KE BIBAN LAS MADRES

No soy madre y frente a la idea, dentro de mi constante negativa a veces -por segundos- tengo chispazos de un “iguols”, porque creo que sería una bien buena, modestia aparte. Después pienso en que soy una periodista independiente que paga sus cuentas escribiendo sobre música, pienso en las AFP, en las isapres, en mis horarios de trabajo y se me quita. Todas esas imágenes vuelan rápidamente por mi cabeza y ¡paf! la idea se fue. Continúo con mi vida que comparto con un novio que adoro y dos gatas gordas con las que tenemos códigos bastantes similares al entregar y recibir amor.

No siento miedo de convertirme en madre sólo por el hecho de serlo. A mi alrededor veo a mujeres comunes y corrientes, igual que yo, decidir serlo, felices, sin postergar su trabajo o vida social. No me trauma la idea de tener un hijo. Me trauma el mundo que está ahí afuera.

El punto central está en la decisión. El poder de decidir. Eso cambia todo, incluso poder tener el derecho a hablar de algo. ¿Puedo hablar de la maternidad sin ser madre? Por supuesto. Porque yo tengo el poder de decidir si quiero convertirme en una o no. Si frente a esta idea crees que estoy equivocada, te aconsejo ver este video de perritos en vez de seguir leyendo, para que no pases un mal rato.

Cuando una de mis amigas fue la primera en ser madre, fue raro, pero no raro mal. Estábamos más chicas, pero no tanto. Como milenial me siento pendeja a la misma edad en la que mi mamá tenía una hija, casa, auto y un trabajo serio. Males de la modernidad.

Volvamos a la amiga embarazada. Me llama, me dice que hablemos urgente. Yo no me aguanto y cruzo Santiago en mi hora de almuerzo de un trabajo que no me gustaba tanto y la voy a ver. Llego a la librería en la que trabaja. Me cuenta que está asustada, que todo apunta a que está embarazada. Que lo va a tener. Tomo el Metro de vuelta pa la cagá de terror, pero también de felicidad, por partes iguales. ¡Voy a ser tía! ¡Conchetumare! Pero la plata, estudiar y trabajar, los horarios, la responsabilidad, werewere, el terror vuelve. Hoy esa amiga es muy feliz, trabaja en lo que le gusta, toma las decisiones que quiere, su niña no podría ser más bacán y no puedo sentir más que orgullo de verla ser mamá. Porque verla ser mamá es volver a conocerla.

Esa amiga que conocí a los catorce años es parte de un mundo que yo no vivo en carne propia pero que me fascina. Me fascina ver cómo lo logra. Cómo descubre cosas. Me encantaba que me explicara qué chucha era el calostro, que me dijera cómo se hacía para que no dolieran tanto las tetas al amamantar. Que me enseñara esa hueá natural con la que le limpiaba el poto a la guagua. Me encantaba ver cómo, a medida que pasaba el tiempo, sabía a qué correspondía el llanto. “No, tiene sueño”. “Tiene hambre”. “Quiere educación pública de calidad”. No sé cómo, pero esa mamá nueva que se curaba conmigo en Blondie sabía perfectamente por qué esa guagua lloraba. Y yo no lo entendía. Magia.

Aquí siendo tía, sin entender nada de guaguas pero feliz de aprender <3
Aquí siendo tía, sin entender nada de guaguas pero feliz de aprender <3

Hace algunos meses, otra amiga mamá hizo un cumpleaños temático para su guagua que es mucho más bacán y empática que varias personas adultas que conozco. Era un festival de música, se supone, y nosotras, las tías/amigas reinterpretábamos clásicos modernos de Yo Gabba Gabba, como ‘Nap Time’ y ‘Dinosaur’, las favoritas de la cumpleañera. Sentadas en el pasto, con la guaguashica cantando con un micrófono. Mejor tarde o mejor tarde. Mejor madre o mejor madre.

*Dinosaur la lleva, compuesta por CSS, porque las guaguas lo merecen.

Sé que mi opinión es muy impopular, porque vivimos en un mundo horrible y machista, en el que las mujeres y sus cuerpos, si no están a disposición del sexo heteronormado, son material de crítica y rechazo, pero me encantan las madres. Me encanta que las mujeres puedan decidir si quieren que les salga un ser humano de la vagina. (Y hay que exigir que esa decisión sea un derecho amparado en la ley). Y que cuando salga, ser lo mejor que pueden ser en ese papel. Pero eso no significa que sean superiores a las otras mujeres. Ni siquiera sé de dónde puede salir una reflexión como esa. Creo que sólo desde mujeres limitadas en diferentes niveles (puedo ser feminista y decirle limitada a una mujer, ¡kaboom!).

