Aira feliz

Aira es uno de los pocos escritores argentinos, por no decir el único, que comparte la virtud de músicos como Dylan de poseer una obra múltiples, con numerosas puertas por las que se puede entrar. Llegar a Dylan por Blood On The Tracks no es lo mismo que llegar por Blonde on Blonde o Empires Burlesque. Dyaln tiene etapas y para los fanáticos el diálogo es con todas y cada una de ellas, pero para aquellos que se aproximan de a poco su obra las cosas van más despacio. Luego de tantos años las puertas para llegar a Dylan ya son muchas y cada cual va a ir buscando la suya. Puede suceder que se tope contra una pared y necesite un tiempo, incluso años, para volver a intentar.  Dejar reposar las cosas, que maceren en la propia madurez, suele ser la respueta. A mi nunca me costo Dylan, pero si me costo Aira. Pero por suerte volví a probar.

El primer libro que leí de Aira fue La Villa hace más de diez años y no solo no me gustó, llegue a detestarlo. Pero nunca me deshice de ese libro. Podría haberlo regalado, vendido, dejado en el banco de una plaza, cambiado en el Parque Rivadavia. Pero se fue conmigo en cada mudanza y en la definitiva apareció ahí, flaquito e inofensivo como es. Lo acomode como pude sin darle importancia y sin saber en que parte de la literatura argentina encajaba. Ese acto de desorden, ¿dónde va Aira?, era el carácter de sus libros. No va en ningún lado, no encaja en ningún lado, excepto en su propio estante.

El año pasado estaba bastante angustiada y frente a esa situación un gran consuelo es leer. Ya lo dijo Pessoa no existe mal que no se cure con unas horas de lectura. Caminando, eso también me baja notablemente la angustia, me encontré con una librería de usados, que también calman mi angustia, que me convocó a entrar. Encontré un libro de Aira muy barato una vieja edición de La Guerra De Los Gimnasio. Me fuí a un bar a leer, eso también me baja la angustia aunque me destroza la economía, esperando encontarme con algo que fuera más malo que mi situación. Pero… ¡como me reí!.

Hace unos meses llegaron las nuevas ediciones del catálogo Aira que tiene Emecé, algunas joyas que estaban faltando hacía un tiempo. Como siempre no tardaron en comenzar a volar de las librerías y algunos ya tienen su segunda edición garantizada. El fanático de Aira, una logia sobre la que se debería filmar un documental, se comporta como una langosta. Arrasa.

Empecé por recomendación de Pablo con La Princesa Primavera y lo primero que pensé fue que los creadores de Hora de Avenrura habían leído este libro para crear, en parte, su universo fantástico. No falta nadie en el coro de dementes de la isla que es hogar y reino de la Princesa, así en mayúsculas, más pobre del mundo.  Las cosas en Aira van, como el galope de un caballo, sin dudar hacía adelante. El ritmo es más rápido inculo que el de Copi, no cesa. #LPP no es una excepción y también emplea el mecanismo de la fantasía para que Aira diga todo lo que no dice en entrevistas. La Princesa es parte de la cadena de explotación del mundo editorial, cobra monedas por sus trabajos de traducción que apenas le sirven para sobrevivir dignamente y dar un paseo en su jardín. Sus días son trabajar, trabajar y seguir trabajando al servicio de un mundo editorial que traduce novelas que son todas “iguales” en donde la historia es siempre la misma. Noble, dedicada puntual en su trabajo. Pero nada alcanza.

Como siempre que se lee a Aira en un momento uno esta leyendo una cosa y no sabe como de repente esta leyendo otra. Basta dar vuelta una página de #LPP para entrar en otro momento de la historia. Lo que en otros escritores lleva páginas de desarollo en Aira se resuleve así por capricho. Pero es un lindo capricho. Así que luego de dedicarse a traducir nuestra Princesa tiene que enfrentar una guerra. Se despliegan entonces en breves segundos de lectura una batería de personajes que encarna diversas situaciones todas más elocuentemente delirantes que la anterior: un viejo francés que casi no habla que ama en secreto a la Princesa conocido también como el “viejo puto”, el Invierno que llega desde el mar para dar batalla contra la calidez de la primavera, Arbolito de Navidad fiel acompañante del Invierno que planea desembarco y ataque, una oveja que será clave sobre el final del libro,  un cadáver que toca el piano mientras se descompone de a poco, un sex symblo un poco chanta que espera su oportunidad heróica y así, en giros de delirio que suben al galope usando de corcel eso que llamamos literatura.

La Princesa Primavera encara a su manera la expresión de cultura pop en la literatura argentina. Esa es la definición que le cabe a Cesar Aira: cultura pop.

Y en el medio de todo eso la felicidad, la risa gratuita, el agradecimiento. Las batallas que se libran alrededor de Aira ¿a quién le importan? ¿a los que ambicionan formar un canon literario? ¿a los que quieren ser leídos por sus provocadoras declaraciones? ¿a los que buscan provocar?. Las miserias del mundo intelectual que se cocinen en el caldo de su endogamia.

Mientras los lectores rasos, los que leemos buscando placer y otros mundos, somos felices. Felices con Aira.

Hoy empezamos el desafío de leer toda su obra. Como supimos enfrentar el desafío de escuchar todo Dylan.

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La Princesa Primavera

Cesar Aira

Emecé – Grupo Planeta

En las mejores librerías del país.

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