La vida entera con Los Planetas

Escribir de Los Planetas es muy complicado para mí. Y, a la vez, es muy sencillo. Seguramente sea el grupo del que más cosas y más veces haya escrito en mi vida. No son mi grupo español favorito, pero casi. Fueron mi primera banda de las que puedo considerar favorita que vi en vivo. Y, creo, (tendría que hacer recuento) el grupo del que más referencias discográficas tengo.

Flash-back. Quizá debería decir analepsis. Es 1992 y la mayoría de los grupos nuevos en España cantan en inglés. De hecho está bastante mal visto cantar en español y de los grupos más interesantes -apenas los Surfin’ Bichos- lo hacen en nuestro idioma. En Radio 3, la emisora de radio pública dedicada a la música no comercial, están como locos con una nueva generación de bandas que abandonan la tradición del pop español, que surgió entre finales de los 70 y primeros 80 y que para la Historia, ha quedado como La Movida. Siendo sinceros la música en España a finales de los 80 se parecía mucho a esos futbolistas que se niegan a abandonar la élite y se arrastran por campos de países como Qatar o China, cobrando grandes cheques, siendo parodia de los grandes futbolistas que fueron. Esos grupos que deslumbraron en los primeros 80, convertidos en insoportables karaokes de si mismos, cuando ya les había abandonado el chispazo del talento juvenil.

Por eso los grupos de la generación indie que aparecen en los primeros 90 son recibidos por Radio 3, Rock de Lux y una serie de entusiastas fanzines como la auténtica salvación de la música española. Grupos que escuchan a Sonic Youth, a los Pixies o a Husker Dü y que, por eso mismo, consideran que imitar sus formas, incluso en el idioma, es lo normal. Por eso el valor de Los Planetas es aún mayor. No sé sienten cómodos cantando en inglés aunque ellos escuchen a Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine o The Church, banda que sirve de enganche amistoso entre J y Florent en sus años de universidad y ser el germen de los que serían Los Planetas.

Primero pensaron en llamarse Los Subterráneos, por la novela de Kerouac, pero en ese momento tenía mucho éxito el grupo de Christina Rosenvinge del mismo nombre así que decidieron tomar uno que sonara más o menos parecido: Los Planetas. Seamos sinceros, Los Planetas es un mal nombre. Tiene esa cosa de los grupos anglosajones que llevan el artículo “The” pero suena inconcreto, genérico y del montón. No es raro que mucha gente confunda a Los Piratas con Los Planetas.

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Escuchar las maquetas de Los Planetas y las de sus compañeros de generación en los programas de radio Disco Grande o Diario Pop era una experiencia excitante. Acostumbrado al pop español formulario que había en la misma época (Presuntos Implicados, Sergio Dalma, La Unión o Viceversa o estatuas de sal como Sabina, Serrat, Julio Iglesias o Juan Pardo) escuchar la versión demo de “Mi Hermana Pequeña” era como descubrir el sexo o las drogas. Guitarras subidas, voces enterradas, letras ambiguas…El día y la noche.

Tras editar Medusa EP en Elefant y quedar finalistas del concurso de maquetas de Rock de Lux (un concurso que se consideraba gafe, el que ganaba tenía una carrera poco exitosa) les ofrecieron a ellos y a otro de los grupos más destacados del momento, Inquilino Comunista, fichar por RCA. Nada menos que una multinacional apostando por unos grupos que apenas conocía nadie. Los Planetas dijeron sí, Inquilino Comunista dijo no. Más allá de la valía de ambos (Inquilino es un grupo excelente) el discurrir de ambas carreras parece indicar qué grupo era el ambicioso y pretendía tener una carrera larga.

Aunque ahora cueste creerlo las críticas a “Super 8” editado en 1994 fueron bastante malas. Rock de Lux, en ese momento la biblia musical de lo independiente, no lo consideró ni entre los 20 mejores discos españoles de ese año. En El País tuvo una crítica especialmente negativa. Todo el mundo lo veía como una decepción, además de una traición a la escena independiente. Las ventas se quedaron muy por debajo de lo esperado por la compañía a pesar de que ¿”Qué Puedo Hacer?” sonó en Los 40 Principales y su llamativo vídeo era emitido por televisión. El disco, escuchado ahora, sigue sonando magnífico, la producción de Fino Oyonarte de Los Enemigos, encaja a la perfección en lo que buscaba el grupo e incluye varias de las canciones más recordadas y de las mejores del grupo: “¿Qué puedo hacer?”, “De viaje”, “Brigitte”, “Si está bien”…casi todas las canciones del disco tienen valor en si. En lo personal lo veo con cariño pero con distancia como un disco pasional pero sin la profundidad de otros de los suyos. Para muchos fans es el favorito. Es verdad que el valor de incluir algo como “La Caja del Diablo”, una empanada de ruido hablando de una visión tras comerse un tripi es lo último que te esperarías de un disco editado por una multinacional en 1994.

