Nuevas edificaciones que se derrumban: arquitectura en el Bafici

La sección de Arquitectura del BAFICI no suele ser la más atractiva para la mayoría del público. Es normal que la sala empiece con diez personas y termine con dos. No es que ocurra en todos los documentales sobre la materia, solamente en aquellos casos en donde la materialidad se impone como narración, lo cual me parece coherente. Para quien va mentalizado de lo que tendrá en pantalla es una experiencia relajante, para reposar los ojos. Este año trajeron al austriaco Karl-Heinz Klopf, quien debe encarar sus proyecto con el conocimiento de que su público será muy selecto. En una función quedamos dos, con preguntas y todo, y las respondió muy amable y sonriente, feliz de su minipúblico.

Tower House trata de un brutalista hogar japonés construido en alto, puro hormigón armado, el protagonista absoluto del film. Lo interesante es que no se trata solamente de una muestra de las bondades de la casa. Teniendo en cuenta el carácter espiralado del lugar, la narración es en redondo, un largo y falso plano secuencia que, cual sacacorchos, va escalando la casa sin meterse en ningún rincón en particular, desde el ras del suelo, por lo que, en un principio, da la sensación de estar en la casa de un gigante, y, a medida que la cámara asciende, aparecen los trazos gruesos del cemento, las comodidades del lugar, la manera en que se acomodan los muebles, las entradas de  luz. Es la aplicación del suspenso a un género que no pareciera tenerlo de ninguna manera.

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Imagenes de "Tower House" - Japón

Heinz Emigholz , otro director austríaco habitué del BAFICI, también ha incurrido en esta obsesión por los edificios, y recuerdo haber escrito, cuando lo descubrí en 2004, que sus películas sobre arquitectos y estilos no eran caprichosas, sino que buscaba la narración en lo estático. En Tower House, Klopf  lo logra aún mejor, buscando la coherencia entre la estructura misma y la forma de registrarlo. Además, a diferencia de Emigholz, introduce elementos de calidez que relajan tanta materia inanimada. La hija del arquitecto que diseñó el edificio, y que sigue viviendo ahí, relata en off sus vivencias de niña y explica la concepción de privacidad del japonés, que es lo que su padre logró trasladar de las casas de papel al concreto.

A Tropical House fue el estreno de Klopf  en el Festival y sigue la misma línea. Una casa de líneas rectas en Indonesia, cuadrada, donde el plano fijo, rectangular, es lo mejor para captar ese espacio. Acá también, la voz directa del arquitecto que construyó y que vive allí, sumado a imágenes de reuniones familiares y entre amigos, es el toque humano, el interés por la manera de habitar, a diferencia de la mirada más árida de Emigholz, cuyo cosmos es la arquitectura pura y dura. Un denominador  común en ambas construcciones elegidas es que sus ambientes son abiertos, con escasas puertas, perfectos para la circulación que tienen las películas del director.

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"A tropical house"

Dentro de la misma línea pero en una sección distinta se presentó Homo Sapiens, de  Nikolaus Geyrhalter,  lugares abandonados en distintas partes del mundo, nunca se aclaran las ubicaciones, tomados en planos fijos  y con sonido ambiente, a modo de mundo post-apocalíptico. Aquí, la arquitectura no es el foco pero si la materia, su fragilidad frente al avance de la naturaleza, los sonidos y el lenguaje que genera  independientemente de los seres humanos.

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"Homo Sapiens"

Aunque  no sean las exhibiciones más populares, es positivo y original que BAFICI las mantenga porque se apartan del documental tradicional de testimonio tras testimonio, un modelo de producción que puede hacer perder el punto de vista en materia de arquitectura y urbanismo.
🙂

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