Que el feminismo siga de moda

I. El feminismo moda

La puerta del clóset feminista está abierta.

Hoy nuestro discurso se acompaña de variados memes, canciones, artículos de prensa y más que hablan de las mujeres desde lógicas que cuestionan al patriarcado. Pero no nos subestimemos. Esto no es sólo porque la compañera Valdebenito se subió a la Quinta, o porque Beyoncé escribió Flawless. El feminismo tiene una larga historia desde lo académico, las luchas civiles y culturales. Sin embargo, hoy es también mediático. Ha hecho su ingreso al campo de la opinión pública con distintas voceras que rompen con el estereotipo de la feminista como la histérica-fea cuyo disgusto se soluciona con un pene, o cuya discusión se cierra ahí donde se instala una cuota de paridad.

Para muchxs, esto es sólo una moda. Es la gente que reacciona ante las demandas de frenar el acoso callejero defendiendo su propio derecho a poseer el discurso sobre la mujer, antes que entender que una mujer puede, es y debe ser la primera en imponer la construcción sobre sí misma*. Personas que, antes de entender la crítica feminista, la cuestionan desde espacios que nada tienen que ver con el argumento. Por ejemplo, la evaluación acerca de quién es la mujer. Cómo se viste, por qué lo dice, cuál es su conflicto. Son las personas que en este sistema, que subordina a la mujer a la lógica patriarcal, ven un beneficio que no están dispuestxs a soltar.

El ingreso de un discurso a lo mediático tiene un precio. Implica la liberalización del mismo. Vulgarizarlo si se quiere. Y, como además vivimos en el capitalismo salvaje, hoy toda estructura está además cooptada por lógicas neoliberales, esto es, comerciales, lanzadas al mercado de los valores.

Si tenemos un discurso ligado a la izquierda, el mercado huele podrido. Sin embargo, ¿por qué cuando alguien dice que le gusta Radiohead o qué sé yo, Pink Floyd o Ases Falsos, nadie llama la atención sobre la inmersión de esta cultura en el capitalismo, y lo contradictorio que bajo ese techo puede resultar cualquier discurso antisistémico?** Por ejemplo, usar buzo y chalas todo el día mientras se escriben canciones machistas-misóginas.

No se trata de defender a un artista ni de destruir a otre, ni de dotar de argumentos una moda cuya existencia además no debería incomodar a la lucha.

Se trata de decir que despreciar la moda sólo porque es “moda”, esto es, comercial y masiva, denota un elitismo y arribismo intelectual que supone que el feminismo sólo es “real” cuando se tienen una serie de lecturas, olvidando que la academia es un espacio cerrado que se defiende a sí misme por su exclusividad.
Supone además, y de forma más triste, despreciar a otrxs sólo porque no tienen las mismas lecturas que nosotras, como si la vida misma no fuera terreno de aprendizaje. Como si esas otrxs no fueran nuestras abuelas, primas o hermanas.

No se trata de despreciar a nuestras teóricas feministas, se trata de comprender que, como feministas intelectualizadas, nuestra labor es masificar ese discurso, no encerrarlo en un libro, una estructura que es también patriarcal.

Porque cuando hablamos de feminismo, hablamos de atacar las lógicas que norman nuestra vida, la que ocurre más allá de cualquier teoría. Para ser feminista, basta con ser mujer.

II. Que el feminismo siga de moda

Por más que hoy exista un feminismo que se utilice para vender, no podemos rechazarlo. Al contrario, debemos aprehenderlo y utilizarlo como una herramienta más de lucha para instalar nuestro discurso. Ya que nadie, ni siquiera la izquierda, se encuentra por fuera del mercado.

El discurso masivo-mediático es solo una rama, quizá la más superficial y visible, pero encierra una serie de otros fenómenos que hoy logran que Gustavo Cordera publique una carta pidiendo perdón por sus dichos machistas-misóginos, llevándolo incluso a cancelar conciertos. Que el feminismo sea moda es también que Dante Palma, docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, sea desvinculado de la universidad luego de recibir una serie de denuncias sobre violencia de género. Que en marzo haya pasado lo mismo con Fernando Ramírez en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile; que hoy en la Universidad Católica de Lima se investigue al estudiante Piero Ramos Rasmussen, por varias denuncias de acoso***.

Que el feminismo sea moda significa libertad para Belén.

Que el feminismo sea moda significa que estos juegos olímpicos dejaron tras de sí una serie de críticas sobre el sexismo en la cobertura que si bien, no es nuevo, se vivió de manera evidente.

Hoy por fin estamos des-normalizando una serie de discursos masivo-mediáticos cuya única defensa se funda en una tradición. La defensa injustificada de una esencia, a veces nacional, otras natural o biológica que bajo la lógica del “siempre ha sido así” pide acallar toda disidencia.

La molestia y rechazo por el discurso feminista es sólo la manifestación del beneficio. La afirmación del deseo de querer seguir chupando los privilegios del falo patriarcal.

Notas al pie:

*Sin entender que esto es el primer eslabón de la larga cadena que conforma la cultura de la violación.

**Mi teoría es que la cultura de hombres o la cultura heterosexual tiene su lugar ganado, sin embargo por más problemático que sea que las divas del pop den mensajes de empoderamiento, la crítica es mucho más dura, porque es cultura de mujeres, más aún, cultura gay.

*** “Piero Ramos Rasmussen, en ese momento miembro de la organización, ahora expulsado de esta, agredió a varias mujeres, entre asistentes, compañeras e invitadas. Dichas acciones fueron: acoso, intentos de besos, tocamientos no consentidos, violencia verbal y física”, cita el informe que recopila las denuncias en contra del estudiante. Disponible en este link.

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