All things must pass

1

Me acuerdo como si fuera hoy el día que la fui a buscar. En el auto me preguntaban por qué tanto viaje para ir a buscar un gato, si es un gato, un gato se levanta de cualquier lado, no hay que viajar una hora para buscar un gato, agarra un gato de la veterinaria, de la plaza, si en la calle hay mil gatos. Hacía calor, ese calor espantoso de Buenos Aires que solo los porteños conocemos.

Finalmente llegamos, había nacido en un edificio hermoso y para qué mentir, no me estaba esperando. Cuando la tuve en brazos por primera vez sentí que me rechazaba, que buscaba volver con uno de sus hermanos o su madre. Me la llevé contra su voluntad, fue un viaje pesado con la gata a los gritos, arañando cada parte del auto, queriendo salir por la ventana, con 35 grados de calor, con todo en contra. Le voy a poner Miranda, dije. Miranda…cómo es banda, me contestaron, ponele un nombre mejor. La gata no paraba de gritar y no se dejaba abrazar tampoco. Nada fue como había imaginado, una gatita dócil, que se iba a hacer un bollito en mi falda mientras volvíamos a casa. La gata estaba absolutamente endemoniada y no cedía. Era sólida por las negativas, característica poco frecuente en las personas. Pero la vida con ella me dijo también que era sólida en un concepto total de la palabra y eso también abarcaba el amor. Fijaba el amor, era su marca.

Cuando llegamos a casa el escándalo siguió con mi madre que vio mis brazos, el derecho con una mordida y el izquierdo con rasguños. Hay que ir al médico, empezó a gritar, mira si ese gato te pasó algo. Gata, le dije. La deje atrás con sus preocupación y subí a mi habitación – mi habitación adolescente, la que una vez que dejé jamás volví a pisar – con los gritos de la gata dejando eco en el comedor. Lo primero que hizo el animal fue hacer pis en la cama para encerrarse luego en el ropero.

Yo lloraba del otro lado pensando ¿qué hice mal? ¿por qué no me quiere? Finalmente cerca de la medianoche del jueves asomó la cabeza. Emitió un maullido agudo de bebé sin experiencia en el mundo. Le pregunté si quería comer pero no me contestó ¡claro! no es un ser humano. Fui a la cocina y le traje leche con atún. Eso fue lo primero que comió al inicio de su vida conmigo. Quién me iba a decir que casi 13 años después iba a ser lo último.

2

La muerte acomoda las cosas, no existe caos en la muerte, solo existe orden. Cuando algo muere otra cosa cobra vida, respondiendo a un orden natural de un equilibrio que nos excede. No es la primera vez que sostengo a alguien hasta que se muere. Está todo bien con eso. No hay que morirse solo. Lupe ya venía mal, no habían sido tiempos de paz en mi casa. Poca guita, poco trabajo, poco ánimo. Cuesta armarse después de los 30, no se hace así nomás con la fuerza de los 24 o la impunidad de los 18. Muchas veces me la agarré con ella, porque a veces uno agrede a lo que más ama. Mi padre perdió el pulmón, mi gata perdió la cadera y siento la profunda y lacerante derrota de no poder haber prolongado más su vida. Porque prolongar la vida de lo que se ama es darse vida a uno mismo.

3

El año en el que llego Lupe fue el año del auge de los blogs. Yo tenía un blog que se leía un montón y todos nos leíamos entre todos y comentábamos por mail de Yahoo cosas del estilo “¿Leíste lo que escribió Xxxxx? Muy bueno” o “Ay no puede ser verdad que exista Xxxxxx, para mí es verso todo lo que cuenta” y así, casi todas las noches en un ida y vuelta de lecturas. Cada vez que escribía en el blog la gata se acomodaba arriba de la computadora, tenía una mac de esas que se parecen a los cascos de Daft Punk, para dormir o estar en ese estado de sinsentido de los gatos.  En esos momentos, para mi escribir no estaba conectado a un acto pasado por lo laboral o como un plan de vida. Era más bien un plan de evasión como una continuidad de un estilo de vida que ya venía forjando desde la escuela.

