Viaje a las estrellas: Star Wars

¡Cómo me gustaría tener la emoción de ver Star Wars por primera vez! Eso me dicen casi todas las personas que se enteran que nunca vi una película de la saga creada por George Lucas. No fue una decisión, sencillamente fueron sucesos de la vida. Cuando inicia la primera trilogía yo no había nacido, cuando finaliza tenía solo dos años. Al llegar la segunda tanda de películas, no estaba en sintonía con la emoción y mi novio de esa época era un fanático de Star Trek y X-Files. Así que tampoco vi la segunda trilogía. Pero siempre supe que había algo especial, realmente especial en un acontecimiento que cruza cultura pop con las masas. La emoción o los lugares adonde se trasladan las personas cuando hablan de Star Wars tienen algo de pureza. No hablan sólo de una serie de películas; hablan de sí mismos a través de ellas. ¿Pero cómo llegan a esos lugares y por qué? Eso sí que era un misterio. Y los misterios en la vida adulta se hacen cada vez más escasos, como la inocencia. Así que decidí preservar uno para mí. Yo también quiero saber quién soy a traves de Star Wars. O quién puedo ser.

Basta escuchar los suspiros cuando inician los legendarios títulos de Star Wars para percibir que pasa. El público no va sólo a ver una película, se va a buscar en sala o va a constatar si una parte suya aún sobrevive. Esa parte es la infancia. En esa época no cabe duda fueron felices, soñaron con unirse a la resistencia, jugaron con sables, se enfrentaron a Darth Vader, fueron copilotos de Han Solo, trabaron amistad con un droid, se convirtieron en jedis. Todo eso vuelve y pesa, pesa porque se sostiene en la esperanza, la esperanza de no haber dejado de creer en esas cosas. Star Wars parece ser más que los muñequitos, las figuritas, el merch de colección. Star Wars parece ser una manera de soportar la inclemencia de la vida. Si sabía que era para tanto, me alquilaba un cine para mí y mandaba a proyectar la saga entera. Pero todo llega, las cosas a veces se acomodan solas. En la inclemencia de la vida adulta, la magia persiste.

Star Wars para ellos es para mi como un libro de la colección Robin Hood. Tocarlo, abrirlo, leer la primera página, ya estoy en un momento feliz de mi vida. Un momento cálido en donde nada podía lastimarme, nadie me había dañado, mentido, traicionado, maltratado, golpeado. Es un lugar seguro y por eso los conservo. Abrirlos es verme a mí años atrás, muchos años atrás, en mi mejor versión. Pura e inocente. El aura de Star Wars tiene que ver con eso, pero da un paso más adelante. También muestra en que podemos convertirnos si utilizamos mal la Fuerza. Pero ¿Qué es la Fuerza?

La Fuerza es algo que está en uno, pero también es todo lo que está alrededor. La Fuerza parece ser el principio y el fin de un espíritu, y también, cuando se manifiesta, parece ser una conclusión. Los momentos más trascendentes de la vida llegan, a veces uno no está listo, pero debe de todas maneras estar a la altura. Para los momentos dolorosos, la muerte de un ser querido, nunca se está listo. Pero si se puede estar a la altura. Y ahí es cuando se manifiesta la Fuerza. La Naturaleza, los seres vivos, los animales, el agua y las piedras, son la Fuerza. Pero los jedis sintetizan esa fuerza de una manera sobrenatural, y por eso son jedis. Algo me dice que los jedis sufren mucho, pero saben velar por los demás. Ponen primero al resto antes que a sí mismos. Son nobles pero también son frágiles. Se conmueven cuando la vida se manifiesta y niegan la bestialidad de la muerte. Sintetizan la belleza de las cosas y la armonía. Son pocos, pero valen mucho. El primer valor del jedi parece ser la amistad. El valor principal que prima sobre Star Wars parece ser el lazo de amistad, ser fiel a la confianza que el otro deposita en uno. Jamás traicionar o dicho con la ternura de la infancia: nunca hacer llorar. Ese poder, que se manifiesta como Fuerza, es una enorme responsabilidad. No queda otra salida que ser buena persona. Hacer lo correcto. Lo que más me gusta de la Fuerza es que no hay espacio para los cínicos. Al menos eso entendí yo.

Otra cosa que me enseñó Star Wars es que el talento, que se presenta en la fuerza, si se desperdicia se contamina. Un don mal utilizado no es un don, es una tragedia. Al escribir esto me doy cuenta que Star Wars conecta tanto con la tragedia griega como con la tragedia Shakespereana como la noción japonesa del Ki. Seguramente no estoy descubriendo nada frente a otros ojos. Pero a mì se me presenta un nuevo mundo, y con ese mundo una advertencia. Odio hay en mi corazón y rabia también. Como en todos en algún momento de nuestra vida. A veces las circunstancias son tan crueles que las pruebas son muy temerarias y pueden llegar a quebrar el alma de una persona y desviar su carácter. De ciertas cosas no se vuelve, y cuando esa dirección es tomada, no hay marcha atrás. El odio es más fuerte que el amor y los Siths más poderosos que los Jedis. ¿Cómo se puede revertir el odio que anida en el corazón y no deja que aflore la luz que alguna vez supo iluminarlo? Volviendo el tiempo atrás. Cuando nada aún nos había lastimado y la vida no había inyectado cizaña en el torrente sanguíneo que bombea al corazón. Por eso es fundamental algo: siempre hay que tener fe en las personas. Eso también entendí al ver Star Wars.

Una seguridad que me llevó luego de ver Star Wars es que fue filmada por un fanático. JJ Abrams, odiado por muchos, venerado por muchos más, filma con las convicciones de un niño pero con el pulso de un adulto. De cada plano, se desprenden los sentimientos y los personajes traspasan la pantalla, no por la ilusión del 3D, sino por la categoría con la que Abrams delinea el carácter de cada uno de ellos. Sus particularidades, rasgos distintivos, sensibilidad ante la vida, resistencia ante la autoridad, absoluta convicción de que se puede y se debe vivir en libertad. Todo eso aparece y se representa de diferentes maneras en cada uno de los protagonistas de la nueva entrega de Star Wars. Dotados de carácter, provocan empatía con el espectador. Hasta tal punto que uno entiende porque hacen lo que hacen, incluso aunque no lo comparta. Son héroes y son una ficción. Pero al mismo tiempo existen.

¿Qué más puedo agregar sobre esta primera vez? Puedo sumar la alegría de seguir encontrando en mí un espacio de pureza. O la idea de querer ser Jedi, parte de la Resistencia, amiga de un robot, compañera de Chewbacca. A mi me gustaría tener la Fuerza y que se manifieste. Sobretodo ahora que realmente la necesito. Pienso que esas cosas no existen, que están nada más que en la pantalla del cine. Pero… todo eso lo imagino una persona, no? Una persona como yo, quiero decir…no exactamente como yo, pero salió de la mente de otro ser humano. Y si salió de una mente de otro ser humano, entonces hay algo de todo eso que puede llegar a ser real. Aunque sea una porción muy pequeña. Lo suficientemente pequeña para pensar que la Fuerza está conmigo y quizás no se manifieste en un sable azul. Pero si se manifieste en los hechos cotidianos. Mañana voy a poder más. No voy a tratar. Yo voy a poder.

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