Gracias, Hermione. Gracias, J.K

Recuerdo perfectamente la primera vez que supe de Harry Potter. Corría el año 2001, iba en Sexto Básico en un colegio de Machalí, en la Región de O’Higgins. Era de noche, y con unas amigas estábamos en una pijamada en mi casa, colchones en el living, cositas ricas para comer, y muchas risas. Éramos unas niñas, aunque no recuerdo exactamente lo que hablamos esa noche. Pero sí recuerdo con perfección que, cuando apagamos las luces para dormirnos, la Karen, una chiquilla pecosa, se metió por completo a su saco de dormir y muy gringamente prendió una linterna dentro. Le pregunté qué estaba haciendo y me dijo que leyendo, y le pregunté que qué leía y me dijo: Harry Potter y la Piedra Filosofal. Wow. Sonaba como un tremendo título, lo único que creo me había motivado tanto a leer hasta esa época era el Papelucho Detective.

A la mañana siguiente le pedí que me dejase leer la reseña y un par de páginas. Aluciné. Y les pedí a mis papás que por favor me regalasen el mismo libro. Rancagua nunca ha tenido mucha movida lectora y, si no me equivoco, lo compramos en una librería que ya no existe en el único mall de la época, el Mall del Centro. Siempre he sido impaciente, cuando me regalaban un juguete lo abría en el auto y mi mamá siempre decía que no, que tuviese paciencia porque podía perder una pieza. Recuerdo haberme ido leyendo en el auto, comiéndome las hojas, ya no estaba en Rancagua, ni en Machalí, me encontraba en el número cuatro de Privet Drive, Little Whinging, Surrey.

De eso, ya son dieciséis años, pero Harry Potter, su magia, y su autora, la gran J.K Rowling se encuentran presentes desde hace veinte, con el lanzamiento de Harry Potter y la Piedra filosofal en junio del ’97.

No es un secreto que es un éxito, y probablemente existan muchos estudios que develen qué llevó a J.K y a su personaje y mundo mágico a convertirse en la más leída del mundo. Pero si tuviese que decir por qué me cautivó y las razones por las que hoy, aún con veintisiete años leo y releo cada tomo y otros libros que han salido (Quidditch a través de los tiempos, Los cuentos de Beedle el Bardo, Animales fantásticos y cómo encontrarlos y el guión de esta última peli), y por qué cada vez que el TNT da una de las películas las veo y mis amigxs me avisan, es simplemente porque encontré mi mundo en esta historia. Ya no me sentía sola en Hogwarts. Suena cliché, pero me explicaré:

La historia desde siempre ha sido contada desde una perspectiva androcéntrica (hombre al centro) siendo el papel de la mujer limitado, enfatizando en momentos concretos del protagonismo femenino, específicamente en circunstancias referentes a obtención de derechos, y a las mujeres como colectivo, por ejemplo, el movimiento sufragista. De este mismo modo, la literatura ha transitado un camino similar.

No obstante, y si bien, la industria cultural actual, se entiende como la anticultura, según Umberto Eco, en contadas ocasiones, dicha cultura de masas, otorga al público elementos que, insospechadamente tienden a realizar un cuestionamiento de lo establecido, o al menos, un esbozo mínimo de descontento que se visualiza en ciertos personajes, situaciones, contextos o diálogos, tal como cuentan Adorno y Horkheimer.

Es en este caso, que personajes de la literatura clásica a nivel universal se sitúan como referentes femeninos que, de alguna manera, han llevado la contra o han cuestionado lo establecido, dando un rumbo divergente a su historia personal, la cual muchas veces conlleva un cambio más profundo a nivel social: Scarlet O’Hara (Lo que el viento se llevó), Jo March (Mujercitas), Ana Karenina (Ana Karenina), Jane Eyre (Jane Eyre), Elizabeth Bennet (Orgullo y prejuicio), son algunas mujeres ficticias que han abierto y pavimentado un camino para nuevas mujeres protagonistas en la literatura, quienes con historias y carácter, se alzan en la escena literaria.

Y es justo ahí, donde hace ya dos décadas, se inserta Hermione Granger, la amiga de Harry, hija de muggles (gente sin magia) y maga más seca de su generación. Es justo ahí, donde, en una época tan vertiginosa como la pre adolescencia y su sucesora, alguien como Hermione es tan necesaria para nosotras, para nuestra propia confección de personalidad, de ideas y sentires. Porque sí, muchas veces necesitamos alguien a quien seguir, o en quien encontrar inspiración. Porque antes de Hermione, para mi generación, una no podía ser preguntona, ni tan curiosa, porque eso estaba destinado para los niños. Antes de Hermione las chicas pocas veces salvábamos el día, éramos más bien damiselas en apuros o nos encontrábamos situadas en la dicotomía, en el juego binario de la puta/virgen o puta/madre (Siles Ojeda). Antes de Hermione, las niñas y mujeres no podíamos ser tan inteligentes, no, eso está guardado para el protagonista.

Cuando digo “antes de Hermione” no desconozco a un considerable grupo de mujeres importantes/protagonistas en la literatura, sino que, hago más bien referencia a que, siendo la saga de Rowling la más leída en el mundo, posibilitó que millones de niñas como yo tuviésemos a una heroína tal como nosotras. Millones ya quizás no soñábamos con un príncipe o un matrimonio (no digo que quienes lo hacían estuviesen mal, pero había alternativa). Millones soñábamos con que, a través de la chimenea, la puerta o la ventana llegase una lechuza con nuestra carta de Hogwarts. Aunque, por supuesto, se me apretó el corazón cuando algo pasaba con Ron, me encantó que el interés amoroso no fuese la pieza central de la vida de Hermione, sino su inteligencia, su poder, su capacidad para ser la chiquilla terriblemente inteligente que salva el día. Incluso su estatus de “sangre sucia, hija de muggles” pone de manifiesto su lucha contra cierto tipo de discriminación. Y para qué decir cuando funda P.E.D.D.O (Plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros), para defender a los elfos domésticos con toda la garra y conciencia.  

De igual modo, así como J.K. creó a Hermione, también puso en el relato a muchos otros tipos de mujeres potentes: desde el hecho de que dos de las fundadoras de Hogwarts fuesen mujeres, hasta lo fundamental que Minerva McGonagall es para la escuela. En Ginny Weasly, Angelina Johnson y Katie Bell vemos el protagonismo de ellas en un área tan masculinizada como el deporte. También vemos el rol de madre en Lily Potter, Molly Weasly, Petunia Dursley y hasta en Narcisa Malfoy, rol que no las minimiza (como en muchos relatos) ni define en su totalidad. O el hecho de que hay que defender el ser quienes somos, manifestado muy tangiblemente por Luna Lovegood. Incluso la villana más villana, Bellatrix Lestrange, demuestra un poder y liberación inmensos, despojándose de incluso, el sentido a la vida.  

Creo que lo bacán de los personajes femeninos en esta saga, es que pueden ser lo que quieran ser, y que jamás se ven minimizadas por ser mujeres, sino que todo lo contrario. Al momento de enfrentarse, ambos géneros (hombre y mujer) se encuentran equiparados (pensemos en el Quidditch, en las aulas e incluso al luchar contra los mortífagos). Así que sí, mi yo más joven agradece enormemente que Hermione haya llegado a mi vida, y me haya enseñado tanto tanto, porque sí, es leviósa, no leviosáaa. Gracias, Hermione. Gracias, J.K..

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