Girl Power: las poleras de las Spice Girls las confeccionan trabajadoras explotadas

Hace algún tiempo llegué a una resolución muy personal: no es necesario que todo esté en una polera. 


Las Spice Girls comenzaron a vender camisetas para recaudar fondos para la campaña “Justicia de Género” de Comic Relief e, irónicamente, las piezas se confeccionaron en una fábrica de Bangladesh en donde las trabajadoras ganan 35 peniques la hora, en turnos en los que reciben violencia verbal y son acosadas, se ven obligadas a trabajar hasta 16 horas diarias y son maltratadas si no cumplen con las metas de producción, según una investigación de The Guardian.

Un porcentaje de la recaudación de las poleras (£ 11.60 de £ 19.40) que en el pecho llevan el hashtag #IWannaBeASpiceGirl, sería donado al fondo de Comic Relief para ayudar a “promover la igualdad para las mujeres”, pero la organización explica que aún no han recibido tampoco el dinero.

Según cuenta el medio inglés, además, “la fábrica es de propiedad parcial de un ministro del gobierno autoritario de coalición de Bangladesh, que obtuvo el 96 % de los votos el mes pasado en una elección descrita como ridícula. Y, por otro lado, un portavoz de las Spice Girls dijo que estaban “profundamente conmocionados y consternados” y que personalmente financiaría una investigación sobre las condiciones de trabajo de la fábrica”.

Algunos otros datos de las condiciones de la fábrica:

  • Algunos maquinistas cobran 8.800Tk (£ 82) al mes, según una boleta de pago reciente, lo que significa que ganan el equivalente a 35p por hora por una semana de 54 horas. La suma está muy por debajo de los 16,000Tk que los sindicatos han exigido y están muy por debajo de las estimaciones de salario digno.
  • Los empleados se ven obligados a trabajar horas extras para alcanzar objetivos “imposibles” de coser miles de prendas al día, lo que significa que a veces trabajan turnos de 16 horas que terminan a la medianoche.
  • Los trabajadores de las fábricas que no cumplen los objetivos son abusados ​​verbalmente por la gerencia y reducidos a lágrimas. Algunos han sido obligados a trabajar a pesar de la mala salud.

La vestimenta, personalmente, sí creo que es un reflejo de nuestro sistema de creencias. También creo que mirando el estado de la industria de la moda, nos hacemos un buen panorama de los procesos históricos. Lo que vestimos, creo que puede ser para algunas personas el modo en que se quieren proyectar en lo público y lo colectivo y también algo que les divierte. Formas, colores, texturas que nos hacen sentir bien. No es primera vez que se habla sobre prendas de ropa con, a primera vista, buenas intenciones o parte de campañas con mensajes positivos que en lo práctico conllevan explotación de trabajadores.

Hace algunos años decidí que no todo lo que yo creo tiene que estar estampado en una frase en una polera y, hace poco tiempo, después de comenzar a pensar -en serio- en lo que como, también comencé a pensar -de verdad- lo que tengo en el ropero. Y decidí que quiero seguir abriéndolo y viendo belleza, colores que me gustan, estampados que me ponen contenta si los uso en las mañanas, pero nada puede ser bello si por debajo hay sufrimiento.

No es tan difícil (a veces sí). Es centrarse en ser menos acaparadora, reciclar ropa y, cuando se pueda, comprar (no voy a decir éticamente, porque eso es un oxímoron en el 2019) a marcas que no explotan a sus trabajadores y trabajadoras, que intentan realizar sus procesos de confección pensando en el medioambiente y que no testean en animales. Qué latera ¿no? Pero ¿qué más puede hacer una mujer promedio con cero poder de mejorar la vida de los demás? Lo mínimo. Y para mí, aunque cuesta, lo mínimo es eso. ¿Pienso que una es mejor persona por hacerlo? No. Sé que las condiciones estructurales de este mundo hacen prohibitivo todo lo que estoy diciendo, para muchas personas. Hasta sentarse a pensar que no quiero consumir más ropa de H&M o Primark es un privilegio.  Así que es cosa de cada une. Vo vela, de acuerdo a tu propia realidad y siento bien honeste contigo misme, básicamente.

Si quieres saber más, puedes leer este artículo en The Guardian. 

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