El 2 de julio de 2013, esmifiestamag.com llegó a internet (en ese tiempo, eso sí, éramos .cl). El proyecto se construyó en base a una necesidad muy chiquitita, individual que rápidamente comenzó a ser compartida por diferentes compañeras: en ese momento no había ningún medio de comunicación, creado desde Chile, dirigido por mujeres, en el que se pudiese escribir la palabra feminismo hablando de cualquier tema, con vocación popular. Sobre todo desde la cultura. Sin ir más lejos, creé EMF porque tenía mucho interés en escribir sobre música desde una perspectiva feminista, ocupando explícitamente la palabra. Y cuando ofrecía esos temas a otros medios, la respuesta era: “¿feminismo? qué latera” (¿se dan cuenta cuánto ha cambiado todo?). Tanto yo como las maravillosas compañeras que comenzaron a colaborar estábamos dejando de ser estudiantes y nos enfrentábamos a nuestros primeros trabajos de días completos y recuerdo que sentíamos las ganas de escribirlo todo, aunque resultara un texto bueno o malo. Lo importante era escribir todo lo que estábamos pensando y descubriendo, porque el deseo era poder conversarlo con otras.
Columnas sobre todo era lo que escribíamos en un inicio. Columnas y recomendaciones de todo tipo. De todo lo que íbamos encontrando por internet y nos hacía algún sentido. Porque -aunque el ímpetu de la juventud nos hacía ser estrictas al opinar- lo que más teníamos eran preguntas que tratábamos de responder mediante el ejercicio de la escritura. Otras veces, solo necesitábamos sacar hacia afuera lo que estábamos pensando (y sintiendo), para poder conversarlo en comunidad. Con el tiempo, se unió al proyecto la talentosa Helena Pérez Bellas desde Argentina (y nos hicimos .com). También comenzamos a visitar otros formatos: las entrevistas a diferentes personajes del ámbito latinoamericano, publicación de relatos de ficción y reportajes de investigación sobre violencia machista. Y me doy cuenta, escribiendo esto, que llevamos una década con diferentes (y muy generosas) compañeras sosteniendo este proyecto sin ningún tipo de financiamiento, porque vamos sintiendo urgencias: de pensar, de compartir, de hacer registro y archivo. De conectar con otres. Dicen que cada día tiene su afán y, sin duda, estos últimos diez años han sido vertiginosos, de muchas preguntas y cambios para todos, pero especialmente para nosotras como mujeres y algunas/algunes que han contribuido a esta fiesta que nos reconocemos como parte de la comunidad LGBTQIA+ ¿Cómo es el mundo en el que vivimos? ¿Cuáles son los futuros posibles que imaginamos?
Llevamos una década compartiendo ideas en comunidad (recuerden que nuestro #buzónemf siempre está abierto para recibir sus textos, fotos, dibujos, ideas). Hace un buen rato que ya salimos de esos primeros trabajos, nos hemos cambiado de casas. Han cambiado los amigues. Nuestros cuerpos. Ahora nos toca hacer más trámites, ver a nuestros padres y/o madres envejecer, ya nos han preguntado en alguna ocasión si queremos ser madres y vemos cómo nuestro pensamiento respecto a diferentes temas se ha ido complejizando. Y en ese paso del tiempo, ese que reúne todo, en donde encontramos una gran belleza.
EMF recibe su nombre por la canción de Lesley Gore, de 1963 (este año cumple sesenta). “Es mi fiesta y lloro si quiero”, dice el coro. En el 2013, esa referencia me hacía sentido porque sentía que no tenía ningún espacio para dar los jugos que quisiera dar, rodeada de amigas. Reírme, reclamar, llorar, gritar. Pensar. Hacerme preguntas. Escuchar canciones lindas. Conocer a nuevas personas hermosas. Y a una década de esa pequeñita idea, me alegra saber que existen nuevos -y muchos- espacios para hacerlo, pero también que este se mantiene. Sigue vivo. Desde el 2023, EMF será lo mismo, pero a la vez muy diferente. Hemos crecido y este proyecto también. Y están todes invitades. Por favor, sigamos dando jugo juntes. Sigue siendo nuestra fiesta.
—Javiera.