Claudia Rodríguez: “Travesti, pobre y sidosa, ese es mi territorio”

Por Francisca Vidal Gajardo

Claudio Rodríguez Silva nace en Santiago de Chile el año 1968. Su infancia y adolescencia se desarrollan en un campamento de San Miguel. La pobreza no le permite llegar más allá de la enseñanza media. En el 91’, se une al MOVILH y comienza su activismo travesti, capacitándose en DD.HH., Historia de la sexualidad, prevención del SIDA y la teoría de género. Hoy es licenciada en Trabajo Social en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y cuenta con un Diplomado en Género de la Universidad de Chile.

Claudia acaba de publicar su primer libro de poesía Dramas Pobres con Ediciones del Intersticio. Se ha alejado de toda organización con discurso vertical y se ha definido como activista travesti y feminista autónoma.

-Te reconoces como activista travesti…

Activista travesti y feminista autónoma. Ese es mi lugar.

-¿Por qué te identificas con esa categoría? ¿Qué es lo que quieres lograr desde ese lugar?

Tener una opinión propia. Ser capaz de hacer una reflexión crítica del mundo, de mi mundo ¿cachai? Del mundo de la comunidad travesti. Además, también promocionar que tengamos una capacidad crítica de lo que nos rodea y también de nuestros dolores. Por eso soy activista, porque me interesa promover que otras se empoderen. Se empoderen haciendo sus propias reflexiones, porque para participar hay que tener un pensamiento, una idea para defenderla; para que entonces participar en alguna organización no signifique obedecer todo el tiempo, todo el rato. Yo participé mucho tiempo en organizaciones y me di cuenta de que una era usable. Para la foto, para la foto del proyecto, para la foto del financiamiento. Pero, entonces a partir de esa realidad, dije: ‘No poh, yo quiero tener mi propia opinión’. Eso significó tener que abortarme de la organización y ser sola, ser autónoma, que nadie me mande. Sentía que por todo tenía que pedir permiso; para hacer cosas relacionadas con el tema travesti, tenía que pedirle permiso a la organización. Entonces me di cuenta de eso y dije: ‘No, prefiero ser autónoma’, y ese concepto de autonomía me lo entregó el feminismo. Estudiar sobre el feminismo me hizo entender que no necesitaba ni padre, ni madre, ni institución.

-¿De qué organización me hablas?

De todas las organizaciones de diversidad sexual. Entré al Movilh, después me fui al Casal Lambda, participé en MUMS, que fueron como las más importantes. Toda esa experiencia implicó que, cuando conocí el feminismo, pude darme cuenta de la necesidad de un pensamiento crítico, un pensamiento que se debe exigir para una participación horizontal. Las organizaciones lo que han hecho es repetir el modelo patriarcal, neoliberal de participación de la izquierda. Porque los dirigentes de las organizaciones tenían formación en los partidos de izquierda y cuando hicieron organización homosexual repitieron el mismo patrón vertical ¿cachai? directorio…

-Toda la jerarquía.

Toda la jerarquía. Y yo estaba al final de la jerarquía, todo el tiempo. Cuando conocí el feminismo comencé a problematizar esa forma de hacer organización. Entonces, me doy cuenta hoy que hacer organización es tirarse por un precipicio, porque las organizaciones, cualquiera fuera, siempre va a existir en vertical. Y a mí no me interesa hacer una organización trans para hacer una organización vertical. No me interesa ni mandar a nadie, ni que me manden.

-Y ante esa crítica ¿Qué es lo que propondrías? Porque me hablas de un pensamiento crítico que se debe generar desde la autonomía, pero ¿qué es lo que se podría hacer para colectivizar esos pensamientos?

Hay que problematizar la educación de los más marginales porque el conocimiento es poder. Entonces ese conocimiento, ese poder siempre está arriba y hay que bajarlo. Bajarlo para que se pueda hacer una participación horizontal, para destruir ese modelo vertical y hacer una participación horizontal y colectiva. Incluso, puede haber formas de organización que aún no tengan nombres pero que sean horizontal; cabildos, no sé.

-¿Cómo crees que se conjugan estas demandas y otras luchas de la sociedad?

