Un reportero quiso que María Magdalena le hablara sobre sexo anal

Había una vez un hombre que quiso entrevistar a María Magdalena, una cantante de electropop chilena. Ese hombre, en efecto, entrevistó a María Magdalena y su texto comenzó así:

“María Magdalena era una de las chicas más deseadas del Nuevo Testamento. El mito dice que varios apóstoles, a espaldas de Jebús, intentaron pasarse de listos con ella luego de agregarla a Tinder.  Y en los llamados Evangelios Apócrifos se señala que esta muchacha, nacida en la costa occidental de lago de Tiberíades, Israel, hizo un poquito más cachondo el peregrinaje del Nazareno por Israel.

Desde entonces ha pasado una porra de años y María Magdalena se ha establecido como un nombre compuesto fácil de encontrar en cualquier lista de curso de colegio católico”.

Porque, por supuesto, si te llamas María Magdalena, hagas lo que hagas, tienes que hacerte cargo de tu nombre y de lo que significa para algunas personas. Después de un par de párrafos que no decían nada, la entrevista siguió:

Noisey: Supe que vienes de un colegio católico. Aprovecharé de hacerte esta pregunta. Jesús estaba, de algún modo, obsesionado con María Magdalena. ¿Crees que se masturbaba pensando en ella? En un cuento de Alejandro Zambra aparece algo al respecto.

María Magdalena: Jajajá… Me echaron de ese colegio católico… y prefiero no meterme ni imaginarme la sexualidad ajena.

¿Estás omitiendo la respuesta? Esa actitud es muy católica.

No. No quiero imaginarme a nadie masturbándose… Es íntimo.

OK. Siempre corre el rumor que a las chicas de colegio de monjas les encanta el sexo anal. Se dice que esa es la forma que tienen de mantener el celibato. De llegar inmaculadas al matrimonio. ¿Qué sabes al respecto?

What?

María Magdalena… quiero titular esta entrevista “María Magdalena habla sobre el sexo anal”. Me gusta como suena. ¿Podemos hablar sobre sexo anal?

No me interesa hablar sobre el sexo anal. Me dijiste que hablaríamos de mi proyecto musical… ¿Te estás acercando a mi porque te gusta mi música cierto?

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Y sí, luego, la entrevista se vuelve la-entrevista-tipo que ocupan los periodistas cuando no saben qué preguntar.

¿Por qué estoy hablando de esto? ¿Por qué creo que es un problema? Porque desde el inicio de la participación de la mujer en la música, se han tenido que aguantar entrevistas, críticas y comentarios de este tipo. En la década del cuarenta, Boris Vian ya escribía en sus críticas de jazz: “Una pelirroja, Norma Carson, toca como fuego, parece que suena agradablemente. Parece que habrá que presentársela a Kathleen Stobart. Yo siempre voy a los conciertos de orquestas femeninas (para mirar, claro)”.

Y así. Hasta el 2014. Sin ir mas lejos, un ejemplo es la entrevista a Iggy Azalea sobre la que les contamos hace unas semanas.

Y ¿por qué está mal? Porque es una forma más de ver cómo a las mujeres en sus ocupaciones no se les respeta como a sus pares hombres. O acaso ¿a Andrés Nusser le han preguntado qué piensa sobre el sexo anal? ¿A Manuel García le preguntan en una entrevista cuáles son sus posiciones sexuales favoritas? Hasta el momento no y, sinceramente, creo que no me parece relevante leer sobre eso.

Llevamos prácticamente un siglo soportando que periodistas especializados se sientan con el derecho a tratar a las artistas como un objeto; como un mono de circo, muchas veces, ya que finalmente, no importan las respuestas que ellas den, lo que le importa a ese reportero es poder mostrarse. Tal como sucede en este caso.

Son criticadas si están gordas. Son criticadas si son muy flacas. Son criticadas por ser muy densas o por ser poco inteligentes. Bueno, yo los quiero criticar a ellos por traspasar todo su machismo, sus manías, traumas y carencias a un espacio que debiera servir para todo lo contrario. Si van a seguir remando para el otro lado, quítenles el Word y los libros de Bukowski, porque francamente, 2014, ya fuiste, loco. Ya fuiste.

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