Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista
Glaciares explotados de forma indiscriminada, bosques nativos destruidos por las forestales, especies de flora y fauna en extinción, el envenenamiento de nuestros alimentos, y el secuestro de las semillas en diferentes zonas del mundo a manos de empresas. Todo esto y más se resume en la explotación no sustentable de los recursos de la Tierra en beneficio económico inmediato del sistema capitalista y, por extensión evidente, patriarcal.
La ecología y el feminismo juntos tienen todo el sentido del mundo. Partamos de una idea básica, tanto la naturaleza como los cuerpos de las mujeres han sido históricamente explotados por el sistema patriarcal. Desde los años setenta diferentes movimientos feministas comenzaron a poner sobre la mesa el término ecofeminismo a través de diferentes perspectivas. Algunas más esencialistas, relacionando el rol reproductivo de la mujer con la tierra, y otras más constructivistas, ligadas a la marginalidad y opresión de las mujeres en los procesos productivos y -en general- del sistema.
Esta última visión es quizás la que encuentro más interesante, pues lo esencialista sitúa a la mujer dentro de un rol fijo e inamovible de mero ente reproductor, dejando fuera también a otras identidades oprimidas, mientras que el hecho de reconocerse como un sujeto marginado y violentado por el sistema capitalista, permite entender de mejor forma todos los niveles de explotación que sufre la naturaleza.
ANOHNI decía que las mujeres podemos salvar el mundo y creo verdaderamente que es cierto y que una alternativa frente a esto es el ecofeminismo, dentro del que se incluyen diferentes acciones cotidianas con las que podemos contribuir, como el veganismo, por ejemplo: los animales son esclavizados para el consumo del hombre, hembras de diferentes especies son violadas para dar crías, luego estas crías son separadas de sus madres y todos son asesinados. Otras veces, esas madres siguen dando crías y dando leche, hasta que ya no sirvan. Y así se repite la cadena, una y otra vez. Si el hombre ha explotado históricamente a las mujeres, ¿por qué nosotras seguimos contribuyendo con esa explotación si nos consideramos feministas? Esto no es un texto aleccionador, por el contrario, son cosas que llevo mucho tiempo pensando y quiero compartirlo, porque me gustaría saber qué piensan ustedes. Es sólo una de las constantes contradicciones a las que nos vemos sometidas viviendo en este sistema.
Los feminismos son diversos movimientos políticos que se sitúan desde la marginalidad, desde el lado de los oprimidos. Los bosques, ríos, el derecho al agua, las semillas y los animales están también en este costado. También tenemos que defenderlos.
Si quieren saber más sobre el tema les recomiendo mucho leer a Alicia Puleo y descargar gratis el libro Feminismo, Ecologismo y Política Social, editado por Fórum de Política Feminista. Mientras lo hacen, también les podría gustar esta canción de Natalia Contesse, una compositora chilena cuyo trabajo tiene mucho que ver con la defensa de la tierra.
‘Tan inundando Aysén y secando Arauco
‘Tan inundando Aysén y secando Arauco
A la señora Rosa la están matando
Por no querer vender su pedazo ‘e tierra
En silencio le están haciendo la guerra
Por no querer dejar esa montaña
La rodearon de pinos
Quedó sin agua
Los pinos le secaron toda la chacra
Muertos sus animales
Muertas las plantas
Muerta va su mirada y su esperanza
Muerta va su mirada y su esperanza
Ahora la doña Rosa podrán sacarla
Podrán quitarla
Podrán matarla
Podrán secarla
Todo viene del fuego
Que viene del centro
De un gran corazón
Y todo viene del fuego
Que viene del centro
De un gran corazón
Y todo sería de la gente
El agua sería de la gente
La tierra sería de la gente
‘Tan inundando Aysén y secando Arauco
‘Tan inundando Aysén y secando Arauco
‘Tan inundando Aysén y secando Arauco
‘Tan inundando Aysén y secando Arauco