La crítica de género tiene que atravesar todas las luchas sociales, es decir, la lucha de clases tiene que ser atravesada por la lucha de género. No subordinar la lucha de género a la lucha de clases que es lo que, de alguna manera, estaba ocurriendo. Hay que problematizar eso. Es decir, por ejemplo, vemos que hay dirigentes libertarios, anarquistas, de izquierda, hombres que llevan las banderas, pero ¿Quién les lava los calzoncillos? La mamá en la casa poh, o la hermana, o la abuela, o la nana. Siempre una mujer. Una mujer que hace un trabajo no remunerado, pero hace un trabajo para que el loco esté ahí al principio de la marcha. Eso es lo que hay que problematizar. Loco, lava tus calzoncillos y deja que tu mamá vaya a marchar, que tu abuela vaya a marchar. Acompaña a la persona que te hace el aseo en tu casa a marchar por sus derechos. Acompaña, no la dirijas ¿cachai?, no la representes, no la encabeces. Acompaña hueón, aprende a acompañar.

-Y eso para todo, la lucha indígena, por la vivienda, etc…

Todo, todas las luchas sociales. Siempre, en todas las luchas sociales, han sido los hombres los que las encabezan, los que fundamentan, los que defienden, los que van a la pelea. Pero las mujeres les hacen el trabajo doméstico; la comida, la limpieza, el cuidado. Cuando los hueones están lesionados ¿Quiénes los acompañan, les lavan las heridas? Las mujeres.

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EL HAMBRE

-¿Cómo llegaste hasta donde estás ahora? ¿Cómo llegaste hasta este momento de sentir que no eras solamente una trava, que se las veía por sí misma, sino que te identificaste con el activismo?

Siempre digo que con hambre. A mí el hambre me ha puesto donde estoy. La necesidad de que se nos reconozcan capacidades. Es decir, que se nos reconozca que nosotras somos capaces de hacer pensamiento crítico del mundo, que tenemos esa habilidad como todos los seres humanos. Entonces, esa hambre, que es hambre de conocimiento, de participación, que es hambre de visibilidad, hambre de voz, me ha llevado a esforzarme por ser inteligente, por ser más rigurosa con mis propias necesidades, con mi propio dolor, con el dolor de la comunidad. Tenemos cosas que decir respecto del SIDA. Siendo travestis, tenemos cosas que decir respecto de la educación. Ese conocimiento únicamente lo podemos decir nosotras. Nosotras, solamente podemos decir qué es lo que significa ser travesti en este mundo.

-Bueno, estamos en un tiempo en que el feminismo está sobre la mesa, se ha problematizado desde las universidades, ha habido transformaciones en la teoría, como el giro queer, por ejemplo ¿Qué falta por problematizar?

Principalmente, las existencias nacidas con ovarios y útero. Problematizar principalmente desde ahí, y desde ahí todas las demás. Porque vemos continuamente que el feminismo debe comenzar cada día de nuevo porque no se entiende. Por ejemplo, nosotras las travestis nos construimos, nos intervenimos para parecer mujeres, pero no somos mujeres, por lo tanto, no podemos apropiarnos, como ha ocurrido, del feminismo haciendo pensar que tenemos útero y vagina. Nuestro campo, nuestro territorio es paralelo, pero no es el mismo. Nosotras nos construimos y claro, sufrimos violencia, pero frente a la violencia, una travesti como yo, siempre va a tener la posibilidad de patearle la cabeza a un hueón que nos agrede. Una mujer no, culturalmente no puede abrirse de patas para patearle la cabeza a un hueón que la está violando, por ejemplo. Esas diferencias hacen que tengamos territorios distintos, y eso es lo que tenemos que aprender, que no necesariamente por no ocupar ese discurso poderoso del feminismo, apropiarnos de eso para justificarnos. No. Tenemos la capacidad crítica de elevar un conocimiento que hable de un cuerpo intervenido, de un cuerpo que se interviene para, y en ese intervenirse para hay una violencia distinta, hay prácticas distintas. Por lo tanto, hay matices en las violencias y hay ciertos privilegios que tenemos que reconocer nosotras las travestis, que tenemos una fuerza masculina. Ese campo tenemos que explotarlo. Generar ese conocimiento y entender profundamente que el feminismo implica cuerpos y existencias que tienen una biología específica: ovarios, úteros y vagina.

Otra cosa es que también el feminismo se tiene que hacer cargo de la crítica al capital, al neoliberalismo. Cómo operacionaliza el modelo neoliberal y el capitalismo. La diferencia de género es a partir de la economía ¿cachai? Eso como que se está pasando por el aro. La mujer, por el hecho de haber nacido mujer, está condenada a recibir menos recursos que cualquier hombre, entonces eso se tiene que problematizar para que se ajuste. Eso significa que si la mujer tiene el poder adquisitivo igualitario a un hombre va a poder incidir políticamente en el sistema, va a poder tener influencia económica de las situaciones del modelo económico. Situación que, en este momento, está dominada por una minoría que tiene todo el poder económico y que dice cómo tenemos que vivir los pobres. Eso se tiene que problematizar.