El momento más outsider de internet quizás fue ese. Mi amigo Martín siempre dice que hay que volver a las cavernas de la red y mi amigo Gustavo, hace poco compartió un artículo que habla de los lazos reales que se forman en la amistad online. Muchas noches me quedé escribiendo en el blog, rechazando salidas o encuentros. No es que no quisiera estar en un lado o en el otro, era que las rarezas que habitaban esos espacios me rememoraban la etapa más primaria de mi contacto con la lectura. Había encontrado personas, para mi siempre hay personas en internet no conectados,  que compartían secretos míos. Esas cosas que te dan vergüenza porque no querés parecer snob o que te la super crees o que estás de vuelta. Pero conocí a un gran amigo, realmente un gran amigo hasta el día de hoy, una noche que comenté que había ido a ver una película de Fassbinder sola. ¡Yo también fui!, me comentó y con eso alcanzó para iniciar un diálogo que se sostiene diez años después. Lo mismo con mi amiga Yael a quién conocí hablando de Resistiré, ¡armabamos blogs para cada novela de Telefe!, y leyendo sus poemas hermosos. O Pablo que tiene un gato que se llama Nerón, que tiene un dientito lastimado. Gente, sentimientos, poemas, gatos.

Esas rarezas de tener 22, 23 años y contar que vas a la sala Lugones sola y después recorrés los saldos de Corrientes y te encerrás a leer ese mismo sábado un libro enorme de Franzen y vos no sabes quién es Franzen y tampoco cuadras de todo en tu cabeza la importancia de Herzog. Pero hay algo que te gusta ahí, que te convoca.

Siempre dije que sé estar sola, como si fuera mi marca de clase y lo que me da cierto aire de distinición sobre los demás. Realmente lo creía pero estuve mintiendo todo el tiempo. Porque nunca estuve sola, todos esos años de aprendizaje y de definiciones fueron contemplados por Lupe. Cuando escribía sola, ella estaba ahí y cuando volvía sola con dos o tres libros, ella estaba ahí. Ya cuando estaba en la escalera ella asomaba su cabeza aerondinámica y salía a recibirme. Esa cosa de refregarse que hacen los gatos contra una.

Hace un tiempo un chico con el que estaba saliendo me dijo “sos muy mimosa” y le contesté que sí, que me gusta restregarme, el franeleo. Como a los gatos. Como a mi gata.

4

-Bueno, llegamos…

Eso fue lo primero que dije cuando entramos con Lupe a esta casa, nuestra casa. Lo primero que hizo fue explorar para después revisar una por una todas las cajas de mudanza. Hasta que finalmente encontró una semi vacía y se puso a dormir. Esos primeros días, meses de vivir sola(s) son de una añoranza muy fuerte para mi. Ya no tenía blogs, estaba separada y estaba aprendiendo muchas cosas al mismo tiempo. Esos años fueron los años en los cuales más discos compré, la música era importante para mi desde siempre pero en esos años se hizo trascendental. Así de fuerte, así de grande.

Un día me compré una guitarra de 100 pesos. Era un cajón de manzanas con cuerdas, horrible para tocar, te revienta los dedos, te hace unas heridas imposibles. Primero nada, clases por ahí, iba caminando y volvía caminando con esa guitarra horrible de tono rojo con veteados negros. A los meses me compré otra guitarra un poco de mejor esta vez de 400 pesos. Una de esas clásicas imitaciones de cosas mejores. Al año me compré una Fender y un Marshall de 100. Me compré dos teclados, un mixer, 5 pedales. Me compré una buena guitarra para tocar bien acústico, ya que esta ciudad de muerte te obliga a eso. Me compré la guitarra de Joni Mitchell, me acuerdo que me aconsejó Mariano Rodriguez, que le pidió consejo a Mondragón o a Lamas ¿o fue a la inversa? No recuerdo. Me compré un vox para grabar bien en estudio. Grabé un disco. Grabé canciones sueltas. Grabé canciones solo con el iPod y el aire. Grabé simples. Toqué mucho en vivo. Se me vino todo abajo. Se nos vino todo abajo. Tiré todo abajo. Grabamos más cosas. Entre a un estudio el año pasado otra vez con Gastón Massenzio. Grabamos bajo la tutela de Hernan De Michellis. Volvimos a grabar con Martín. Aprendí a grabar bien las voces con Diego Acosta. Escuché más y mejor música. Escribí canciones para dos, tres discos. Hice notas, di notas, dimos notas. Impuse mi visión ética que se llevó puesta a la artística. Mi discurso es más grande que mi arte y eso está bien, pero no está bien si trabajas con otros. Y en la música siempre hay otros. Hice daño y en consecuencia me hice daño. La gente me firma en el Facebook ¿van a volver a tocar? No son miles, no son cientos. Pero ese halago que tanto cuesta conseguir hay que cuidarlo aunque venga de una persona. Una, dos veces por semana ¿van a volver a tocar? Eso es algo que sinceramente no sé.

