Me paseo el mansplaining

*Fecha original de publicación: 14 de septiembre de 2016

O cómo hablar sin ser interrumpida.

Lo primero que debes hacer es acallar el monólogo interno (me interrumpieron tengo rabia pero ah no puedo contestar porque arghhh).

1.

Es difícil hablar en público, a todas nos cuesta, incluso a ellos. También hay situaciones donde son ignorados. Sin embargo, el patriarcado actúa no privándonos de la participación de lo público, sino sometiéndonos a ser sempiternas actoras secundarias. Ciudadanas de segunda clase, sin privilegios. Esa es la realidad que muches aún se niegan a ver.

El primer paso es detenerse a mirar. Percibir el lugar relegado al que la educación chilena somete a la mujer. Sólo así se notará una serie de inequidades que parten por el prejuicio sobre nuestras capacidades.

La vagina es la puerta de entrada. Ya que lo “femenino”, concebido como una masculinidad incompleta, será el común denominador de toda “deformidad” del cuerpo heteronormado de la sociedad; una mujer que dispute el lugar históricamente ¿ganado? del hombre, por ejemplo, una mujer opinante, será un monstruo a combatir.

La educación chilena tiende a subvalorar y menospreciar a la mujer. Vulgarmente conocido como “tirar pa abajo”. Pregúntatelo. ¿Has llamado alguna vez a la novia de un amigo con el nombre de tu amigo en femenino?

Por ello, el primer paso es mirar.

2.

El fenómeno se replica cual rizoma en la mayoría de los espacios de desenvolvimiento social. Utilizaré como ejemplo la sala de clases. Las mujeres ya entran como invisibilidad ya que en español la norma universal es el masculino. Sumado a eso está la gran bibliografía eurocéntrica que se lee en países como Chile o Argentina, con educaciones fuertemente influenciadas por las escuelas europeas. Esta bibliografía y tradición, en su gran mayoría, es bastante machista. Teorías escritas por hombres para hombres, en momentos donde los problemas de género son relegados a otra esfera que no tiene vocación universal.

Ir a la escuela para aprender que hombre es igual a mundo contribuye a la construcción de la subalternidad.

3.

Es difícil para todxs. Sin embargo, ellos tienen una ventaja. Toda su vida les han enseñado a hablar.

Y para hablar, primero hay que tener algo que decir.

La inequidad y la diferencia en la construcción de los roles de género sin embargo, les da otra ventaja. Para decir algo, sólo tienen que hablar. Ni siquiera tiene que ser bueno, original o propio para que sea escuchado. Ese es su privilegio.

Sigamos con el ejemplo de la sala de clases. La dificultad como estudiante es poder elaborar un pensamiento mientras hay una persona dictando información. Puede ser que la primera clase hayas querido decir muchas cosas, pero no hayas encontrado la forma de decirlo.

Y la clave para decir algo es primero tener algo qué decir.

Los sujetos hombres suelen hablar más, pero si te detienes a escuchar, verás que pocas veces son cosas interesantes o pertinentes. Muchas más será como si de pronto su monólogo interno se amplificara. Está bien, todas pensamos muchas cosas, no todas son totalmente relevantes para el contexto donde nos desenvolvemos.

Quizá, si quieres hablar, por ejemplo apuntar alguna conducta machista o sexista de tu espacio o del tema que se trata, tendrás que tomarte varias sesiones para observar el ambiente, identificar quiénes son las personas que más hablan, notar qué dicen. Identificar a quien da la palabra, ver cuál es el mejor momento para alzar la voz.

Sólo así llegarás a hablar.

4.

El problema es el mansplaining. La hombrexplicación. Hombre designa aquí no sólo al sujeto que generalmente ejerce la acción, sino también la actitud machista con la que la interrupción ocurre. Ya que así como cuando los hombres hablan, pocas veces dicen cosas interesantes, también sucede que cuando interrumpen, pocas veces es por algo relevante. Puede ser en su mayor parte un impulso destinado a aclararte algo que piensan no tienes claro. Otras veces derechamente es una actitud defensiva ante una autoridad que se ve amenazada.

Por ello, el hombrexplicador de tu grupo debe ser concebido como un enemigo, y como tal, debes identificarlo y estudiarlo.

Volviendo a la sala de clases, no es el/la profesora, sino generalmente un compañero/ra. Esto es lo primero, la autoridad que esta persona tiene siempre debe someterse a cuestionamiento. Los sistemas de poder se sostienen sobre sistemas sociales que los validan.

¿Lo identificaste? Bien, esta es la manera de atraparlo.

5.

El “tener algo que decir” requiere de mucha reflexión. Pero sobre todo de mucha confianza. No creas que lo que dices será “una idea tonta”, o “algo nada que ver”. Lo que dirás será tan bueno o malo como lo que diría cualquiera. Cuando sepas esto, será el momento de alzar la voz. Y lo cierto es que cualquier momento es bueno.

Si el hombrexplicador sobrepone su voz a la tuya, con una técnica clásica que busca que dejes de hablar por la fuerza, tienes varias opciones.

Disputar el discurso en la acción directa y hablar más fuerte. El riesgo es que vendrá la fatídica frase desde el infierno patriarcal: “cálmate, no grites”. Si esto sucede, di “estoy calmada” o “así es como hablo”, y continúa.

Escuchar atentamente a tu hombrexplicador, y cuando termine, retomar tu discurso diciendo “entiendo eso, pero” o “no es eso lo que quiero decir, lo que yo quiero decir es”. Repetir cada vez que sea necesario.

Mirar a tu hombrexplicador directamente a los ojos y decirle “no he terminado”. No hay falo que sobreviva.

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