Fabian Casas: Volver a la literatura

Casas vuelve a la ficción luego de diez años. Frente a esta elección se puede pensar dos cosas: no es necesario publicar todo lo que se escribe y muchas veces es mejor esperar que apurar un libro. “Titanes del coco” es el título de su nueva novela, que se va armando mediante relatos que siguen dos líneas: la historia de un joven redactor frente a su primera investigación importante, y su vida sentimental, con sus correspondientes vaivenes.

La línea más interesante de la novela de Casas es la que sostiene la investigación periodística. El caso que se lleva adelante parece soñado por c.e. feiling. En un colegio de Boedo se suicidan dos alumnas,. una de ellas quemandose la cara. Ese hecho desmonta un culto satánico comandando por un preceptor de apellido Galarraga que parece ser la encarnación del diablo. La investigación avanza y sobre los cadáveres aparecen ofrecimientos a Satán, crueles rituales, secuestros, humillaciones y cierto aire a hedonismo que envuelve un caso, que de ser real, estaría llevando de las narices a la sociedad. En ese mundo y bajo esa premisa, Casas encuentra su voz más relevante y le da a la literatura contemporánea algo que viene necesitando. Se corre del yo (yo siento, yo creo, yo pienso) para darle aire a una historia en donde las estrellas son los personajes. Cuando Casas suelta esa línea para centrarse en las peripecias del joven redactor, Andrés Stella, es cuando aparece cierto aire a costumbrismo que si no fuera por la dinámica y el oficio que tiene Casas, haría muchísimo más daño de lo que hace.

La literatura argentina tiene una deuda con las novelas de género, desde el thriller al policial, que fue saldada por pocos pero talentosos nombres. El ya mencionado c.e feiling con su novela de terror “El Mal Menor”, María Angélica Bosco con su policial “La muerte baja en ascensor” y el también policial escrito a dúo por Bioy Casares y Ocampo “Los que aman odian”. Pero trabajar determinados géneros (como lo hacen Highsmith o Connolly) es algo que no aparece en nuestra literatura con frecuencia. Por eso, es una pena que Casas desperdicie la oportunidad de suscribirse al género policial, porque cuando ese es el vuelco de “Titanes del coco” la novela cobra un aliento inesperado y transmite curiosidad, miedo y la resolución del caso Galarraga.

Pero eso no llega y uno no puede dejar de preguntarse ¿Por qué?. Esa respuesta seguramente la tenga Casas, y su propio deseo, pero desde el plano literario lo que parece sepultar ese incipiente y notable policial, es el peso de la literatura argentina. En donde casi siempre el autor cae en el anecdotario propio o pide prestado del ajeno y se olvida que muchas veces, casi todas, la literatura es sencillamente contar una buena historia.

De todas maneras esas líneas de Casas sobreviven y se imponen al resto. Y con eso alcanza, aunque quizás no sobre, para leerlo.

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Titanes del Coco de Fabián Casas

emecé

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