Medicina & Literatura: Juan Zorraquín

Preguntarle todo a un escritor (o incluso a un editor o critico literario) sule ser una tarea complicada.  Más de una vez quién pregunta se encuentra con cómodos silencios o con una astucia, no muy elegante, para declinar las preguntas. Es entonces muy agradable encontrarse con una persona que no tiene reparos en contestar cada pregunta. Lo que debería ser regla, o al menos lo que debería ser más habitual, se vuelve sorprendente. Es por eso que las sorpresa impacta aún más. Cuando se pregunta hay que lidiar también con las respuestas. La curiosidad le hizo mala fama a los felinos, pero le termina dando buenos frutos a aquellos que se arriesgan. Es el caso de esta entrevista que nos brindo Juan Zorraquín que contesto cada una de  nuestras preguntas sin poner reparos frente a ninguna de ellas.

Juan es aparte de escritor el Dr Zorraquín y en su reciente novela #Medicina (mardulce 2015) explora las tensiones de la práctica médica por medio de la vía literaria. Hablamos d eso, del estado actual sa la salud pública, del ex presidente Carlos Kirchner y de como escribir es un proceso sanador, curativo y necesario para todos nosotros.

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 Ejerciste la medicina durante mucho tiempo en el Hospital Posadas ¿Qué aprendiste ahí?

Todavía estoy yendo al Hospital, creo que es el último año. Hace 41 años que voy. Hice mi residencia allí, jefaturas, guardias etc.

No toda la medicina la aprendí allí, dado que cuando entré había hecho mis prácticas en el Hospital Metalúrgico y también hacía cirugía con Jorge Araóz y con mi padre. Pero eran corrientes distintas , la medicina semiprivada y la privada. En la privada se conectaba uno con la gran tradición médica sujeto-sujeto, quizás un tanto padre-hijo, tradición paternalista y comprometida. En la semiprivada que continué en el Centro Gallego se iniciaba o esbozaba la medicina actual, más “objetiva”, sujeto-objeto de curación.

En el Hospital es donde aprendí realmente a operar, enfrentar catástrofes y toda la tradición violenta que existe entre nosotros. Trabajar en equipo, investigar, hacer trabajos científicos, debatir en ateneos y la épica que la cirugía representa. En el hospital esto se daba en dosis muy grandes, el Posadas es y era un hospital hecho por gente muy joven, muy nuevo cuando yo llegué, un lujo. Hoy lucha y resiste pero sin el esplendor y la ambición del inicio.

Aprendí el dolor, la pobreza, la humildad, resignación que tiene la gente y la absoluta inclemencia despiadada del populismo indiferente al dolor ajeno.
También vi la muerte en mil formas y supe que el tema de la medicina es la muerte en última instancia, se hace más evidente en un hospital como en el nuestro que en otros ámbitos.

Henry James dice en un pasaje de la copa dorada “Era altamente inmoral, representaba la más alta forma de la inmoralidad. Era indiferente”

Nada más desconectado del acto médico que un trabajador de la salud agremiado. Su identidad es gremial, jamás médica, lastimoso.

Si tuvieras que hacer una línea de tiempo y marcar la mejor y la peor época de la práctica médica en Argentina ¿Cuáles serían esos momentos y por qué?

No veo una línea, veo un proceso. La mejor creo que no la conocí, si no en sus estertores finales.Una medicina mística, tanto en lo científico como en lo humano, vocacional, tenía su santoral, comprobable, esa tradición tiene a Favaloro como último ejemplo. Habían decenas, sino centenares de Favaloros. Mi abuelo Guillermo Zorraquín, fundador aquí de la Proctología era uno de ellos. Pasionales, estudiosos, desinteresados.

La peor época es discutible. La medicina hoy en día es mucho más curativa, eficiente y tecnológica que antes. Como aparato de curar social es mucho más avanzada y eficiente.

Lo que está desmejorado es el médico como medicamento. El médico en la antigua tradición curaba ante todo por presencia. Eso está degradado en la medicina actual y esto trae muchos problemas si consideramos la salud como un todo. La eficiencia es útil en las enfermedades orgánicas, las que tienen diagnóstico, pero el sufrimiento humano y las enfermedades que el médico debe curar son 90% funcionales, padecimientos psíquicos, existenciales o de otro orden que el cuerpo traduce, para ellas hay dificultad, se acabaron los médicos con paciencia que curaban con la mano, la palabra o la pasión.

Esa bisagra o línea que me preguntás fue la forma salvaje en que se destruyó en los 90 el prestigio médico y se les pagó miserias con la creación de las prepagas.El médico de barrio o de familia empezó a padecer Hoy faltan médicos en especialidades críticas.

 La medicina ahora se hace en muy poco tiempo y las consultas parecen express. ¿Qué nos pasa a los pacientes cuando el médico no nos escucha?

Advierten que están en posición de mero objeto, ni siquiera ellos sino el órgano que va a la consulta. El médico también es un objeto, hoy la relación es objeto-objeto y eso hace sufrir a ambas partes. Verse objetivado y fragmentado hace sufrir. De hecho el recorrido por varios especialistas(la respuesta normal hoy en día a la búsqueda de la salud) es un grito silencioso por la ausencia del médico de siempre.

