El pavimento del Infierno: Maldita de Palahniuk

“What makes earth feel like hell is our expectation that it should feel like heaven.”

Chuck Palanhiuk vuelve a la literatura con la segunda entrega de su trilogía basada en el infierno, el purgatorio y el cielo. Si en “Condenada” aparece el infierno como escenario, en “Maldita” lo que despliega uno de los más relevantes escritores de la literatura estadounidense, es el purgatorio, pero no como el  limbo que solemos imaginar, sino como blog de la memoria. La novela está estructurada por constantes entradas de blog a cargo de Madison Spencer a quién ya conocimos agrediendo a Hitler y escapando del infierno en la primera entrega “Condenada”. En esa estrcitura blogger se para Palahniuk para darle agilidad y una notable rapidez a esta nueva entrega, pero logra no contaminar (al menos no del todo) de vicios online a su literatura. Porque guste o no siguen siendo dos cosas diferentes.

Madison Desert Flower Rosa Parks Coyote Trickster Spencer, es el nombre completo de nuestra heroína del averno. Con tan solo 13 años, ya mantuvo rudos enfrentamientos con el Diablo, sus padres, su hermano adoptivo, sus abuelos y casi el 99% de las niñas del internado en donde paso muchos de sus días. La compulsión de Madison Spencer por contar el minuto a minuto de su ¿vida? en el limbo, le sirve a Palanhiuk como plataforma para echar a andar la máquina de repetición constante y descripciones extenuantes que caracterizan parte de su literatura. El problema radica en la imperfección de la máquina o lo innecesario de determinadas descripciones que ya no son shockeantes, ni para el lector esporádico del autor de “El club de la pelea”, ni menos aún lo deben ser para sus fanáticos (si de algo puede enorgullecerse Palahniuk, es de tener una base vital y decidida de fans esperando sus obras) que tiene un estómago a prueba de todo.

Pero Palahniuk tiene oficio y, aunque caiga bajo el peso de sus propios vicios, saca adelante a Madison Spencer mientras crea el pavimento de la autopista al infierno con lo peor de la sociedad Americana, aún cuando se podría aplicar a la vocación de imbecilidad actual que parece padecer el mundo entero. Madison Spencer, Maddy, es a su manera, una heroína que hereda tanto a Jane Austen, como a Ana de la Pradera y como a la novelas pulp fiction. En ella, se concentran los peores pecados posibles y el primero es la gordura. La constante repetición de la gordura de Maddy es lo único que funciona a la perfección en la máquina repetitiva dejando bien en claro el estado actual de la sociedad y su vocación voraz por la estupidez, mientras ensaya (lamentablemente no lo logra del todo) la afirmación letal de que la única belleza y el único capital simbólico de valor es el de ser flaco. Si hay que pavimentar el descenso al infierno con la grasa que sobra, la sociedad no parece estar dudando en hacerlo.

En “Maldita”, se mata, se abusa y se abandona, se revientan gatitos, se degollan ponys y se relata con precisión punzante como la sociedad americana continua haciendo a personas estúpidas (¿Kardashian? ¿Hilton?) personas famosas. Pero lo que queda flotando en el aire, o lo que parece ser el espíritu de época, es que el crimen por excelencia es no ser delgado. Es interesante leer esto a la luz de la sociedad porteña en donde la estupidez actual, acá como en Los Ángeles no se salva nadie, parece inscribirse en el deterioro cerebral de cientos de chicas alegando ser gordas cuando no lo son y esperando que la actualización de estado se regenere para que la máquina de la estupidez no cese y alguien le conteste “Nada que ver, estas re flaca”.

La buena noticia es que Palanhiuk recoge ese guante y le devuelve a la sociedad la basura que no necesita y, en servicio de eso, construye una adolescente imperfecta, confundida y obsesionada con la religión. Madison Spencer a su manera y con su capital es una heroína que, en la imaginación de Palahniuk, parece encontrar humor, momentos de muy buena literatura, referencias hilarantes y una catarata de abuso del yo digna de ser parodiada en esta época.

Incluso en sus novelas más imperfectas, Palanhiuk se las arregla para seguir su premisa, quizás una premisa que deberían seguir algunos escritores, que sentencia: “Preguntate a vos mismo ¿dónde duele?”.

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“Maldita”

Chuck Palahniuk

Random House Mondadori

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  • Con Palahniuk tengo una relación de amor y odio. Cuando leí Rant sentí que no podía leer lo suficientemente rápido. Pero por alguna razón los libros que lo siguieron todos fueron disminuyendo su ritmo, que tan urgente me resultada el dar vuelta la pagina y seguir leyendo, que tanto necesitaba saber que pasaba después. Hasta que ya no pude seguir leyendo.

    Puede ser que fue por leer varios de sus libros muy seguido, pero con la excepción de Rant, no pude evitar la sensación de deja vu al leer. Personajes similares teniendo diálogos similares en lugares similares. Insisto, puede ser que al leerlos muy seguidos mi cabeza inconscientemente se dedico a buscar lo similar entre ellos. Hasta Monstruos invisibles estaba bien, pero cuando me pille con Fantasmas todo se fue en picada. Simplemente no lo puede terminar, aun lo tengo en mi escritorio a medio leer , pero cada vez que me acerco mi mano termina tomando otro libro.

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