También en 1994 es la primera vez que veo al grupo. Por alguna extraña razón en Torrelavega organizan un concurso de demos en el que en las semifinales y la final, tras los grupos locales, tocaría un grupo más consolidado. Los grupos elegidos eran Inquilino Comunista, Dr Explosión y Los Planetas. Recuerdo mi incredulidad al saber que en mi pequeña ciudad de provincia iba a tocar uno de mis grupos favoritos. Ver a ese grupo de gente con poco más de 20 años haciendo ruido, la imagen de la bajista May tocando de espaldas (sentía tal presión por tocar que siempre lo hacía de esa manera. De hecho, tras grabar “Pop”, le gustaba tan poco la vida del rock que dejó la banda), terminar el concierto con 10 minutos de ruido con, evidentemente, “La Caja del Diablo” y muchas cosas que ni yo ni, seguramente, las menos de dos docenas de personas que estábamos en un bar de 4×4 metros habíamos visto jamás.

“Pop” en cambio fue recibido con mucha más alegría. Por el camino habían editado el EP “Nuevas Sensaciones” que se incorporó a la segunda edición de “Super 8”. Esa canción enamoró a la compañía y pensaron que podrían relanzar el disco. Lo cual no deja de ser raro pensando que es una canción que habla abiertamente de esa etapa adolescente en la que uno toma drogas porque no tiene mucho más que hacer, por puro aburrimiento y por ver qué pasa. Pero, como tantas veces en Los Planetas, esto venía envuelto en una melodía de esas que parecen salirle a J sin esfuerzo. Himnos pop de los que aparecen en todos su discos y de los que parece huir. Estoy seguro que J podría hacer un disco con 10 “Punk”, con 10 “Nuevas Sensaciones”, con 10 “Pesadilla en el Parque de Atracciones”…pero jamás lo haría porque su carrera siempre ha sido a la contra.

“Pop” es un poco eso. Querían contratar a Ian Broudie como productor pero al final fue Kurt Raskle de Ultra Vivid Scene. “pop” es el disco en el que tratan de contentar a la compañía haciendo promoción en los sitios más horrorosos, saliendo en la tele en el pero play-back del que tengo noticias. Recuerdo verlo en la tele, una tarde en la 2 de Televisión Española y taparme la cara de la vergüenza que estaba pasando al ver al grupo simular tocar pero para que se notase que no lo estaban haciendo y luego la surrealista y terrible entrevista coronada con una danza masiva de hula-hula a ritmo de ¿”Qué puedo hacer?“.

”Pop” es el patito feo de su discografía, si uno es sincero. Es un disco en el que cada canción suena genial, es fantástica, pero el resultado final escuchado de un tirón suena un poco amorfo, disparejo, sin unidad. También por eso mismo es el favorito de unos cuantos. De eso fans que se quedaron en el tercer (a lo sumo el cuarto) disco. Es el disco que menos me gusta de Los Planetas pero lo tengo cuatro veces, en CD, en casette y en dos ediciones diferentes en vinilo. Cosas de fan. Salió en una edición en LP editada por Subterfuge con portada diferente al CD (en el vinilo está la icónica imagen del logo de Pepsi). También Subterfuge editó los tres singles en vinilo con diferentes portadas a las de CD: “Himno Generacional #83”, “David y Claudia” y “Punk”. Y con unas cara b tan irresistibles que parecen imposibles: “Prefiero Bollitos”, “Vuelve la Canción protesta”, la versión de Nick Drake que retitulan “Cielo del Norte”…montones de joyas que conseguían que, como pasaba con grupos como los Smiths, uno se sintiese especial por ser su fan. Porque todo cobraba sentido. Las portadas de Aramburu, como en los Smiths mantienen una unidad, las rarezas, las leyendas urbanas que se contaban de unos fans a otros contribuyendo a su mitología (la mejor “Mi novia se la chupó a J”, busquen que para eso está Google).