¿A qué viene todo esto?

No lo sé con exactitud, pero sucede que es verdad, la muerte acomoda las cosas. Que paradoja la muerte da lecciones de vida.

5

Es larguísimo esto que estoy escribiendo y es la primera vez en años que siento que realmente retorné al punto inicial de mi dedicación a la escritura online. Me estoy pasando en largo, en términos web, esto debería ser más breve pero la verdad no me importa. Necesito que la gente entienda dos cosas: que hay que sostener la concentración en la lectura y que hay que tener un gato.

6

Dani me dio un trabajo que es importante. Espero que no se enoje por esto, no abundaré en detalles. No es que es una tarea ultra secreta pero lo primero que dije fue:

– ¡Lupe! ¡Hay otro trabajo!

Como dije más arriba las cosas ya no estaban bien. La caída que le había quebrado la cadera no le permitía engordar y el veterinario dijo que es muy complicado operar a un gato de cierta edad. Le puse fe, le puse fe en Dios y no me importa decirlo, pensando que las cosas pueden ser siempre mejores.  El día que volví de verlo a Dani estaba molida de cansancio. Por los nervios no había dormido en toda la noche, apenas dos horas y en zozobra. A la mañana tuve una reunión y de ahí me fui al encuentro de D. y de ahí volví a mi casa. Puse el aire acondicionado, a pesar de que me estaba enfermando. Lupe se subió a la cama y dormimos una siesta las dos enrolladas, una siesta larga. Nos despertamos de noche, yo tenía que hacer una diligencia así que salí a las apuradas.  Al otro día la encontré entre los almohadones y supe que estaba agonizando. Vos ves esa mirada donde se filtra la vida hacía afuera para que todo lo ocupe la muerte. Pensé en irme pero no me fui. La levanté pensando que quizás….era un mal día. No caminó, no podía, no podía sostenerse en sus cuatro patas.

La enrollé en un vestido y fui a la cocina.  La dejé sobre el escritorio en donde esta la máquina de café a la que le gustaba subirse en invierno. Volví con un poco de atún que intentó comer. La alcé, le dije que había sido una pieza fundamental y fundacional en mi vida, mi animal terapeútico, mi amiga, mi testigo sin juicios morales y éticos. Que gracias a ella creo en cosas que no me gusta admitir. Como la vuelta de personas queridas en la vida, el regreso de seres que te amaron en otras formas bajo otros ámbitos en otro momento de la historia. Que ni en los momentos de mayor crisis y abismo de mi vida renuncie a tener una por algo tan simple como ella. Hay que levantarse de la cama para cambiarla las piedras a Lupe. Hay que salir a la calle para comprarle alimento a Lupe. Que fue y siempre será mi conexión a la vida.

Y se fue.

7

Hace poco conocí a alguien, no estoy hablando de esos conocimientos del amor. O sí, pero es otro tipo de amor que tiene que ver con reconocer en el otro las cosas que hay en una misma. En general, las parejas se completan pero los amigos se suman.  Uno en la pareja busca aquello que le falta, con los riegos que eso implica y en los amigos busca sumar lo que ya tiene con uno con los peligros que eso implica. No tuve muchas parejas y no tengo muchos amigos. Tengo fe en la gente, en la humanidad digamos, pero no me gusta estar rodeada de gente. Jamás tuve grupos de amigos o el famoso grupo de amigas. Siempre fui satelital a eso, a mí me gustan las relaciones de uno sobre el otro.  Es que me gustan mucho los secretos.

No sé que se lee de mi en las redes sociales, pero a veces asumo que se lee seguridad o cierta valentía. No es así, la palabra ordena y calma. Escribo solo para ordenarme, para calmarme, para tener menos miedo, para bajar el terror. Escribo para darme a entender. No me interesa todo ese ámbito de la literatura, en fin. Para qué hablar de pavadas no es momento.

Como decía conocí a alguien y no me doy muchas oportunidades de ese estilo. No porque este grande, sencillamente, es algo que no hago. Pero a veces encuentro gente que siento que hace click conmigo en determinados lugares, que tiene que ver con esos dolores que una deja para el ámbito del psiconálisis. No me gusta entrar en detalles o descripciones de como llegué a ser lo que soy o como me fui encerrando, o cómo no me gusta que la gente se acerque del todo. Está muy de moda eso, contarlo todo y meter en el medio el uso de psicofármacos como si fuera normal, me tomo un rivo, me tomo esto, lo otro. No me interesa. Pero si hay heridas en la vida que se transforman en traumas. Este país es muy jodido con las víctimas y es definitivamente imposible ser una en el contexto actual. Sobre el lugar de la víctima voy a escribir en otro momento, ahora no es tiempo. La escritura tiene ciclos de madurez prolongados. Es así. No hay discusión.

