeza femenina que ve esto. Algo me dice que si un varón en lugar de lucir sus (inútiles) conocimientos cinematográficos o literarios simplemente pregunta ¿qué te gusta de esto? va a ser mucho más feliz explorando esa respuesta que mirando una de Godard.
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50 Shades of Grey
Dirigida por Sam Taylor Johnson
Protagonizada por Dakota Johnson y Jamie Dornan