-Oye, tú igual te mueves desde hartas expresiones; escribes, también fundaste una compañía de teatro travesti.

Sí, tuvimos una compañía de teatro con dos compañeras más.

-Ah, tuvieron.

Si po, esas iniciativas no duran tanto tiempo. Duramos como tres años, haciendo una obra. Recorrimos hartas regiones.

-Y era una obra basada en un libro.

Un libro que hizo una organización sobre vulnerabilidad y prevención para el VIH. Ese libro se llama “Cien historias en cien palabras: las transexuales hablan”. Y es de la ONG RED OSS, que es una organización que trabaja en salud social (…) Mi rollo con el teatro es el mismo rollo con la escritura. Son herramienta que yo uso para hacer mi activismo, para sensibilizar, para educar, para intervenir, para llamar la atención. Para hacer activismo.

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-¿Cómo fue el proceso de escribir tu libro Dramas Pobres? ¿Cómo salió a la luz?

Fueron como dos procesos. Yo estaba casi terminando el Diplomado de Género en la Universidad de Chile, que dura un año. Entonces me acerqué al taller de Diego Ramírez y empecé a escribir ahí. Muchos de los textos que fueron producto del taller hicieron posible tener mi primer fanzine. El Diego, en una de las clases que nos hizo, nos mostró diferentes tipos de fanzines, incluso cartoneros. Él nos instó para que hiciéramos nuestro propio fanzine, y ahí surgió dentro del trabajo del taller, el concepto de Dramas Pobres. Recopilé todos esos textos que había hecho y los junté como Dramas Pobres, y los empecé a vender en la calle porque necesitaba pagar la Universidad. Los empecé a vender en la calle, en el suelo, por todas partes.

Después de un tiempo conocí a la Constanza, que es la directora de las Ediciones del Intersticio. Hace un año, ella me contó que quería hacer su editorial y quería que el primer texto en publicarse fuera el mío, porque le interesaba mucho publicar textos que en otras editoriales serían muy problemáticos, o que serían escupidos por las editoriales formales. Pero a ella le interesa el intersticio, estos textos sucios, problemáticos, inadecuados, que no encajan. Después de un año de trabajo, se pudo concretar el lanzamiento en la casa central de la Universidad de Chile con dos maravillosas mujeres, también potentes porque generan conocimiento: la Ana María Tijoux que es socióloga y la Diamela Eltit que es escritora. Ellas trabajan mucho con el tema de la marginalidad y la monstruosidad. Entonces, me presentaron y resultó.

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-Ahora, leyendo un fragmento de tu texto no pude evitar acordarme de Pedro Lemebel. Porque hay mucho de eso, cómo se habla en la calle, escribir cómo se habla. ¿Tienes relación o hay influencia de él u otros escritores?

Si po. Pedro Lemebel es mi abuela, es mi madre, es mi tía, es mi hermana. Influyó. Entonces claro, en un momento pensé: ‘bueno, si el Pedro pudo escribir ¿por qué no puedo escribir yo?’ era necesario. Además, también yo estaba en contacto directo, haciendo prevención, con las compañeras travestis que hacían trabajo sexual y ellas me contaban un montón de historias. Y esas historias, porque somos analfabetas, no estaban escritas. Y si está escrito, existe; si no está escrito, no existe. Y eso hacía el perfil de nuestras historias; somos solamente comunicación oral, las travestis somos solamente oralidad. Y eso, en la práctica, como identidad o como existencia, es un problema. No escribir, no registrar. Que la historia continúe existiendo sin nosotras es un problema. Por lo tanto, ahí yo digo que tenemos que pasarle la cuenta a este sistema y, sobre todo, al sistema educacional para que nos incluya, para que generemos conocimiento y hagamos crítica. Haciendo crítica se pueden transformar las cosas. En algún momento: si no es ahora, en cincuenta años más.

-¿Cuáles serían tus proyecciones como poeta, como escritora?

Como activista. Bueno, estamos con unas amigas actrices intentando sacar una nueva obra y seguir escribiendo. Quiero pintar también, quiero mover una posible pintura travesti. Bueno, no quiero decir más porque siempre me copian (risas). Esos son los caminos po, y de repente me dan ganas de tirarme al metro también, así es la vida.