Retomo conocí a alguien. Te encontrás, hablas, no encajas enseguida, pero al mismo tiempo encajas enseguida. A mi si me gusta alguien no lo dejo ir así nomás. Retengo. Si tengo fe en nosotros yo retengo. Me aferro a los regalos de la vida.

Conocí a alguien y me lastimó casi enseguida. Soy muy dura con eso, no lo perdono fácil o directamente no lo perdono. Un error así es un no taxativo, una expulsión asegurada. Pero lo que en otro momento me hubiese hecho mucho daño se tornó casi nada, porque me di cuenta de repente, que era la primera vez en casi 13 años que alguien me hería y no estaba la gata. Para acurrucarse al lado mío en el instante exacto en el cual me pongo a llorar o para tolerar el repeat de la misma canción durante dos o tres horas o todo el día. No estaba ¿Y ahora?

Las cosas se ordenan solas si uno se lo permite. Ese día aprendí que no se puede poner todo en el mismo lugar, que hay dolores más profundos que otros. Partidas más terribles que otras. No me abismé, no sentí profunda angustia, puse las cosas en su lugar. Porque la muerte te da momentos, raptos de lucidez en dónde ordenas todo. Le da valor a lo que queda en la vida, le da su correspondiente lugar e importancia.

Conocí a alguien, etc. Me lastimó, etc. Pensé lo que pienso siempre, en devolver el dolor porque me es un sentimiento insoportable. No lo hice. Dejé que habláramos, me encontré solucionando cosas que no hubiese solucionado antes bajo ningún concepto del manual de ética para conocerme que tan ajustadamente rige mi vida. Entendí que a veces la gente no te quiere lastimar, solo son las cosas de la vida, sus contingencias, sus cambios. Lo que un día esta al otro día ya no esta más.

Creo que encontré a alguien que me importa de verdad, porque puedo ser yo a su lado pero más importante lo quiero dejar ser él ¿se entiende? Puedo ser yo como vine al mundo, medio rota, medio por la mitad. Conocí a alguien que ayer me hizo pensar en cosas profundas sobre mi y sobre el corazón de la gente, que hacía mucho que no me detenía a pensar. Te sacan de la alienación y del egoísmo esos encuentros, te sacan de tu ostracismo, de tu capricho. Te sacan, te saca, porque lo dejas ser.

Soy muy nena. Soy muy nena, lo vuelvo a escribir como admitiendo algo que seguramente para mucha gente que lea esto es una obviedad absoluta. Pero soy muy nena y no logro salir de ese lugar del todo. A veces cuando me sacan, me enojo, como las nenas, me pongo mal como si alguien más malo y más grande que yo hubiese aparecido para romper mis cositas.

Mis cositas es mi vida. Mis cositas es conocerme.

Conocí a alguien que me interesa porque muchas veces cuando digo que lo que más me importa son los sentimientos miento. Cuando digo eso lo que en realidad quiero decir es lo que más me importa son mis sentimientos. No hay espacio para el otro, no hay lugar, no hay preguntas, no hay nada.

Ayer hablamos muchas horas y yo lo único que podía pensar es sin miedo Helena, por favor. No le creo a la gente lo que me dice, tiendo a no creerle absolutamente nada.

– ¿Lees la mente vos?

Qué pregunta esa que me hacen. Es la primera vez que la contesto.

– Si

Esa arrogancia ¿no? Esa manera de defenderse. Ayer no me defendí primero porque no tenía fuerza y después porque no quise y en el medio se juntaron las dos cosas y conocí a alguien, pero creo que lo más importante es que dejé que me conociera un poco, pero realmente, la verdad.

A veces, muy rara vez, sentís que hay gente que llega para quedarse y no tiene que ver con hacer una pareja. Tiene que ver con que se suma a vos, se acopla a partes tuyas muy delicas sin romperlas. Te entiende, vos también entendes. Son relaciones muy sutiles, tienden a durar y a erosionar sobre el cuerpo, el alma, el corazón.

Como dije antes, la muerte se va y te ordena las cosas, da un equilibrio relacionado con la vida.

