Revival: la vida y la muerte en una jugada

:AYER:

Tengo en la memoria el momento exacto en el cual abrí por primera vez en mi vida un libro de Stephen King. Fue en el año 1988 en un micro de la escuela, esos micros tradicionales de las escuelas porteñas de Buenos Aires, naranjas con franjas negras o blancas y asientos tapizados en cuero negro. No recuerdo de cuál excursión veníamos, ¿un museo? ¿el zoo? ¿la granja?, pero sí recuerdo que al volver me separé del resto, porque estaba obsesionada con un libro.  Ese libro, como tantos otros, lo había robado de la biblioteca de mi madre. Hablaba de reyes, reinas, dragones, príncipes, mayordomos y fantasía. Ese libro era más que un libro. Tenía algo que lo separaba del resto de la literatura que había consumido hasta ese momento. El terror para mí era un par de cuentos de Elsa Bornemann reunidos en su, ya legendario, “Socorro”. Pero esto, más allá de la fantasía, era otra cosa.  El libro se llamaba “Los ojos del Dragón” y al terminarlo pasaron dos cosas: no volví jamás a la literatura infantil y/o juvenil. Y la segunda fue la más trascendente de mi historia como lectora: llegue a Stephen King a la gloriosa edad de los 8 años.

Una persona a los 8 años no sabe quién es King y qué representa. Leerlo tenía mala fama. Su condición de bestsellerista lo ubicaba por debajo de los escritores “serios” pero, sin embargo, sus libros se multiplicaban en mil maneras. Series de tv, películas y films para tv de cable. En la adolescencia leí: Cementerio De Animales, Carrie, Cujo y un volúmen de cuentos. En el primer año del secundario unas compañeras organizaron un pijama party. Había cartas, una tabala de Ouija y varias películas de terror. La primera en proyectarse fue It. No sé qué paso, al día de hoy no se qué me pasó, pero tuve un miedo que caló muy profundo. Como si todo de repente se tornara demasiado real. Las adolescentes potenciales Carries, el perro labrador potencial Cujo, los gatos potenciales zombies y ese payaso el mal encarando. Sentí miedo real, no el exagerado de los gritos entre todas, del “ay boluda que miedo!”. Sentí terror.

Nunca más pude ver un payaso de la misma manera. Si suben a un colectivo a hacer un show, me bajo. Si están repartiendo globos en un parque, me voy. Si me hablan, no contesto.  Si insisten, no me lo tomo en serio. Si insisten aún más….bueno, no ha pasado aún. Ojalá nunca pase.

Dejé un poco a King. Volví a visitarlo pero….me había lastimado. Me había hecho un mal.  Y yo, que era muy niña. creía que era mi amigo literario.

Así que nos separamos y finalmente lo olvidé.

:HOY:

Hace unos años la conocí a Laura. Vino a verme a un recital de Los Galgos y de ahí nos hicimos amigas. Con los años las amistades cambian y vas sumando a la persona y la persona te suma a vos.  Cuando descubrí que era fanática de King me pareció una maravilla pero yo….no lo leía hacia mucho. No sabía de qué hablar.

Una noche del 2012 estaba en casa. Sebastián había salido y yo, me pasa siempre, me quedé para estar conmigo. Ego y soledad. Quería leer algo pero no sabía qué. Haciendo scroll con la tablet ida y vuelta 300 veces encontré el nombre de King. Muchos títulos para bajar y compra, decenas, en cantidad. Intenté recordar el primer libro, aquel primer libro, que por motivos que desconozco, ¿mágicos?, no mudé a mi casa en el 2005. No podía recordar su nombre, así que abrí Google y escribí pedacitos del argumento que recordaba y enseguida apareció “Los ojos del dragón”. Lo leí en una noche. Y empezamos otra vez.

Luego del encuentro con la del dragón tuve muchos más: Cell, Colorado Kid, Joyland, Todo Oscuro Con Estrellas, Mr Mercedes, Christine.

Fue imparable. Lo es.

:REVIVAL:

En el 2015 llego Revival. Sin dudar: lo mejor que leí en esos 365 días. Me hizo bien, me hizo mal. Cuando me lo entregaron pensé qué belleza y qué peligro. Lo leí rápido pero desaceleraba para que no se me fuera como agua entre las manos. Lloré, muchísimo.  Me acompañó, por circunstancias de la vida, en hospitales, guardias, esperando médicos, angustiada en casa, aterrada en un bar. Pero me acompañó.

Cargué Revival durante semanas. Está lleno de marcas, banderitas, subrayados con lápiz, anotaciones a pie de página. Tengo una libreta en dónde anote mil cosas y las mil cosas son mi relación con la obra de King. Revival cuenta cinco décadas en la vida de Jamie y su relación con el Reverendo Jacobs, un personaje que aparece en su infancia y luego lo interpelera a lo largo de toda su vida.

La última novela de King es formalmente un relato del género coming of age. De la infancia, a la adolescencia, a los lobos. Los lobos son desde ya la vida adulta. Y a Jamie más de una vez se lo quieren comer los lobos, lo arrastran, lo toman de un tobillo, lo contaminan.

En el medio King habla de mil cosas pero con la libertad y sabiduría que le da su mano de escritor que le permite, con precisión y fuerza, hablar de todas bien. En la vida de Jamie aparece la muerte temprana, la enfermedad, la música, las drogas, las adicciones, el primer amor, el sexo, el desamor, el hecho de perderse a uno mismo, no encontrarse, tocar fondo, quedarse ahí abajo. King describe de manera magistral y conmovedora como de repente, sin saber cómo, la vida se vuelve un desastre. En un abrir y cerrar de ojos la vida hermosa se vuelve insoportablemente horrible. Un parpadeo y todo lo que estaba bien ahora esta mal. Y lo peor: no sabes cómo pasó.

Adelantar cualquier cosa es arruinar Revival. La experiencia de leerlo es algo que se puede tornar extremdamente personal e íntimo. Es un libro para todos porque King es, fue y será el maestro. Su litertura es alta, su lenguaje accesible.

Pero para las almas sensibles, para aquellos que están definiendo su fe en la vida y que hay más allá, los que se preguntan qué es esa puerta donde se asoma la muerte y si se le puede ganar…. Revival los está esperando. Cada página suma dudas pero al final, un final de terror “a lo King“, hay muchas certezas.

King volvió y logró su cometido que es asustarme.

Pero con Revival logró hacerme entender otra cosa, en el medio de un dolor enorme que no me dejaba ni respirar, la vida es algo sagrado, eso lo sabemos. Pero la muerte, esa amiga del terror, también.

Gracias maestro y good ridance.

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