Varias veces me ha tocado leer o escuchar opiniones bien tristes respecto a la maternidad, en voces de mujeres. Sobre cómo se te acabó la vida, sobre cómo dejaste de ser una mujer moderna, feminista e inteligente por decidir tener una guagua o -peor aún- dejar de trabajar un rato por querer cuidarla cuando es un renacuajo. Y ¡me da pena! Porque eso quiere decir que no hay esperanza, que ganó Sex and the City. Que todas las mentiras que me digo a mí misma para no odiar a Beyoncé no sirven.

Muchas mujeres pelearon por nuestro derecho a estudiar y trabajar. El capitalismo miró y dijo “claro que sí mijas, vengan no más”, sobándose las manos. Medios de comunicación y publicidad nos dijeron “miren lo que consiguieron, salieron al mundo reinas, trabajen, ya no tienen que pelear por la igualdad, ya la consiguieron. Ahora compren este hermoso traje en seis cuotas para verse exitosas y competentes”. ¿Cuál es el problema? Que el mundo público que siempre perteneció a los hombres se vio como la única meta, como el éxito y el privado -el hogar- sigue siendo representado como ese espacio reservado para la que fracasó, para la que no pudo cruzar el río. Invadir lo público nunca representará una conquista si la demanda se amolda al sistema capitalista, que no es más que el bastión económico del patriarcado. Me gusta trabajar, amo mi trabajo ¿quiero hacerlo igual que un hombre? ¿Por qué debería hacerlo igual que un hombre? ¿Por qué tengo que elegir? En no hacerlo y pelear por conseguir no hacerlo, es donde reside nuestro poder.

El punto de todo esto que pienso a veces cuando voy en la micro, es que no nos puede ganar Sex and the City. No nos puede ganar Beyoncé. Somos jóvenes, inteligentes, bellas, borrachas, con mil herramientas más que las que nuestras madres y abuelas tuvieron ¿por qué no las ocupamos para el real bien? Apoya a tus amigas que decidieron ser madres, no son subnormales. Apóyalas porque el mundo como lo conocemos no lo hace. Sólo son mujeres como tú que decidieron que su mundo privado era tan válido como el público y no tienen por qué avergonzarse por eso.

View Comments (6)
  • Por fin una columna bacán sobre la mirada de una no madre ante una madre, consciente de los derechos naturales que nos corresponden (calostro, salir por la vagina etc), una opinión critica a la sociedad…
    Gracias.

  • Sigo sin entender a las mujeres que piensan que tener hijos es sinonimo de “perder tu vida”, de lo mas bien que una es madre, profesional, polola-novia-etc…
    La maternidad no limita las capacidades de nadie… ????
    Gracias, me sentí muy identificada con lo que escribiste.
    Y solo puedo pensar “aguante a todas las mujeres que toman la decision que sea, pensando en lo mejor para ellas” eso es lo unico importante.

  • Es penca lo que pondré aquí pero no soy mamá y no tengo ganas por el momento porque me gusta mi vida como está ahora. Pero existe una fuerte discriminación laboral hacia las mujeres (y entre mujeres) en edad fértil. Es heavy como una jefes o en entrevistas de trabajo te preguntan “y quieres tener hijos” y la respuesta sea un NO obligado por miedo a la discriminación, al despido o a que no te elijan, por lo demás nadie debería preguntarte algo tan íntimo como si quieres tener hijos o si pololeas o si estás casado, pero hasta psicólogas de RRHH me lo han preguntado. ¿Cómo eso va a ser más poderoso que tu talento como profesional en tu trabajo o en una selección de trabajo?
    Además de la brecha salarial que existe por la misma experiencia laboral y carga de trabajo que hay que negociar porque se cagan con los sueldos para las mujeres por esa interrogante del “y si queda embarzada” “ah, entonces paguémosle menos porque son 8 meses afuera y con eso compensamos.”

    Sé que está mal pero es una práctica recurrente. ¿Cómo cresta se cambia la mentalidad retrógrada de las generaciones mayores de un país? Conozco mamás bacanes, la mayoría mamás solas que se sacan la cresta por hijos, aguante a esas mamás.

  • Otra gran columna! Estoy a punto de ser padre a mis 27 años y puedo decir que me he sentido bien apoyado por mis amigos, he tenido que dejar de lado a algunos sí, por tiempo y por intereses, siento que no puedo andar loquilleando como antes, aparte mi mina no me controla pero sí me lleva por la sentimental, que me llega más aún todavía, me pone la carita del gato con botas en Shrek y me saca todo lo sensible jajaj. Si bien estuve soltero mucho tiempo antes de conocer a mi actual pareja y madre de mi hija, nunca defendí a muerte la soltería, ni ahora que seré padre no defiendo a muerte la paternidad, de hecho les digo a mis amigos que aprovechen de webiar lo más que puedan, quieran ser padres en el futuro o no..

    Saludos!

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