UN PROBLEMA FEMINISTA

-Como me decías, tu motivación para escribir sería legitimar estas realidades del mundo travesti, ¿por ahí iría tu motivación para escribir o nace de otra parte?

Obvio que sí, es un problema feminista. Cómo puede ser que la historia haya sido hecha solamente por hombres y ninguna mujer. Entonces si las mujeres luchan por eso ¿por qué yo no? Si las mujeres no existen en la historia, cómo podrían existir las travestis si no comienzo yo, dado que lo entendí, por qué comienzo a escribirlo para que las demás también la puedan escribir desde sus diferentes formas de ser, travesti, transgénero, transexual. Provocar empoderamiento, que de alguna manera ocurrió, con la Mara Rita, con otras chicas trans que están escribiendo. Y que está pasando en toda Latinoamérica. En Latinoamérica hay pocas activistas trans que estén escribiendo, pero las hay. Acaba de morir hace poco la Lohana Berkins, que es también una feminista súper importante en Argentina y que también escribió.

-¿Cómo es posible difundir el mensaje sin perder, digamos, el contenido, sin comprometer los ideales del feminismo?

A ver, desde mi perspectiva, ha sido súper útil para los medios de comunicación reconocer que existen las transformistas, porque son pobres, porque son analfabetas. Porque, por ejemplo, les pagan mal, las explotan para promover la discoteque. Ellas no saben que son trabajadoras y que deben exigir un contrato de trabajo, que deben tener horas de trabajo y horas de descanso, que deben tener derecho a vacaciones y seguridad social. De eso se tiene que hacer cargo la discoteques y también los programas de televisión que las utilizan; pero ellas son tan analfabetas que no luchan por eso, no lo ven como una necesidad. Aprovechan la oportunidad. De eso, yo le paso la cuenta a la izquierda.

La izquierda nunca consideró que las trabajadoras sexuales y las travestis fuéramos ciudadanas con derechos laborales. Entonces, por ejemplo, se arman los sindicatos, pero no se reconoce que hay diversidad sexual y que también necesita tomar conciencia de la lucha de clases. Entonces, son tan excluidas las transformistas, que ningún sindicalista ni dirigente de izquierda les dijo: ‘ustedes son trabajadoras, exijan sus derechos laborales’. Las locas no tienen contrato, la Francis Françoise se murió diciendo que la discoteque Bunker nunca le hizo un contrato y era la transformista más importante de Chile y trabajaba ahí. Yo responsabilizo de eso a la vanguardia izquierdista de este país. Porque también excluyó, excluyó de la misma forma que excluyó la Academia y todas las instituciones de Chile.

En ese sentido, pienso que la abertura hacia el tema de la diversidad es falsa para mí. Lo único que hace es fortalecer el individualismo y el neoliberalismo. Claro, se avanza, pero pa’ ese lado. A las locas transformistas no les importa si una travesti muere en la calle. Yo he escuchado que dicen: ‘Ah, se lo buscó, si es borracha, pa’ qué se metió con esos hueones’ pero les queda la cagá cuando les llega el SIDA. ¿Qué pasa con el transformismo y el SIDA? ¿Acaso no los toca? ¿Cuánto perderían si empiezan a hablar de SIDA? ¿Cuánto perderían en televisión y en las discoteques? Bueno, de eso yo responsabilizo a la izquierda. Tienen que pagar esa cuenta, porque no hay sujeto ninguno en Chile que merezca tanta exclusión, porque además ellos también se arrogan el progresismo y el avance, y no debe ser así.

-Entonces, en un tiempo tan neoliberal ¿cómo crees que podrías llegar a generar esa apertura de mente en las personas? ¿Cuál es el desafío del activismo travesti hoy?

Bueno, ser rigurosamente feminista. Se puede generar conocimiento sin ser académico. Basta la experiencia, tu experiencia de vida ¿cachai? A mí el conocimiento me ha servido para darme cuenta que tengo una historia de vida, y de eso hablo, me fundamento. No me arrogo al aborto porque a mí me atañe el SIDA. Ese es mi territorio. Travesti, pobre y sidosa, ese es mi territorio. No invado otros espacios, determino mi territorio. Valido yo misma mi territorio. Entonces ¿Qué es el conocimiento? Develar tu intimidad. Hacer de tu intimidad un acto artístico y político.

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