Playlist: Canciones para enviar una declaración de amor vía e-mail en estado de ebriedad


Luego de un vasto sondeo a través de las redes sociales, llegué a conclusión de que esta situación le ocurre a todo el mundo. La historia es simple y más común que David Guetta en un Creamfields: hay un energúmeno que te gusta, te sudan las manos cuando lo ves, estás pendiente cuando se conecta, preguntas cualquier estupidez y esperas -de forma bastante ingenua- que la imbecilidad que dijiste suene coherente. Sí, te lo informo, esa ilusión la otorgó el “amor”.
Pero tranquilo, amigo o amiga, esto no es todo. A pesar de tu poca capacidad de improvisación, las conversaciones siguieron. Pasaron a ser citas. El hola pasó a ser un ósculo, y tu imbecilidad se convirtió en retardo crónico digno de pauta para elegir la canción de una campaña electoral. Estás feliz. Te sientes secsi. Decides celebrar. Celebrar el amor y la vida. En ese momento, la ansiedad te invade al mismo nivel que la felicidad. Un bar parece la mejor escenografía para que tu cabeza explote al ritmo de la música y las luces. Para ustedes, los zorrones enamorados está la piscola, para los novatos, el vodka, quienes siguen pensando que no deja caña. Por su parte, los metaleros también se enamoran y no hay nada mejor que una cerveza, burbujeante y juguetona, similar al vaivén de sus corazones y melenas libres llenas de endorfinas.
Piensas que este es tu momento. Eres el rey o reina de la pista de baile, tus amigos aseguran no haberte visto tan feliz desde que salió God Of War III y eso te impulsa a seguir comprando brebajes y moviendo las caderas.
5 AM.
Llegas a la casa, entras al baño y te miras al espejo. El rímel corrido no importa, y esas medallas de vino tampoco. Al contrario. Son recuerdos. Los atesoras y piensas “por la cresta, estoy feliz”. Bajo esa lógica todo empieza a irse al carajo, se acercan los orcos y te mueven a Mordor sin poder evitarlo.
Oh, el computador está encendido. Oh, no cerraste Chrome. Oh, Facebook está abierto. Oh, Gmail también. Como tus poros exudan felicidad con olor a fermentación, decides compartirla. Claramente, lo ebrio jamás quitará lo valiente, y si tienes un TOC importante en cuanto a ortografía y redacción, tu estado de ebriedad jamás se verá reflejado en lo que estás a punto de escribir (en el Centro de Estudios Públicos aún no sabemos qué es peor. Que se note o no la ebriedad).
Aquí es cuando debes cortar el cable rojo o el azul para salvar al planeta y te equivocas. El “hola, quería decirte que lo paso muy bien contigo” se transforma en “me siento Julia Roberts en la conferencia de prensa del final de Nothing Hill cuando estoy contigo”, o “podríamos salir de nuevo el fin de semana” pasa a ser “quiero quedarme en la cama contigo dos semanas al estilo John y Yoko, sin bañarnos, no me importa, quiero sentir tu olor”.
Escribes ocho párrafos de doce líneas cada uno, aproximadamente. Tus bellos sentimientos han quedado claros y lees tu declaración por lo menos tres veces antes de enviarla. Claro, siempre digno o digna: no pueden haber faltas de ortografía ni palabras mal escritas. Eso mata las pasiones. ESO sería un problema.
1 PM.
El ruido de la aspiradora del vecino interrumpe tu sueño, te mueves con dificultad y tienes mucha sed. Tu cuerpo siente que necesita morir para conseguir alivio y recuerdas que en la madrugada activaste el piloto automático en modo Sigo Romántico de Douglas. No recuerdas detalles y te avergüenzas, pero ¿quién más que tú conoce tus propios límites? Sigues siendo cool. Tranquilidad. Dignidad.
Abres sesión. Lees. Te pones invisible y lees nuevamente. Intentas hacerlo de nuevo pero sientes que cada palabra, PERFECTAMENTE ESCRITA, es una piscola al seco más en tu pobre cuerpecito. Los correos electrónicos, lamentablemente, no pueden deshacerse y sientes que has insultado a tu propia inteligencia. Ahora, esperas que se conecte, para cambiar tu estado y andar de ninja cibernético imperceptible. La angustia producida por tu error basado en la euforia y la felicidad es un tema para otro playlist.
jajajaja, buenísima!! Eso de preocuparse de escribir sin falta de ortografía, es con lo que me siento más identificada. Muy buena columna! Dedo para arriba!