Yo siento que Lupe cuando se fue, me dejó un par de cosas o se encargó de una manera mística, religiosa y mágica de dejarme con algunas cosas, para que no tuviera tanto miedo de vivir con esa parte importante que era ella para mi. Mi gatita. No hay que temerle a la muerte porque la muerte hace regalos. Eso lo veo ahora, cuando mi papá murió no pasaron más que semanas hasta que llegó a mi vida Sebastián y un orden nuevo y vital.

Hoy Lupe siento que me dejo un trabajo pequeño, que realmente amo, de la mano de un amigo que quiero en profundidad, la alegría de hacer algo que me gusta no me interesa si dura, yo sé que lo hago hoy. Lo hago con el corazón abierto.

Y me dejó también a alguien a quien le pude hablar de las cosas que antes le hablaba a ella. Si alguien se rie de esto, la verdad no me importa, no me interesa, respondo a mi sensibilidad, honro a mi gata con la verdad.

Pienso en borrar este último párrafo y mi patética excusa es ¿y si lo lee y se asusta? ¿y si lo lee y se va? ¿y si lo lee y piensa que es demasiado? para después inmediatamente pensar sin preguntar absolutamente nada quesi  lo lee se asusta, si lo lee se va, si lo lee y piensa que es demasiado…

Bueno.

So beat it.

8

A Lupe la llevamos a su destino final con Sebastián, con todo lo que somos y también con todo lo que no somos. Evito hablar de novios, parejas, relaciones, bueno.  No pongo fotos, no le digo a Facebook en que estado estoy, no me preocupo demasiado por marcar ese territorio y me gusta que no se sepa del todo, casada, soltera, de novia, en pareja, conviviendo, saliendo con diez a la vez, saliendo con dos, saliendo con treinta, saliendo con  nadie.

Como decía con Sebastián a la gata la llevamos al destino final juntos. En una caja, con sus cositas, su peine, su bebedero, en fin.

Sentí, siento, que también Lupe nos dejó eso a los dos para reafirmar que lo que somos es un asunto nuestro, privado, personal.

Pero antes que todo, somos familia a nuestra manera, formamos nuestra familia de cara a los cambios de las cosas, de los ciclos de la vida, del fin de las ataduras del siglo XX.

Cuando le dije que se había muerto vino en taxi. Se fue del trabajo y se tomó un taxi, desde el centro con todo lo que eso implica. No dudó. No pude meterla yo en la caja, es demasiado levantar el cuerpo sin vida es muy brusco ese cambio. Las cosas blandas se endurcen y las cosas se tibias se tornan frías. Es intolerable.

La cremamos. Me dejaron despedirme en una sala con privacidad como corresponde. Ahí la volví a ver y no sé que le pasa a la gente cuando muere, porque yo estoy viva. Pero dicen, perdón el lugar común , que te pasa toda la vida delante de tus ojos. A mi me paso eso cuando la vi por última vez pero no fue toda mi vida. Fue la vida con ella. En detalle, en 35 mm, en Dolby.

Eso fue todo. Si alguien llegó hasta acá un viernes a la noche muchas gracias, hicimos de la mano un gran esfuerzo.

Siempre me preguntan si es verdad todo lo que escribo y nunca contesto. Dejo que la gente crea lo que quiera creer.

Pero esta es toda la verdad.

No hay una sola palabra acá que no este en servicio a la verdad.

¿De qué se trata todo esto?

Se trata de dar amor porque sí.

¿Qué aprendí estos días? ¿Qué me esta permitiendo ahora este alto grado de honestidad? ¿Qué me permite hoy dejar que alguien nuevo entre a mi vida y pedirle si me deja entrarle a la suya? ¿De dónde sale este amor por el trabajo? ¿Qué estoy arriesgando ahora? ¿Qué va a pasar? ¿Qué me va a pasar? ¿Cómo me voy a sentir?

¿Qué me esta enseñando esta herida enorme, esta anormalidad de no abrir la puerta y que esté Lupe?

Me esta enseñando esto:

If you love and get hurt, love more. If you love more and hurt more, love even more. If you love even more and get hurt even more, love some more until it hurts no more…

<3

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  • me gustó mucho leer esto, así como me gustó leer algo tuyo hace más de un año (que me hizo tan bien), tal vez no un viernes en la noche porque no me permiti estar tranquila ni sola, sino que el sábado, y pensaba que estaba sola disfrutando este momento y la verdad es que llegó mi gato y lo que escribiste hizo que todo tuviera sentido, gracias Helena por la honestidad y por tocar esas partes sensibles de las que no hablamos, gracias ❤️

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