foto: revistakuadro.com
foto: revistakuadro.com

Repiten con Raskle en “Una Semana en el Motor de un Autobús” para cambiar la historia de la música española. Tal cual. Puede sonar exagerado pero es así. Cerca en el tiempo se había editado “Ok,Computer” de Radiohead y nadie dice que es exagerado poner ese disco como un hito guste más o menos (a mí sólo regular, por ejemplo). Con USMA pasa lo mismo. Más allá de los gustos particulares (sólo es mi tercer disco favorito de los de Granada) ese trabajo se crea en unas condiciones extremas como grupo. De hecho el grupo está roto. El viaje a Nueva York para grabarlo, la odisea que sufren que explica de manera ejemplar el libro de Nando Cruz sobre el mismo, la compañía pidiendo una canción más porque no veía el disco redondo y el grupo entregarles “Segundo Premio”; el aire conceptual del mismo, la extraordinaria y emociónate crítica de Jesús Llorente en Rock de Lux como disco destacado del mes, una crítica que se clavó en el inconsciente de muchos de los que escribimos sobre música, una crítica acompañada con un dibujo, como no, de Aramburu en el que retrata a un J adolescente tocando una raqueta de tenis en forma de guitarra en su habitación. Una crítica de la que me acuerdo de frases textuales porque la leí un millón de veces, porque en las palabras de Llorente estaba todo lo que yo quería decir sobre el disco, sobre el grupo y, en cierta forma, sobre mi vida. Una crítica que, creo, fue un apoyo indispensable en convertir a un simple disco en otra cosa, en imaginario popular. Probablemente lo más cerca que ha estado y estará jamás la crítica musical española de su propio “Ten Fucking Stars” de Albini sobre el disco de Slint.

Luego todo se aceleró. 40.000 discos vendidos, el libro sobre el grupo que escribió el propio Llorente, copar todas las listas de mejores discos nacionales del año, el añadir montones de gente no a su causa sino a la causa de la música independiente o indie española. Y, probablemente, con eso (y algunas otros hechos paralelos en el tiempo como el fenómeno de Dover o el tontipop) terminar con el propio indie español que a partir de esa fecha pasa a ser otra cosa. Más grande, más masiva, más visible para los medios. Pero otra cosa. Su espejo obvio sería “Nevermind” que inaugura de manera tardía los 90 alternativos para asesinar la propia escena alternativa yanqui que existía hasta ese momento.

Si alguien pensaba que Los Planetas iban a apostar por repetir la jugada es que llevaba muy poco siguiéndoles. Los Planetas editan un EP llamado “Dios Existe, el Rollo mesiánico de Los Planetas”. El título es una broma porque algunas voces les acusan de convertirse en los Pink Floyd del indie español por las cuerdas y la épica (el infartante final de “La Copa de Europa” por ejemplo). Recuerdo que en la primera escucha ya supe que Los Planetas, a pesar de todos, incluso de ellos mismos, seguían siendo “mi” grupo. Incluyendo una de esas golosinas de pop acelerado de las que no le cuestan a J, “Prueba Esto”, el resto del EP abre una serie de vías a unos nuevos Planetas. Mucho más psicodélicos, experimentando con sintetizadores, con letras más abstractas (porque, ay las letras, cuesta creer que con palabras sencillas describan de manera exacta sentimientos complejos).

Todo ello cristalizará en mi disco favorito de ellos, “Unidad de Desplazamiento”. Alguna vez lo llamé “El Pet Sounds” del indie español. El disco más ambicioso realizado hasta ese momento en la música alternativa española, un disco conceptual, con una unidad de sonido que parece un bloque de cemento, en el que prima el todo sobre los momentos pero, ay, vaya momentos: “Anuncio para coches”, “Que no sea Kang, por favor”, “Tierras altas”, “Santos que yo te Pinte” y, sí, “Un Buen Día”, probablemente su canción definitiva. Han pasado 14 años y sumergirme en ese disco sigue siendo igual de intrigante, turbador y si, satisfactorio. El día que lo compré, nada más salir, lo escuché y, tras la primera escucha, le dije a una chica que me gustaba mucho y, como siempre, no me hizo caso: “vaya, tenía que pasar, Los Planetas al fin han fallado y han hecho un mal disco”. Me da miedo pensar qué podría haber pasado de haber llegado a ese disco de a forma en la que se escucha la música hoy. ¿Sería parte de mi biografía emocional en un lugar de honor como es ahora?

En 2002 publican otro disco excelente “Encuentro con Entidades”. Desde la portada avisa que estamos ante un disco muy psicodélico, denso, complejo… De hecho profundiza en los hallazgos del anterior y los exagera hasta desesperar a muchos de sus fans que, por primera vez, comienzan a decrecer y a surgir las críticas. Algunas justificadas: las dos últimas canciones del disco son espantosas y pesa mucho cerrar con dos canciones tan malas. Pero también hay territorios a explorar, viajes por los que dejarse llevar. “Dulces Sueños”, “San Juan de la Cruz”, “Mil Millones de Veces” y una de las piezas más cautivadoras de todo su repertorio “Corrientes Circulares en el Tiempo”. Compré el single de Corrientes el día antes de venir a pasar 4 meses a Chile y me pareció tan buena, tan fascinante, tan embriagadora que pasé los 4 meses hasta regresar a España penando porque no podía escuchar el disco al completo. En cuanto pisé tierra española lo compré casi antes de saludar a mi familia.

