La violencia de género que mató a Sulli, y las lecciones que nos deja su activismo

sulli

Este lunes 14 de octubre en la mañana, la fanaticada del K-Pop (y el resto del mundo) se enteró de la muerte de Choi Jin-ri, más conocida como Sulli, cantante, actriz, bailarina, modelo y ex miembro de f(x), uno de los girlgroups más importantes de Corea del Sur.

La muerte, confirmada por su casa disquera SM Entertainment, sería causada por un aparente suicidio, pero son informaciones que aún no se han confirmado.

Seguramente los más entendidos en el tema culparán inmediatamente a la industria cultural surcoreana, donde el idol es sacado de su vida normal desde muy temprana edad para ser entrenado para entrar en este mundo, en el que viven jornadas agotadoras donde cantan, bailan, modelan y son rostros de marcas que venden un estilo de vida que es admirado por un montón de fanáticos. Los mismos fans, además, se ven a sí mismos con un poder sobre el artista, y es muy mal visto que expongan su vida íntima y la pongan por sobre el espectáculo.

Más allá de las exigencias de la industria, es necesario reflexionar y separar aguas en esta trágica noticia: mucha gente compara este caso con el del cantante de SHINee Jonghyun, quien se quitó la vida a fines de 2017. No obstante, y pese a la importancia que brindó a temas muy poco conversados en su país natal, como la salud mental, su caso, comparado con el de Sulli, es completamente distinto. Aquí los factores van más allá de una industria exigente: la violencia de género y acoso que vivió la cantante fueron parte de lo que acabó con su vida.

Sulli fue conocida históricamente por causar diversas “polémicas” en Corea del Sur. Una de ellas fue su activismo, mal visto y poco común en una sociedad conservadora como la del país asiático. Ejemplos de ello es que la cantante se declaró en contra de usar sostenes y también fue una de las pocas celebridades que admitió abiertamente estar a favor del aborto libre.

¿Cómo se lo tomó la fanaticada y el ojo público en general? Pésimo, evidentemente. Por ambos motivos, la también actriz recibió comentarios de odio y fue acosada por redes sociales. Su “libertad de decisión para todas las mujeres” (tal como ella escribió en su Instagram durante la discusión legislativa llevada a cabo en su país) fue respondido con comentarios sobre su “falta de inteligencia”, “locura”, y su apoyo al no-bra movement vino con preguntas como: “¿por qué estás tan cómoda sin usar un sostén?”.

En un programa de televisión coreano llamado “Night of hate comments” -una de sus primeras apariciones en ese medio en años-, la cantante aclaró los motivos por los que apoyaba iniciativas como no usar sostén: “Creo que se trata de la libertad de cada una. Los sostenes no son buenos para tu salud. Tienen un alambre. No son buenos para tus órganos digestivos, y yo tengo problemas con mi digestión. Como es más cómodo no usarlos, no los uso. Creo que es libre y hermoso”.

“Cuando publiqué por primera vez una foto de sin sostén, se habló mucho sobre ello. Tenía miedo y podría haberme escondido, pero la razón por la que no lo hice es porque quiero cambiar los prejuicios de las personas sobre esto. Una parte de mí también quería decir: “Esto no es tan importante”, agregó en esa oportunidad.

Incluso, Sulli tuvo que aclarar que no se drogaba después de hacer una película sobre drogas, también soportar las críticas que recibió por el videoclip ‘Goblin’ (donde relata la historia de una persona con un trastorno disociativo), por subir fotos con sus parejas, y por besar a una amiga durante la celebración de uno de sus cumpleaños.

Por otro lado, su relación sentimental con el cantante Choiza fue fuente de polémica. Choiza es 14 años mayor que Sulli y muchos fanáticos aseguran que la relación era asimétrica e incluso tóxica, relacionando lesiones que sufrió el 2016 con la influencia del cantante en su vida.

Y la historia nos devuelve al 29 de septiembre: durante una transmisión en vivo en Instagram, la cantante mostró cómo se maquillaba y se peinaba, y como no estaba usando sostén, se pudo ver en vivo uno de sus pezones por accidente. Y por supuesto, las críticas y el acoso vinieron de nuevo: lo único que querría Sulli era atención, le recomendaron hacerse un test de drogas, incluso le dijeron que exponer un pezón era intencional pues había perdido popularidad, etc.

Dos semanas más tarde, su manager, luego de no poder comunicarse con ella, la encuentra muerta en su casa, y cabe preguntarse ¿Qué tan culpable es Sulli de su propia muerte, cuando al querer luchar por derechos para las mujeres de su país, lo único que recibió fue odio y violencia? ¿Qué podemos pensar de su casa disquera, a la que le pidió numerosas veces ayuda legal para detener el bullying en su contra?

Su partida nos deja, lamentablemente, tristes lecciones: los fanáticos y seguidores de los idols necesitan saber que ellos son seres humanos, con sueños, luchas, aventuras y desventuras, sin necesidad de juzgarles por ello, y sin ver solo un lado de la historia, pues no todo es escuchar música, comprar discos, pensar que los idols nos deben la vida sin preguntarnos qué tipo de sociedad estamos admirando. Por otro lado, los medios que se enfocan de hablar de K-Pop en el mundo occidental, caen también en el morbo, echándole bencina a un fuego donde las víctimas seguimos siendo las mujeres.

Y por supuesto, Corea del Sur se lleva una lección más a casa: el K-Pop, producto que ellos mismos eligieron para exportarle al mundo, es la ventana que abrieron a su cultura e idiosincrasia, y nosotras, mujeres que apoyamos el aborto, la libertad de elegir y a las compañeras que tenemos y a las que hemos perdido, los estamos mirando atentas. Sulli fue valiente en un país donde la corriente siempre estuvo en su contra. Que nos quede de ejemplo.

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