Poder volcar en la palabra escrita lo que a uno le pasa, sea uno escritor o no, ¿termina teniendo un efecto sanador?

Totalmente. Yo les pido a muchos pacientes que lo hagan y al concentrarse en sus bitácoras y escritos hallan soluciones inimaginables para un acceso convencional o un abordaje lineal al problema de la enfermedad como desequilibrio de alguna función.

medicina

¿Cómo un médico se acerca a la literatura desde tantos lugares? Vos sos inversor en la editorial mardulce y también escritor ¿En qué momento te determinaste?

Leer siempre fue una pasión desde que tengo seis años. En mi casa había grandes bibliotecas y para mi siempre fue un refugio maravilloso. Era un chico imaginativo y algo melancólico, bastante irritable. La lectura me daba calma. La medicina
fue elegida como tradición familiar, soy la tercera generación de médicos familiares y siempre leí compulsivamente. De leer pasé a escribir. En 2008 publiqué una novela El fin de la corriente.

Me interesó ayudar a resolver la dificultad de publicar, dar vida a nuevas voces literarias y decidí fundar una editorial. Mardulce es ese resultado. La comencé con Gabriela Massuh, ella se retiró este año. Ahora seguimos con Damián Tawarovsky y María Zorraquín. Tengo el placer y la dicha de poder haber desarrollado esos dos grandes intereses la medicina y la escritura. Vi siempre a cada paciente como un texto vivo. Herencia católica. El verbo se encarna. No fue fácil, tuve que enfrentar ciertos rubores, la escritura es poco “seria” para un médico y el médico es poco “serio” para un escritor. Nunca navegué en aguas convencionales creo que por eso lo logré.

Tu novela reciente “Medicina” tiene desde la primera página una fuerte impronta política y agudiza esa línea cuando utiliza el nombre del ex presidente Néstor Kirchner, son momentos en los cuales la gente casi no habla o en todo caso se cuida mucho de lo que dice ¿Cómo te animaste a eso?

La muerte de Kirchner así iba a llamarse esta novela, pero eso la hacía girar hacia la crónica o el periodismo de investigación. Preferí a atenerme a lo que conozco muy bien. La pasión autodestructiva. A Néstor se la ví con fuerza el primer día que lo ví en televisión al golpearse mal con una cámara que lo filmaba. Está en problemas pensé primero, estamos en problemas pensé después. El suicidio y la locura son campos de investigación interesantísimos desde la perspectiva ontológica ¿qué cosa es un hombre? Algo que puede enloquecer o suicidarse, muy raro para la naturaleza. En esta pareja se dan los dos condimentos, pero es más clara la voluntad de morir en NK

Hay mucho de sentimiento en la novela, más no sentimentalismo, eso de exponer así que siente y cómo se siente un médico ¿era algo que tenías pensando o se dio a medida que avanzaba la novela?

Se fue dando, no lo pensé al inicio, pero se hizo inevitable después. Eso es raro advertir para mí : como finalmente todo se hace un círculo. Aprendí mucho de lo que hice sin darme cuenta en esta escritura. Eso me dio gran placer, al mismo tiempo pienso que quizás la haga críptica o pesada para muchos lectores, pero me encantó haberlo hecho. Darle forma literaria a un tipo de afectos que agoniza y quizás desaparezca sustituído por la maquinaria industrial de producción de salud. Pero la pasión existió durante milenios y es muy parecida a como está escrita. Los tipos humanos y sus sensibilidades desaparecen y son sustituídos por otros.
Los médicos de Chejov o Celine son escépticos, hay muchos de esa clase, yo le canto a la otra que también existe aunque en extinción.

Hay grandes descripciones sobre cómo funciona el cuerpo ante la medicina y la enfermedad. Hace poco vos contaste en tu muro de FB que padeciste de Neuritis Vestibular. ¿Cómo te sentís en un año en donde pasaste a ser paciente y al mismo tiempo editaste una novela sobre el ejercicio de la medicina?

Rarísimo. Cuatro días antes había atendido a Constantino Bértolo,( el gran editor español de quien publicamos La cena de los notables, un ensayo literario muy interesante.) de algo parecido, lo cual dio origen a una gran conversación y no hubo más necesidad de organicidad. El venía a casa ese día , yo volvía de Madrid de arrancar con Mardulce España con gran éxito. Quizás fue demasiado. Casi nunca me enfermo y arranqué con eso y siguió mi cuerpo en abierta rebeldía. Sigo investigando que me pasó, pero me cayó la ficha de la importancia que le das al que te atiende cuando te sentís realmente mal, en este caso fue mi hermano también médico. Muy parecido todo a un señalamiento del destino. Una respuesta.

Una curiosidad personal…¿La medicina es un acto de amor?

Principalmente, también es una gran curiosidad sobre saber lo que hay detrás del espejo.

En su último análisis una necesidad de hacer algo frente a la muerte.

 ¿Qué estás escribiendo ahora?

Cuentos, mientras espero. Fue un año intensísimo en todos los órdenes de mi vida. Para escribir necesito cierta calma interior, pero como me es imposible prescindir escribo cuentos. Pequeños ensayos. Medicina fue catártica en cierto sentido.

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#Medicina de Juan Zorraquín  – mardulce (2015)

en las mejores librerias del país

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