¡Cumplimos cinco años!

Hace exactamente cinco años, Es Mi Fiesta nació.

A medida que se acercaba esta fecha, también pensaba en cómo han cambiado las cosas hace cinco años. Personalmente, han sido muchas. En ese tiempo, vivía sola con una amiga y estaba descubriendo cómo poder dedicarme a escribir como un trabajo a tiempo completo, hacer durar mi pequeño sueldo para pagar cuentas y tomarme una cerveza con mis amigas de vez en cuando. Hoy, también sigo descubriendo cómo hacer durar mi sueldo para pagar cuentas, tomarme una cerveza con mis amigas de vez en cuando, pero también me preocupo de comprar comida de gatos y comparto mi existencia con un hombre que me ha enseñado formas de querer que nunca había conocido, que no sabía que eran posibles.

He cambiado de trabajos, de amigos y de formas de pensar. Publiqué un libro y ahora estoy trabajando en otro que nació en mi cabeza hace diez años y por fin tengo la suerte de hacerlo realidad.

Antes tenía mucho miedo por todo. Ahora sigo teniendo miedo, no por todo y además descubrí que tengo un propósito.

Eso sí, siento que hay algo que se ha mantenido y es mi deseo de conocer, aprender, ayudar, ser ayudada y amar a mujeres. Por eso nació Es Mi Fiesta. Siempre que me lo preguntan, cuento esta historia (hagamos como que estamos sentadas en mi sillón conversando y alguien lo preguntó). En el año 2012, desde Página 12 me escribieron para hacer un perfil de un antiguo blog personal, en el que escribía sobre mujeres músicas y feminismo. En ese tiempo, el feminismo no estaba de moda, entonces, podía parecer novedosa esa escritura en clave pop, sobre nuevas y antiguas artistas, desde un feminismo latinoamericano y que estaba en constante aprendizaje, porque habían más preguntas que respuestas.

Ese antiguo espacio lo inicié por el año 2008, como una manera de archivar textos que publicaba en otros medios mientras estudiaba periodismo y, poco a poco, también se transformó en el lugar en el que podía publicar sobre estos temas, porque los medios de comunicación en ese entonces no se mostraban receptivos a ser plataformas que publicaran la palabra feminismo sin chistar. Pero estaba aburrida de escribir sola. De que ese blog llevara mi nombre y el de nadie más, porque en la realidad, me estaba comenzando a rodear de grandes amigas y compañeras que tenían inquietudes similares a las mías. Que amaban escribir, que amaban aprender. Y que amaban también la idea de tener la libertad de escribir sobre feminismos y los cruces con la cultura pop, en cualquiera de sus manifestaciones.

Es Mi Fiesta se llama así y tiene la bajada “y lloramos si queremos” hasta el día de hoy, porque hace cinco años la violencia que recibías al intentar hablar sobre feminismo en tu entorno o dentro de tu trabajo o quehacer era un más brutal que ahora. Era muy fácil sentirse sola, un poco aislada o hasta culpable, por ser la amargada que le ponía peros a todo.

Han pasado cinco años y las cosas han cambiado mucho (o no). Hay una ley -insuficiente- de aborto en tres causales, pero la hay. Los diarios hablan (a veces mejor o a veces peor) sobre feminismo. La idea de pararte en una charla de Pulsar llena de hombres y preguntarle al equipo de Rockaxis cuál es la relación entre un medio de comunicación especializado y utilizar mujeres en su stand la feria para llamar la atención, ya no es tan descabellada. Las mujeres pararon las universidades. Espero que pronto paremos los medios de producción.

El feminismo importa. El feminismo es urgente. El feminismo nos une y también está bien que nos separe porque se trata de un movimiento político, aunque las tiendas, la publicidad y los comentaristas de actualidad se esfuercen por asfixiarlo hasta que no nos quede nada.

El feminismo es lo único que tenemos las mujeres para poder existir en conexión crítica con nuestro entorno. Es la única arma de defensa, es la única herramienta que tenemos para escribir nuestra historia y es también la única que existe para poder querernos.

