Una es tan pequeña

Mi resistencia pasiva antes los continuos cambios de DNI en la Argentina fueron sencillamente no hacer nada. Cuando digo nada es no hacer absolutamente nada. No salí del país en los últimos dos años, cancele mi tarjeta de crédito (es una jugada fuerte; pero vivo mejor) no tengo una línea de celular a mi nombre y todas mis cuentas intento pagarlas en término. No debo nada excepto una cosa para la cual, sin entrar en mayores detalles, me dispongo desde agosto a terminar de cancelar en un cómodo plan de cuotas que también pagaré en efectivo. Muchos amigos me preguntan ¿por qué no hay vínculos directos con el orden? Precisamente a mayor burocracia privada y estatal mayor desorden.

El aparato burocrático argentino me da terror. Basta tener que lidiar con sacar un libro del correo argentino. No sabes si las cosas se hacen desde la estupidez o desde la maldad. No saber distinguir entre ambas cosas es peligroso. Porque cuando no se sabe, cuando existe la duda, casi siempre es una combinación espantosa entre ambas . Eso lo comprobé hace unos meses cuando frente al envio de un libro que venía catalogado como “muestra” intentaron cobrarme igual el simple hecho de que el libro estuviera en el país. Cuando me negué, mamá me dijo mulita hasta los 12 años aproximadamente, me dijeron que debia pagar por el espacio que ocupaba el libro en las arcas del correo argentino. Hice cinco horas de cola para un libro que no me interesaba y que no había pedido. Caí, pero caí en resistencia.

Se me rompío la tablet aunque en orden de la verdad sencillamente se fue a dormir y decidió no despertar. Con ella se durmieron ocho entrevistas que hice entre enero y marzo para este mi amado sitio. Pensé que era una pavada y es efectivamente una pavada pero esa pavada requiere por orden clínica un repuesto y ese repuesto no esta en el país y nadie sabe cuando entrara.  Me dispuse a esperar pensando que lo peor, ¡lo peor!, podía ser un mes de espera. Pasaron cuatro meses de espera y la tablet un día comenzó a dar signos vitales luego de su largo período de coma producto del cierre de importaciones. Alegre pensé en que por fin iba a poder desgrabar y ponerme al día con cada entrevista realizada en esos armónicos días en donde la tablet vivía. Pero la tablet fue hecha de nuevo y no quedo nada. No quedaron las voces, las fotos, las notas. Quedo una tabula rasa. Y yo hace días que voy para atrás en el tiempo y pienso detenidamente a quién entreviste primero. Y de ahí empiezo con un “Hola Xxxxxxx antes que nada te pido disculpas pero la realidad es que vamos a tener que hacer la entrevista de nuevo porque todo lo que vivía ya murió”. Adjuto, en caso de que no me crean, la factura por el arreglo de la tablet.

Luego de la partida de tanto trabajo recapitule en mi vida y pensé:. si algo me ayudó en esta vida fue la muerte. Excepto a mi madre ya enterré a toda mi familia que tampoco era mucha. Me cuesta mucho entender cuando la gente sufre por la muerte de sus abuelos, porque lo único que me asombra es que exista gente de mi edad que tenga abuelos vivos. Entonces lo primero que pienso es ¡pero si vivió un montón! ¡dejalo morir en paz!. Con la gente que tiene tíos se me hace aún más difícil. No se que es un tío y menos me entra en la cabeza que alguien lo tenga integrado como un ser cotidiano por el cual encima se deba sufrir. De los hermanos bueno que se yo. Es gente salida del mismo lugar y no mucho más. Entonces en general cuando alguien me dice que se le esta muriendo su tía yo no se si me lo esta contando a modo de trámite o lo está sufriendo

Todo ese mix de tragedia familiar me dió como resultado una suerte de economía emocional que fui trasladando a otros órdenes de mi vida. Por ejemplo al excel. Cuando entendí que no iba a poder comprarme ropa por un largo tiempo hice un excel con la cantidad de ropa que tengo y lo contemplo cada vez que creo que no tengo nada. Cuando voy a la lista de remeras y aparece el número 64 con una nota al pie que dice “creo” me ahorro tiempo de angustia que se traduce casi siempre en felicidad y agradecimiento. Lo mismo hice con cada prenda: vestidos, pantalones, camisas, polleras, buzos, camperas, sacos, sweaters, etc-. Hice lo mismo con los libros y su excel de “libros por leer” que se puede ver también en mi goodreads La lista me abruma y con eso me basta para no sufrir. Y con la gente termine haciendo lo mismo. Me interesan 24 personas, mis dos gatos y la perra.. Economía estética, literaria y emocional para solventar la economía a secas.

Nada de esto significa que alcancé el orden total y absoluto, probablemente nunca lo haga. Pero necesito de todas maneras sentir que las cosas están bajo control aunque no lo esten.

Hace unos meses leí “Los papeles de Puttemesser” de Cynthia Ozick.  Es un libro maravilloso y es un gran ejercicio leerlo en tránsito.Parte del libro lo leí mientras esperaba para hacer el nuevo DNI y me paraba y me iba me paraba y me iba. O mientras esperaba en la guardia del Hospital Italiano y efectivamente me paraba y me iba. O mientras me bajaba del colectivo para caminar, para poder irme, para poder escapar de los bocinazos y de la eterna espera que hay entre Corrientes y Medrano hasta Corrientes y Rivadavia. Uno a veces sencillamente decide fugarse porque no aguanta más el tiempo de espera. La burocracia en parte responde a la inclemencia de las relaciones amorosas, esperar que una persona  ponga finalmente el puntito verde en el chat, es tan complicado y desesperante como abandonarse a que la fila avance. Cualquier fila. Todas las filas. Mi fila.

Así que llegue a una conclusión y asumí que finalmente solo puedo permanecer enamorada incluso si el otro no quiere. Contra el otro si es necesario. Solo para aguantar mejor la fila, todas las filas, nuestra fila.

Porque lo único que ordena es el amor.

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