El siguiente disco es la ruptura total. Un disco disparejo, feo, con canciones de relleno, recuperando otras ya publicadas, enfadados con su propio sello discográfico, como hecho a medias. Cumplían un ciclo de discos que entraban en el contrato y las fotos de promo de aquel disco se las hicieron con poleras del sello indie con ínfulas de sello grande llamado Sinnamon (que luego fue uno de los mayores fiascos de la escena independiente, por otro lado). Un fracaso que seguía apartando seguidores incapaces de aceptar una versión de Bambino, dejes flamencos inéditos (o casi, también los había en “Santos que yo te Pinte”) una broma electrónica, y canciones mediocres. Pero también un disco con gemas como “Nunca me entero de nada”, “Experimentos con Gaseosa” o “El Golpe de Gracia”. Parecería que Los Planetas ponían a prueba a sus seguidores. Pero esto no era nuevo. Era la constante de su carrera: saber quién estaba ahí, quién aguantaba a su lado y decidía crecer con ellos. Yo, por supuesto, acepté.

En los siguientes años hay un silencio extremo alrededor del grupo. Rumores nunca confirmados de separación, por primera vez saltarse el lapso de disco cada dos años, espaciar los conciertos a su mínima expresión, la aparición de las maquetas de Montero Castillo y Aguirre Suárez que cristalizarían en el excelente proyecto paralelo Grupo de Expertos Sol y Nieve, y nervios, muchos nervios porque otros compañeros de generación ya lo habían dejado o casi (como la salida de Irantzu de La Buena Vida). Pero, aparece otra filtración de maquetas, con cuatro canciones en la que reinterpretan palos flamencos adaptando cantos y letras. Descoloca a todos el mundo y nadie parece entender nada. Y es que es muy difícil de entender.

Cuando sale “La Leyenda del Espacio” con un título ya desafiante (nada menos que mirándose en el disco de Camarón “La Leyenda del Tiempo”, que revoluciona el flamenco y lo lleva a otro lugar diferente). Ese disco es un shock. A pesar de su aclamación casi unánime de nuevo echa de su lado a un montón de seguidores que se niegan a pensar que Los Planetas no van a volver a ser otra vez los de “Super 8”. Por suerte para todos no lo son y ya no lo van a ser. Son otra cosa. Más grande, más importante, más esencial. Creo que años después aún me cuesta comprender el disco no sólo por mi desconocimiento del flamenco a un nivel profundo, sino por la cantidad de información que contiene, por condensar y unir tal como hizo otra obra maestra unos años “Omega” de Lagartija Nick y Enrique Morente, pero desde una perspectiva totalmente diferente.

Su continuación, “Una Ópera Egipcia” esta vez si es continuista, menos radical (con matices, no hay más que ver esa brutalidad llamada “Los Poetas”), por fuerza menos sorprendente y con la sensación de ser más de lo mismo pero no por ello deja de ser un disco imprescindible. Como todos los suyos. Han anunciado que su nuevo trabajo, sin ninguna fecha definida, seguirá por los mismos derroteros. No es de extrañar viendo cómo se han centrado en Los Evangelistas nacido como homenaje al fallecido Enrique Morente (el grupo es básicamente Los Planetas más Antonio Arias de Lagarija Nick y Solea Morente, hija del cantaor). Un proyecto, sobre todo en el primer disco, que se asoma a los abismos de canciones de los propios Planetas como “El Canto del Bute”, “Negras las Intenciones” o el dúo con el mismo Morente en “Tendrá que Haber un Camino”.

Este paseo por la carrera de Los Planetas en paralelo a gran parte de mi vida (más de 20 años juntos) puede no ser ortodoxo ni el más informativo. Pero es la única que veía posible.

View Comments (2)
  • Buen post, pero si me permites algunas correcciones:
    Es Antonio Arias, no Enrique. El canto es del buque no del bute. Mencionas “nunca me entero de nada” 2 veces.

    Un saludo

  • Hola Periférico, gracias por tu comentario.
    Editamos el error pero por si acaso, la canción se llama El Canto del Bute, la primera del disco La Leyenda del Espacio 🙂
    Saludos!

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