De eso se trata Es Mi Fiesta, un proyecto que quiero como el hijo que día a día dudo en engendrar, porque este mundo no me gusta y yo solamente quisiera que explotara, se acabara y comenzara de nuevo. Y lo único que puedo hacer, porque no soy nadie, es decirle a las amigas “qué bacán eso que me dijiste, cuéntaselo a alguien más”. Lo único que puedo hacer es ocupar las pocas herramientas que tengo para que armemos, entre todas, una comunidad en donde podamos contar nuestras historias y así aprender de las mujeres que nos rodean, donde podamos ser críticas con el mundo en el que vivimos porque, por la chucha, qué insufrible sería vivir esta realidad sin las amigas y sin poder hablar. Sin poder gritar.

Nunca pensé que lo que partió como mi blog iba a transformarse en una cadena de mujeres, que viven en diferentes lugares y que se conocieron leyendo lo que otras escribían acá. Han pasado cinco años y esto solo me ha dado la alegría de poder conectarme con tantas feministas bacanes de Chile y otros países que lo único que quieren es que esta realidad tan charcha se acabe, pero mientras tanto, hacer que sus historias, que su voz, tengan valor. Porque nos metieron en la cabeza lo contrario. Y ya aprendimos que no, así como otras, mucho antes que nosotras, lo aprendieron a su manera. Pero siempre en grupos, nunca solas.

Acá publicamos historias de mujeres comunes y corrientes que abortaron cuando ningún medio lo hacía de esa forma. En primera persona y con total libertad para poder hablar sobre el proceso, sin juzgar. Criticamos la cultura del fútbol, la de los medios, recomendamos a artistas increíbles, nos compartimos lecturas, hablamos y aprendimos de política, le empezamos a caer muy mal a algunos editores de los diarios, nos robaron textos, empezamos a hacer videos, fuimos a cubrir el trabajo de otras mujeres que son muy bacanes, escribimos sobre amor, sobre lo mal que lo hemos pasado cuando pensamos en el amor y en lo bien que nos sentimos cuando desechamos algunas ideas antiguas sobre él. Pudimos conectar y leer la realidad de otras mujeres y sus feminismos, en lugares lejanos. Algunas se conocieron acá y se enamoraron. Después terminaron, pero ¡se enamoraron!. Hemos hecho lo que hemos querido bajo la premisa de mi historia y mi voz también tienen valor. Y así seguirá siendo.

Estos fueron los primeros cinco años de Es Mi Fiesta y les puedo jurar que se vienen muchos más, con otros espacios y formatos. Y están todas convocadas a también hacerlos suyos, siempre. Solo tenemos que estar conectadas.

Muchas gracias a Helena Pérez Bellas, Arelis Uribe, Belén Peña, Camila Vilches, Caro Flores, Camila Dentone, Constance Clarke, Consuelo Cielo, Diana Aller, Estefanía Sepúlveda, Fabrina Martínez, Francisca Salinas, Francisca Julve, Flor Monfort, Francisca Echeverría, Javiera Canales, Karen Vergara, Paula Correa-González, Laura Fanlo, Belén Roca, Leticia Bahía, Macarena Fabry, María Virginia Parra, Melissa Cid, Francisca Torres Pacheco, María José Véliz, Monserrat Ovalle, Maca Torres, Nicole Pizarro, Paloma Opazo, Rebecca Souza, Romina Reyes, Rucitama Rodríguez, Jocelyn Zavala, Isidora Páez, Oriana Miranda, Bárbara Carvacho, Borja Domínguez, Alejandra Matus, Andrea Ocampo, Priscilla González, Matilde Jael, Tala Román, Constanza Valdés, Erika Montecinos, Francisca Vidal Gajardo, Constanza Olivares, Paz Peña, Moira Pérez, Karen Glavic, Camila Bustamante, Melissa Gutiérrez, Maritza Piña, Betania Bunster, Myriam Aravena, Gonzalo Vidal, Sarah Mund, Sofía Mendez, Valentina Camilla, Florencia La Mura, Andrea Guerrero, Valentina Millán y Yael Rosenfeld.

Gracias a todas las que han querido ser parte de Es Mi Fiesta publicando en sus páginas, pero también gracias a todas las que aún no lo hacen y lo harán. Gracias a todas la que leen y luego nos escriben para contarnos su historia. Aunque no quieran que se publique. Aunque solo quieran que conversemos. Las tenemos. Nos tenemos.

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